Tomo publicado por la Norma Editorial dentro de su colección Nómadas.
Las relaciones personales –y particularmente las de pareja- siempre han sido y serán un tema recurrente utilizado en multitud de ocasiones, desde muy distintas perspectivas y en diversos medios -bien sean de entretenimiento o de información- como pueden ser la televisión, la prensa, el cine, la literatura y, por supuesto, también en el cómic. Éstas, normalmente, suelen encontrarse a medio camino entre el realismo social y la parábola existencial. Por supuesto, la cuantificación del interés por todo esto suele estar relacionado con la aparición de algún tipo de enganche o de golpe de efecto que sirva como motor estimulante para captar la atención e, incluso, como hilo conductor en este tipo de historias.
Las relaciones personales –y particularmente las de pareja- siempre han sido y serán un tema recurrente utilizado en multitud de ocasiones, desde muy distintas perspectivas y en diversos medios -bien sean de entretenimiento o de información- como pueden ser la televisión, la prensa, el cine, la literatura y, por supuesto, también en el cómic. Éstas, normalmente, suelen encontrarse a medio camino entre el realismo social y la parábola existencial. Por supuesto, la cuantificación del interés por todo esto suele estar relacionado con la aparición de algún tipo de enganche o de golpe de efecto que sirva como motor estimulante para captar la atención e, incluso, como hilo conductor en este tipo de historias.
Siempre se ha dicho que las relaciones de pareja son tan difíciles de explicar como de mantener, y analizar el por qué de todo esto se convertiría en una odisea para cualquiera que pretendiese hacerlo. Lo cierto es que la historia que se nos cuenta en Olimpita en ningún momento pretende analizar sesudamente todo esto, sino que más bien se nos presenta la historia de una manera natural y fluida, consiguiendo hábilmente contagiar al lector con las mismas sensaciones que van desfilando inexorablemente en la vida de los protagonistas de esta historia que abarca un año de la vida de Olimpita García García. Una mujer humilde y trabajadora, de profesión pescatera, casada con un charnego chapado a la antigua, llamado Carmelo, al que le encanta ser el centro de atención. Carmelo es receloso con su matrimonio y de todo hombre que se acerque a su mujer. Para completar el triángulo que acabe por montar esta historia, sólo hay que añadir a un inmigrante senegalés sin papeles llamado Ass, en busca de una cama en la que poder dormir, comida y trabajo, pero, sobretodo, en busca de un sueño al que conseguir aferrarse. Y será con la llegada de este tercer vértice cuando la historia se complete y acabe cobrando forma, arrastrando a estos personajes hacia un camino sin un posible retorno.
Pese a ser una historia de ficción perfectamente orquestada y con tintes de drama, fácilmente podría tratarse de una historia real: con celos; falsas promesas; desconfianza e inmigración; deseos y traiciones; sueños y realidades; amor y sexo; tratos y malos tratos -tanto físicos como psicológicos-. Con todo ello, Olimpita trata principalmente del día a día en la vida de una serie de personas que viven en Barcelona y trabajan en el mercado de la Abacería del barrio de Gracia, donde, aunque en la mayoría de los momentos solo acontecen situaciones de lo más cotidianas, el ritmo tranquilo que se supone que envuelve la vida de nuestros protagonistas se romperá por momentos, gracias a esos toques tan intensos y dramáticos que suele sobrevolar estas historias que suelen cobrarse fácilmente el interés del propio lector. Historias humanas desde cualquier punto de vista, desde cualquier ángulo, donde los distintos afluentes que acaban por desembocar e influir tan plenamente en ese microcosmos humano consiguen acabar por reforzar o, por lo contrario, como es en este caso, por destruir esa relación de pareja, asfixiándola e iniciando una huida hacia delante que les conducirá a un incierto destino que tanto gusta al receptor expectante de este tipo de historias demoledoras.
Y pese a todas las virtudes y defectos que suele llevar consigo estas historias, lo que es innegable es la demostración que el propio medio de la historieta consigue sin duda sacar con esta obra, todo ese potencial que sigue estando muy distante de haberse agotado. Siendo sorprendente el dibujo de Joan Marín, con un trazo de aparente sencillez, pero de contundente funcionalidad. Marín consigue que los pensamientos, los gestos o las reacciones de muchos de los personajes, estén maravillosamente plasmados en forma de viñetas mudas, de viñetas llenas de plasticidad, incluso encerrando aveces un doble sentido a través de la simbología que desprenden muchas cosas que solemos hacer en el día a día. Viñetas que en algunos casos sugieren más que enseñan, y esto es, muchas veces, más contundente que lo propiamente explícito. Por otra parte, señalar lo realmente bien conseguido que está la utilización de ese lenguaje de barrio, donde, además, tanto los latinos como los africanos que aparecen, también hablan con cierta propiedad respecto a sus orígenes.
En definitiva, un cómic bastante recomendable, hecho con oficio, aunque, quizás, no demasiado original, pero que no dejará por ello de ser una historia ambiciosa, pese a que en ningún momento buscará claramente la denuncia social. Curiosamente no se salva ningún personaje de la quema, algo que no hace más que reforzar la debilidad humana por satisfacerse principalmente a sí mismo, sin tener en cuenta las consecuencias que esto puede acarrear o lo que es peor, sin importarle absolutamente nada.
1 comentario:
Olimpita es buenísimo. El resumen de la trama no hace justicia a este tebeo. La historia puede haber sido contada ya, pero los autores logran que los personajes sean de carne y hueso, complejos y creíbles en su humanidad. Como has comentado, ninguno se salva de la quema, o es difícil juzgarlos, como en la vida misma.. Y también estoy de acuerdo en que el dibujo es fenomenal, se adapta perfectamente a la historia. Un guión estupendo, nada simple y lleno de matices. Para mi, un cómic que debería ser más conocido. Lo merece.
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