Una, asidua lectora de literatura de este género, encuentra en las novelas que vienen de los países nórdicos un encanto especial. Paisajes nevados imaginados a través de los reflejos de una luz azul que transforma los escenarios en los que transcurre la acción, sometiéndolos a las inclemencias de una climatología bien distinta a la que conoce, haciendo mella en el carácter de los protagonistas, que tienden a ser más taciturnos y solitarios y, quizás por ello, más cercanos al lector.
Sea por personajes que se caracterizan por su condición de antihéroes o por ambientes mágicos que se estrellan contra la cruel realidad que nos rodea, empecé con Henning Mankell, Maj Sjöwall y Per Wahlöö (por recomendación de José Andrés, de Cruce de cables), seguí con Anne Holt y Camila Läckberg antes de vencer la tentación de comenzar con la trilogía de Stieg Larsson y acabar decidiéndome por La mujer de verde, la segunda obra del escritor islandés Arnaldur Indridason, publicada en España por RBA Libros, Serie Negra, ganadora del Premio Golden Dagger en 2005.
Durante una fiesta infantil, un estudiante de medicina descubre en manos de una niña un trozo de costilla humana que el hermano mayor de la pequeña había encontrado en un agujero excavado en el solar de un edificio en construcción en el Barrio del Milenio, uno de esos barrios nuevos que, como consecuencia del crecimiento urbanístico que ha experimentado la ciudad, han ido surgiendo alrededor de Reikiavik. El hueso forma parte de un esqueleto que según los expertos podía llevar enterrado desde finales de la II Guerra Mundial, unos 70 años antes, cuando, en la ladera de la colina de Grafarholt, los únicos edificios existentes eran los barracones del campamento que durante la guerra ocuparon primero los ingleses y más tarde los norteamericanos -en donde ahora hay un campo de golf-, y las viejas residencias de veraneo de los habitantes de la ciudad, en una de las cuales, a medio construir, vivieron por un tiempo el asesino de almas, la mujer sin nombre y sus tres hijos, aislados para que nadie pudiera oír los gritos de ella pidiendo auxilio cuando él arremetía violentamente en su contra.
Aunque lo prioritario sea recuperar los huesos para descubrir a quién pertenecen y la causa de la muerte, para el inspector Erlendur Sveinsson, amante de los libros leídos en soledad sobre personas desaparecidas en Islandia, divorciado de una mujer que le odia y padre de un hijo que le ignora y de una hija drogadicta y embarazada que le incordia para comprender por qué les abandonó cuando eran niños, no hay prisa por desenterrar unos huesos que llevan tanto tiempo ocultos, de manera que escoge un método lento pero sistemático: la arqueología. Y mientras los arqueólogos van excavando, extrayendo capa a capa la tierra que los cubre, los huesos van dejando aflorar secretos que llevan escondidos tanto tiempo como ellos mismos; secretos que se revuelven en sus respectivas tumbas, atormentan a sus guardianes y se vuelven tan persistentes como los groselleros que alguien plantó hábilmente al sur de la casa y junto a los que, testigos ya mudos, solían ver a una extraña mujer de verde.
Historiador y periodista, el autor nos aproxima a una realidad física y temporal de Islandia con un relato de hechos cotidianos contados de manera impactante, alternando la actualidad con un momento histórico concreto del que incluye múltiples referencias (la llegada del cometa Halley en 1910, los niños del gasómetro, la ocupación británica y norteamericana en la II Guerra Mundial para evitar la invasión alemana de la isla…) y que encuadrada en un espacio identificable, la ciudad de Reikiavik, cuyos planos se introducen como un personaje más en las primeras páginas de la novela para que, en un deseo de implicar al lector, éste vaya identificando los lugares de los que se habla y su ubicación, como en un viaje al lugar de los hechos.
Indridason es capaz de enlazar el presente y el pasado, que se suceden en el relato sin solución de continuidad, dotando a la narración de un ritmo cambiante, más acelerado cuando se trata del momento actual, mucho más lento cuando relata los hechos del pasado. El tiempo parece detenerse como incidiendo en los silencios del callado dramatismo que nos describe, dejando a la vista de todos una descarnada historia de malos tratos y el sentimiento de culpa de un policía solitario, que no puede superar los traumas del pasado ni corregir los errores del presente.
Este escritor islandés tiene la habilidad de contar historias que enganchan desde el primer momento, de escribir sobre temas sociales que nos parecen actuales, pero que son tan antiguos como la vida misma: violencia doméstica, secuelas que duran para siempre; hijos que reproducen el rol de sus padres, hijas que hacen lo propio con el de sus madres; familias rotas por el miedo y el sufrimiento frente a familias para las que el honor y la honra están por encima de los sentimientos; jóvenes embarazadas que rompen su compromiso y desaparecen sin dejar rastro, destrozando la vida de quienes las amaron; hijos drogadictos que buscan la ayuda de padres carcomidos por la culpa; fantasmas que vuelven a cogernos de la mano cuando creíamos haberlos perdido en la ventisca…
Después del efecto que me causó la lectura de esta magnífica novela, no creo que tarde en caer la primera de la serie, Las Marismas, ganadora del premio a la mejor novela policíaca nórdica del año 2002 y también editada por RBA. De todas formas, siempre hay tiempo para empezar la trilogía de Millennium de Stieg Larsson, editada por Destino, antes de que el 29 de mayo estrenen la película del primer volumen y de que en junio salga a la venta el tercero, La reina en el palacio de las corrientes.
3 comentarios:
me encanta tu blog , , yo estoy empezando otro y me gustaria que lo vieras y me dieras tu opinón sobre él
http://www.artalem.blogspot.com
Me gustaria mucho que entrases , comentases y me dieras algunos consejos o sugerencias para hacerlo mejor , gracias.
Hoy me he comprado el libro. Soy un lector empedernido de Mankell. Veremos si las espectativas se cumplen
Espero que con La mujer de verde se cumplan tus espectativas. El inspector Erlendur Sveinsson es una buena alternativa a tener en cuenta ahora que Wallander amenaza con despedirse de sus lectores con El hombre inquieto.
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