La serie de David Simon es el perfecto ejemplo donde, si consigues entrar con los dos pies juntos en la historia, no vas a ser capaz de salir ni de puntillas, aunque quieras, hasta que no has llegado a su final. Engancha y mucho. The Wire es la historia de Baltimore y de sus barrios bajos, principalmente en la zona oeste de la ciudad y principalmente hecho con gran autenticidad. ¿De qué trata? Pues sobretodo de una unidad especial de policías dedicados al seguimiento de algún caso delictivo de cierta importancia, usando tecnología especializada en escuchas. En un principio, no parece gran cosa, pero si tenemos en cuenta como ha funcionado el boca a boca con esta serie, algo tendrá, ¿no? Para empezar, tenemos una gran coralidad impregnada ya desde un buen principio. ¿Qué más tiene? Pues el tratamiento de un solo caso por temporada y lo bien desarrollado que estos están, buscando siempre las entrañas de cada caso, con esa crítica/denuncia que envuelve continuamente a cada episodio y la hacen única a los ojos de cualquiera que se ponga a verla. Los personajes están increíblemente presentados, desarrollados e interpretados y el realismo que la envuelve es tal que acojona por momentos, al conseguir meterte en el mundo de la droga, en el problemático sistema educativo de los bajos fondos, en el contrabando portuario y sus problemas sindicales, en las luchas por el poder político o sobre el cuarto poder, el de los medios de comunicación. Por último, recomendar su visionado, si es posible en versión original. Siempre es mejor, pero en este caso es imprescindible por sus dialectos y slangs usados constantemente. De otra forma no estarías viendo The Wire, sería otra cosa.
Si hace tiempo me hubieran dicho que esas pequeñas historias de oficina daban para tantos episodios y para tantas versiones en diferentes países, probablemente mí apuesta hubiera sido que no. En un principio, lo que realmente hace grande a una serie como The Office es que, juntando tantas cosas pequeñas, se puede llegar a construir algo tan grande, atractivo y equilibrado. El que trate del día a día en una oficina, no sé hasta que punto resulta atractivo como premisa. En todo caso, cercano para muchos. Pero mira tú por donde, todas las piezas encajan. Historias sencillas, con personajes sencillos, aunque muy remarcados. Desde luego, para que todo esto funcione, ha sido fundamental que el engranaje de esos personajes sea perfecto: el lameculos perfecto; el comercial adorable; la recepcionista siempre agradable; el friki más friki que pueda haber o el jefe más inútil y patético que nos puede llegar a tocar, son claro ejemplo de lo que nos encontraremos en esta oficina que nos es presentada en forma de mockumentary (falso documental), explotando la autohumillación, la vergüenza ajena y la crueldad, aunque parezca mentira, con una cierta sutileza. Su tono de falso documental es aprovechado de una forma un tanto curiosa, ya que aquí sirve principalmente para establecer una cierta complicidad entre la cámara y sus distintos protagonistas, que en realidad lo son todos y cada uno de los que van apareciendo por la oficina, con sus virtudes y sus defectos. Advertir, eso sí, que el personaje de Steve Carell (el jefe) es un requisito indispensable para que te acabe gustando esta serie. Si no puedes con él, mejor dedícate a ver otra serie.
Para situarnos desde un principio, puedo deciros que nos encontramos ante una serie muy marcada por el estilo de la cadena de cable básico FX, especializada en historias de género. El proyecto salió de la cabeza más enfermiza creativamente hablando que hay hoy en día en la ficción televisiva seriada, que no es otra que la de Kurt Sutter, antiguo guionista de The Shield, la creación de Shawn Ryan. Acabada ésta, Kurt decide llevar sus ideas a Charming, un pueblo ficticio de California que sirve como telón de fondo de esta historia de moteros con aires Shakespearianos. Ideas plasmadas en forma de drama -aunque con pequeños toques de humor negro que sirven para aliviar su parte más dramática-, las cuales, tomaran forma en un relato sórdido y violento, donde el negocio, la familia y el honor se nos mostrarán de forma intocable por nadie externo a este club de moteros hijos de la anarquía. Una serie repleta de acción y de intrigas internas, con bastante goma quemada, chupas de cuero, humos de escape y olor a gasolina, que más hallá de su entretenido argumento, esconde una reflexión sobre las desagradables consecuencias de la violencia y de las luchas de poder.
¡Ale pues!, no os cortéis un pelo en disfrutar de horas y horas de ficción seriada. Os aseguro que vale la pena.
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