Dirección: David Cronenberg
País: Canadá
Año: 1988
Duración: 115 min.
Interpretes: Jeremy Irons (Beverly y Liot Mantle), Genevieve Bujold (Claire Niveau).
Distribuida en España por Filmax.
Que el canadiense David Cronenberg es un director difícil, por lo extraño y experimental de sus películas, es algo que no voy a descubrir a estas alturas, pues ya desde sus inicios, su cine ha estado marcado por historias bastante fuera de lo común, enrevesadamente extrañas, donde sobretodo abundan ambientes enfermizos y personajes realmente complejos. En sus comienzos Cronenberg empezó haciendo un cine de bajo presupuesto, diríamos que incluso tirando a serie B, pero esto, más que dificultarle en su carrera cinematográfica, que en cierto sentido lo ha hecho a la hora de poder sacar más de un proyecto adelante (sin ir más lejos, la producción de esta película se suspendió varias veces por culpa de no poder reunir la financiación necesaria para llevarla a cabo), más bien le ha servido para marcar una especie de sello personal muy reconocible durante toda su ya larga filmografía.
La mayoría de los trabajos de Cronenberg parte de una misma idea, de una misma obsesión que parece perseguirle en sus historias, y que no es otra cosa que las mutaciones, tanto físicas como mentales, en forma de amenaza, de infección o degeneración, construyendo un universo tan particular, en donde la dualidad y la ambigüedad siempre están presentes, lo real y lo irreal, lo físico y lo mental, la cordura y la locura, la ternura y la morbosidad, o la violencia y el sexo. Está claro que Cronenberg tiende a lo enfermizo y a lo morboso, haciendo esa función tan importante hacia el espectador, que sirve para llamar su atención, adornar el camino, hacer que se desvíe la mirada hacia todo esto irremediablemente, para acto seguido teñirlo de una fuerte carga de dramatismo y profundidad en sus personajes, que sobretodo en sus últimos trabajos acaba por desembocar en una transformación del interior de uno mismo, para llevarlo hacia sensaciones y sucesos de una forma imparable.
Inseparables no es una excepción, pues la historia de estos dos hermanos ginecólogos y a la vez gemelos idénticos físicamente, que no psicológicamente, acostumbrados a complementarse totalmente y en todo momento, siendo tan fuerte el vínculo entre ellos, que su conocimiento del otro hermano es tan profundo como el que tienen de sí mismo, como si de un solo ser se tratase, como si la corriente sanguínea de uno, fuera a parar al otro. Este complejo equilibrio mutuo empieza a desmoronarse en el momento en que conocen a Claire, actriz de cierta fama, de fuerte carácter, y poseedora de una personalidad que gusta de lo arriesgado y lo prohibido, sobretodo si se trata de tipo sexual. Claire acude a uno de ellos debido a un problema que tiene, y que en poco tiempo esta relación como paciente acaba por convertirse en algo íntimo y personal, donde los hermanos no dudarán en intercambiarse para disfrutar ambos sexualmente de la misma mujer, como si de un juego más entre hermanos se tratase. Todo esto acabará por entrometerse en esa relación tan particular y extrema que tienen los dos hermanos, poniendo en peligro esta conexión tan íntima e inseparable, atrapando irremediablemente a Beverly, que curiosamente es un nombre de mujer y el más sentimental, y en consecuencia a su hermano Eliot, el más frío y malvado de los dos. Es tan fuerte el vínculo que tienen entre ellos, que da la sensación de convertirse más bien en algo malsano y enfermizo. Quizás su máximo error es sin duda no haber aceptado plenamente como funcionan las cosas entre ambos, no aceptar que son dos caras de una misma moneda, no ser capaces en el fondo de admitir que, aun con todo, son diferentes entre ellos, pero no complementarios, pues entre otras cosas, es el amor por Claire el que acaba por romper ese equilibro perfecto entre ellos.
Película un tanto alejada de su cine fantástico, inquietante, de ritmo pausado, a ratos opresiva y a ratos morbosa, donde el sexo sigue estando muy presente, como en la mayoría de sus ultimas películas, y que ahonda sobretodo en la parte más psicológica del ser humano, esa parte que puede llegar a producir más terror que cualquier escena gore que se nos ocurra, y donde el trabajo interpretativo de un Jeremy Irons por partida doble, roza la perfección, consiguiendo interpretar a los dos hermanos de forma increíble, siendo capaz de darles una caracterización digna de estar entre los mejores trabajos jamas hechos en la historia del cine.
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