Cuando un libro tiene muchas críticas y todas buenas, en distintos medios de comunicación, prestigiosos, fiables, con buenas reseñas que lo señalan como “gran descubrimiento” y sobre todo si es de Fantasía como que su autor es “el nuevo Tolkien”, entonces yo me mosqueo y, como buena escéptica, dudo y no me lo acabo de creer. Me fío más de la gente, de los amigos, conocidos o simplemente de la gente de la calle que me dan su opinión. Vamos que para mí funciona mejor el boca-oído que sesudas críticas.
Pues eso es lo que me ha pasado con “El nombre del viento” de Patrick Rothfuss (Plaza y Janés, 2009). Por otro lado ya me llamó la atención en la librería por la temática y por su portada. Y más aún al ojearlo. Así que, ¿por qué no? Y me lancé a leerlo. No me defraudó en absoluto.
La historia empieza en la posada Roca de Guía cuyo posadero, un tal Kote, no es quien aparenta ser. A ella accede Cronista, siguiendo ciertos rumores que sitúan por esa zona a Kvothe, héroe, villano, mago, músico y otras cosas más. Efectivamente, el posadero es este personaje, que es más joven de lo que aparenta. Por fin accede a narrarle su azarosa e intensa vida y el por qué de su desaparición y refugio en esta posada. Será a lo largo de tres días, ni un día más ni un día menos.
Así Kvothe empieza su historia narrando su feliz infancia con sus padres en una troupe de músicos y artistas, de los Edena Ruth, artistas de prestigio, de la corte de los nobles. Cómo se trunca su niñez por el asesinato de sus padres y de toda su gente cuando tiene 12 años, por unos seres míticos, unos seres que no existen oficialmente pero que sí actúan: los chandrian. Unos seres que nadie conoce, nadie quiere nombrar y de los que nadie tiene información fiable.
Conocemos su miserable vida de ladronzuelo que sobrevive como puede en la ciudad de Tarbean y cómo por fin reúne la suficiente voluntad y dinero para ir a la Universidad. Una universidad no sólo de saber, sino de artes arcanas para la que fue preparado por el arcanista itinerante Abenthy. En ella consigue éxito, amigos, enemigos, aprecio y desprecio pues su gran inteligencia le lleva a ingresar más joven de lo habitual (él tiene 15 años frente la edad mínima de admisión que es de 17 años) y a subir en la jerarquía del estudiante. Nos narra una gran aventura que le sucede en la universidad que ayuda aún más a aumentar su fama. Con un final tremendo de acción y también de reflexión acaba el primer día propuesto y con él la novela.
Contada en tercera persona en el presente con la vida cotidiana del posadero, pasa a ser narrada en primera persona por Kvothe, lo que se nos hace más cercano y nos adentra más en la historia. Reímos y cantamos por los caminos con su troupe, lloramos y nos desesperamos ante la muerte de sus padres y nos amedrentamos por su miserable vida en Tarbean, nos alegramos con sus éxitos y nos enfadamos por las zancadillas que le ponen sus enemigos.
Los capítulos son de una longitud adecuada, la historia se va desgranando con un ritmo muy adecuado: no es demasiado lento para cansarnos o aburrirnos, ni demasiado rápido para no entender nada. Tiene un ritmo perfecto para conocer a los personajes, su evolución psicológica, el pasar del tiempo. Pero también el adecuado en las peleas, luchas o conflictos en los que el protagonista se ve metido.
No estamos ante una novela de grandes proporciones épicas, ni de grandes demostraciones mágicas, estamos ante una novela con seres humanos que ríen, lloran, son valientes o mezquinos, que tienen que luchar para sobrevivir, que hacen lo que pueden para poder realizar sus sueños. El protagonista quiere venganza por sus padres y su gente pero no en una acción loca y desesperada, sino a través del conocimiento. Por eso quiere ir a la universidad porque necesita el conocimiento para crecer y fortalecerse, para conocer a sus enemigos y encontrar sus puntos débiles, para destruirlos.
El tiempo de narración está distribuido entre el presente y el pasado que se van alternando. Los capítulos se cortan y distribuyen a su favor, en el momento justo para quedarnos intrigados, con ganas de continuar y seguir conociendo la historia.
Así que la alternancia de primera a tercera persona, presente y pasado, la ruptura en el momento justo de la narración y la longitud de los capítulos, se unen para darnos un desarrollo de la historia muy interesante, adecuado, que ni cansa ni aburre.
No me gusta que me indiquen a quien se parece o sigue un autor. Eso sólo hace que te encasilles y no veas más allá de lo que te han dicho y además dejas de ver, de percibir y de disfrutar de lo verdaderamente original de quien escribe. Si soy yo quien ve las similitudes, bien. Y si luego va y resulta que coincido con otras opiniones, pues mejor.
Así que yo solita me he dado cuenta de ciertas cosas: conforme iba leyendo más se acercaba la historia al buen hacer de Ursula K. Le Guin. La descripción sosegada del paisaje, el joven personaje que tiene que resolver el solo sus problemas, el centro de estudios, los profesores… todo ello me llevaba al joven Ged de Terramar. Incluso el título me lo indica “El nombre del viento”, todo buen mago conoce el nombre real de las cosas y así puede hacerlas suyas y unirse a ellas. Es la llamada “simpatía” en esta novela que, a pesar de todo, es muy diferente a las artes que domina el joven Ged.
Tal vez parezca un poco tonto pero, la amistad, la camaradería que encuentra Kvothe en la universidad, me recuerda mucho el ambiente juvenil, estudioso, con sus asignaturas, horarios y esfuerzos por los exámenes de Harry Potter.
Os he mencionado la portada. Es muy interesante y muy adecuada a la historia. No sabes si tú estás agazapado y escondido porque te acecha el personaje y estás en peligro o bien eres tú quien está al acecho y te quieres echar sobre él. Ya tenemos un punto de tensión e intriga sin ni siquiera empezar a leer.
“El nombre del viento” es la primera parte de una trilogía, como ya se intuye al negociar Kvothe con Cronista los tres días de narración: “Crónica del Asesino de Reyes: primer día”. Supongo que el segundo y el tercer día serán la madurez y el momento actual del protagonista.
Su autor, Patrick Rothfuss nació el 6 de junio de 1973 en Madison, Wisconsin, EE.UU. y es de los pocos que en su primera novela consiguen buenas críticas y el reconocimiento del lector, además en un género como la Fantasía que no es muy dado a los best-sellers. Ha sido un duro trabajo de catorce años pero por la fluidez y naturalidad de su prosa, el desarrollo de la historia y sus personajes, ha valido la pena.
Ya está preparando la segunda parte: “El miedo del hombre sabio”. Esperamos que sea tan buena como esta primera parte de la trilogía. Espero con muchas ganas su continuación pues hacía ya tiempo que no leía una novela de Fantasía tan interesante en su historia y de esta calidad literaria.
Esperando vuestras opiniones, saludos y hasta pronto.
2 comentarios:
Me considero un lector de lo más normalito. Suelo leer 20 libros al año más o menos. A veces he releído algún libro después de varios años. Lo que nunca había hecho hasta ahora es volver a leer un libro inmediatamente después de haberlo terminado. Eso es lo que me ha pasado con El nombre del viento. Comencé un poco sin querer con el primer capítulo y seguí, seguí, seguí hasta que lo volví a leer. Sobran comentarios sobre si me ha gustado o no ¿verdad?. Me gustaría saber cuando va a salir la segunda parte.
Hola Santi . No me extraña nada que El nombre del Viento te haya entusiasmado tanto. Como tampoco que lo hayas releído nada más terminarlo. Yo lo leí con deleite y releí trozos, capítulos enteros nada más terminarlo. Es un libro que marcará época. En cuanto a la segunda parte, ya está en marcha pero claro hasta que nos llegue... De todas maneras como ha sido un gran éxito creo que la editorial no se dormirá. Gracias por tu opinión y hasta pronto.
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