
El argumento base de esta GAII es que, si en el pasado los enemigos de Iron-man se las han arreglado para tomar el control de su armadura y utilizarla a su antojo, ahora alguien controla el sistema nervioso del ser humano que va dentro y por extensión su propio cuerpo, lo que llevará a Tony Stark a enfrentarse al responsable con la ayuda de su fiel escudero Rhodey a la vez que hace frente con sus facultades mermadas a un clásico adversario que regresa con renovados bríos y muchas ansias de venganza: el Laser Viviente.
Sin llegar a la narrativa descomprimida tan propia de los tiempos actuales, Byrne se lo toma con bastante calma a la hora de contarnos esta historia, que va intercalando con un argumento secundario que trae de regreso al Mandarín y recupera a Fin Fang Foom, un monstruoso dragón cuyo origen se remonta casi a la prehistoria Marvel (Strange tales nº 89 USA, 1961).

Y respecto del dibujo, estamos ante un Romita que se ha aleja tanto del clasicismo de sus primeros trabajos (Amazing Spider-man o Iron-man) como del estilo más sobrio y equilibrado pero a la vez único y reconocible de su actual producción. Este tebeo se situaría en una etapa intermedia en la que también dibujó Unncany X-Men o Daredevil, y que se podría definir como de experimentación y búsqueda de una identidad propia como artista: un trazo más nervioso, líneas finas sabiamente combinadas con mucha mancha negra, gran expresividad -me atrevería a decir que incluso expresionismo- en detrimento del detalle y, sobre todo, espectacularidad plasmada en unas escenas de acción que se desarrollan sin prisa pero sin perder ni un ápice de dinamismo.
Todo ello hace de este Iron-man una obra que sin estar a la altura de lo mejor de los autores merece un hueco en cualquier estantería. El único punto negativo sería el hecho de que en la presente edición concluye antes de que eclosione la trama del Mandarín, privándonos así de la oportunidad de disfrutar de la saga que enfrenta al cabeza de lata con su némesis (con permiso de Obadiah Stane), conocida como ‘La Semilla del Dragón’.

Otro problema sería la extensión de los tebeos que restan por publicar de este Iron-man de Byrne, que exceden en número total de páginas las alrededor de 200 que habitualmente tienen los libros del coleccionable, aunque dejando fuera los tebeos que siguen a ‘La Semilla del Dragón’ la idea no resulta tan descabellada. Confiemos en Panini.
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