Publicado por la Editorial Planeta DeAgostini.
- Los siete soldados de la victoria nº 0 (grapa).
- Zatanna (tomo).
- Manhattan Guardian (tomo).
- Caballero Brillante (tomo).
- Klarion (tomo).
- Bulleteer (tomo).
- Frankenstein (tomo).
- Mister Miracle (tomo).
- Los siete soldados de la victoria nº 1 (grapa).
EL ENÉSIMO MEGA EVENTO, Y VAN ...
En un mercado tan saturado como es el de hoy en día, hay que pensárselo dos veces antes de decidir seguir cualquier gran evento que nos puedan ofrecer las dos editoriales principales del cómic mainstream americano. Tengo que admitir que al día de hoy no estoy picando con ninguno, y en mi particular opinión es casi mejor no hacerlo, pues habitualmente lo único que se saca de ello suele ser un quiero y no puedo, con la consiguiente decepción.
En un principio, una de las causas de la aparición de cualquier macrosaga fue su utilidad para renovar conceptos y cambiar el status quo de los personajes para su relanzamiento, después de una larga y en algunos casos insostenible trayectoria dentro los universos superheroicos de aquel entonces. Universos fértiles que, en sus primeros años, estaban perfectamente construidos a partir del cariño y la ambición por dar la tridimensionalidad, tan necesaria, tanto a personajes como al entorno que les rodeaba. Todo esto viene a cuento por ser algo que, pese a no estar muy lejos de lo que significó la primera y original macrosaga como fue Crisis de la tierras infinitas que, no lo olvidemos, se publicó principalmente para poder poner algo de orden al universo DC. Éste era un universo que por aquellos tiempos se les había escapado de las manos y estaba envuelto en un caos de insostenible manejabilidad, sufrido tanto por parte de los autores implicados como por los lectores que tenían un sinfín de mundos paralelos formando un laberinto, en el que era más fácil acertar una primitiva que adivinar quién era quién, y de dónde provenía cada cosa. Al día de hoy, todo esto es muy engañoso, pues si hay algo que se puede afirmar categóricamente es que, sobretodo, sirven para incrementar el nivel de ventas siempre a la baja, y siempre perdiendo terreno respecto al manga. Por lo demás, lo único que suele conseguirse es llevar todo hacia aguas pantanosas, de las que a la larga suele ser muy difícil salir, y que incluso suelen poner a más de uno en situaciones que difícilmente se cree nadie con dos dedos de frente. Todo esto consigue que, al final, acabe por convertirse en un bluf de dimensiones gigantescas, donde acaba por no pasar nada bueno digno de recordar, después del tan esperado evento, y en el que un aficionado con memoria pez no se perdería nada demasiado remarcable y posiblemente, incluso, lo agradecería.
Pues bien, después de todo este rollo y aún pensando así, uno parece que nunca escarmienta, debido a que debe sufrir una miopía galopante sobre sus propias palabras, y decide dar una oportunidad a una de estas macrosagas ¿Por qué ésta y no otra? Pues supongo que por varias razones, para empezar, ésta no parece que vaya a ser uno de esos chungui-eventos por todo lo grande, donde te prometen que nada volverá a ser lo mismo. Además el nombre de Grant Morrison suele ser en algunas ocasiones una cierta garantía, sobretodo, si es un proyecto de esos que le dejan manga ancha para hacer lo que quiera, aunque sea dentro de un acotado terreno, en el que a nadie le importa quién se constipa y quién no. También la fórmula de publicación en tomos unitarios por personaje y con dibujantes distintos tiene que ver, aunque la saga en sí esté construida para ser leída con un orden distinto al de los tomos por separado, pero bueno, al fin y al cabo, el orden siempre lo podemos cambiar nosotros, una vez ha finalizado su publicación y, de esta forma, se consigue una mayor solidez y unidad en el formato, aunque ello repercuta en la integridad de la obra. Y, por último, el que sean personajes no ya de segundo nivel, sino, incluso de tercer nivel, algo que, por cierto, es algo que siempre ha sabido sacarle bastante partido el señor Morrison, además de conseguir una total indiferencia por parte de los grandes mandamases, más preocupados por jugar en ligas mayores.
UNA HISTORIA DE GRANDES PROPORCIONES
“Cuenta la leyenda que cuando los Sheeda vengan a segar la tierra, siete soldados los derrotaran. Vendrán a por nuestras vidas, nuestras ciudades, nuestros recursos, nuestros logros, y nadie ha podido pararles jamás”
Ésta es la historia de siete soldados destinados a salvar el mundo de una civilización, gobernada por una reina malvada perteneciente al mundo de los Sheeda, la tierra del sol vampiro, una especie que proviene de la misma tierra, pero en un futuro muy lejano, en el confín de los días, sobre una tierra moribunda. Los Sheeda, cada ciertos años, deciden reconstruir su armada y prepararse para cosechar en siglos anteriores, y lo hacen viajando por el tiempo, y consumiendo su propia historia. Llegado a este punto en el que ya conocemos contra que amenaza tienen que luchar nuestros valerosos héroes, sólo nos queda por conocer hasta que punto Morrison consigue desarrollar dicho planteamiento, acoplar todos los elementos y a dónde nos llevará todo esto. Siete tomos para siete héroes. Comienza la aventura.
LLEGAN LOS SIETE SOLDADOS
Partimos de la base en que cada uno de los siete personajes representa a un tipo de héroe distinto, donde, curiosamente, nunca acaban por encontrarse de manera directa en ningún momento de la saga. Esto no quiere decir que no haya multitud de elementos que saltan entre las diferentes series, conformando una especie de tela de araña que va cobrando forma conforme vamos avanzando en la historia. La sensación de que estamos ante una historia Kirbyniana se palpa en el ambiente. Siete soldados enfrentados a un poder oscuro que nos recuerda inmediatamente El cuarto mundo creado por el rey Kirby. Un pequeño universo que pretende explotar todo tipo de conceptos revolucionarios, a los que es tan promiscuo el propio Morrison, aunque, en este caso, tomando como base a unos personajes metidos ya de lleno en el Universo DC.
ZATANNA
La magia está personificada en Zatanna, una creación de Gardner Fox y Murphy Anderson en 1964 dentro de la colección de Hawkman. Hija de un gran mago cuya magia, al igual que su padre, proviene de su habilidad en realizar cualquier deseo, sólo con pronunciarlo al revés. De personalidad insegura y con un gran sentimiento de culpa, siempre está buscando encontrarse a sí misma, pues, tiene la autoestima por los suelos. Curiosamente, todo depende de la relación que se establecerá entre la propia Zatanna y su alumna Mist, pieza fundamental en el reencuentro con su autoestima como heroína, algo que, desde un principio, deja claro que no le hace demasiado ilusión ser. Ella es el único de los siete soldados que ya formaba plenamente parte del Universo DC, y un tipo de personaje que parece que le encanta al propio autor, pues siempre está envuelto en una dinámica en la que nada es lo que parece. Morrison consigue trazar una trama bastante sencilla y para nada confusa, aunque no por ello faltan conceptos tan del estilo de Morrison, como esos universos que comparten el mismo espacio-tiempo, como si fueran membranas con distintas leyes científicas, unidas por un hilo misterioso que traza su destino y lo mantiene todo unido.
En este tomo se nos mostrarán muchas de las pistas necesarias para establecer una cierta lógica en los acontecimientos de tan extraña historia, desde recuerdos del pasado, con más poder en la historia de lo que parece, hasta objetos simbólicos que aparecerán en muchos momentos a lo largo de la historia. Tampoco Morrison pierde oportunidad para hacernos el consiguiente guiño al propio lector, con la habitual relación semiconsciente del personaje de Zatanna con el propio lector-autor (algo como esto ya lo había utilizado en Animal Man), donde el propio cómic, representando lo bidimensional, siente la presencia de un ente superior representante del mundo tridimensional, todo envuelto en un juego simbólico con el que Morrison quiere hacernos entender la importancia implícita al sentido de las cosas, dependiendo de quién sea el receptor, pues el emisor, el propio autor, sólo está para poner el andamiaje a todo. Hay que destacar el uso de los cliffhangers al final de cada número y el magnífico entintado de Mick Gray sobre unos prometedores lápices de Ryan Sook, autor aún por explotar. Actualmente se está preparando una nueva serie para la línea Vertigo, de la que se encargará Matt Wagner.
MANHATTAN GUARDIAN
La tecnología, junto al poder corporativo, la tendremos en Manhattan Guardian, tercera encarnación de un personaje creado originalmente por el gran Jack Kirby en los años cuarenta, junto con la original legión de repartidores. En los setenta, dentro de Superman`s pal, Jimmy Olsen, una colección perteneciente al cuarto mundo, tendrá lugar su segunda encarnación, esta vez como el Guardian Dorado, siendo éste una clonación del guardián original, un policía llamado Jim Harper. Jake Jordan el actual Guardian, es un expolicía muy afectado por la muerte de un niño de 13 años, y de la que es responsable directo, después de una terrible confusión. A partir de entonces pierde toda su confianza, y su vida acaba en un agujero del que se ve incapaz de salir. Pasan los años, y, circunstancias de la vida, acaban por proporcionarle a Jake el poder convertirse en un nuevo héroe urbano, aunque, eso sí, bajo el control de una corporación de gran poder dentro de los medios de comunicación. De nuevo, aparece la culpa como motor del personaje. En este caso el ofrecimiento de esta segunda oportunidad es utilizada por Jake para poder resarcirse, a la vez que sirve como una especie de evasión a todo ello.
Este nuevo Guardian no parece que tenga vocación de héroe y salvador, pese a que Jake ha sido policía. Mas bien es un vehículo para olvidar ese pasado que está marcando tanto su vida. Aquí ya se nos cuenta de una forma más especifica de que va todo esto, cuál es la amenaza que acecha a la tierra, cómo encaja todo dentro del tiempo y el espacio. Quizás, ésta sea, de todas la series, la que menos sorprenda al lector. Aquí se nota que Morrison pone un poco el piloto automático, incluyendo lo que parece algún que otro guiño a sus Invisibles, pero, de donde más bebe, es sin duda de Jack Kirby, y no sólo por ser creación de él, sino por respirarse ese aire tan clásico en ciertos momentos, pasados bajo el rebozado del estilo Morrison. Cameron Stewart hace un trabajo bastante funcional con ese estilo tan clásico que le caracteriza y que a nadie va a sorprender, pero, seguro que tampoco defraudará.
EL CABALLERO BRILLANTE
El honor y el valor vienen de la mano del Caballero Brillante, Justin, un soldado desplazado en el tiempo que, además, tiene que hacer frente a un mundo extraño a sus ojos. Éste es un tomo bañado, en gran parte, por ese estilo épico tan característico de las grandes leyendas artúricas, influenciando fuertemente libros como El señor de los anillos. El que esta historia parta desde un reinado como el de Camelot, tan distante en el tiempo, hace que, sin duda, se refuerce el que estemos ante una historia compuesta de personajes totalmente divergentes que acaban por converger en un punto final que acabe por unir todas las piezas del fatídico puzzle. Empezaremos a descubrir muchos de los elementos básicos que lleva arrastrando la historia hasta estos momentos. El castillo rodante, los siete tesoros imperecederos, Gloriana Tenebrae, la profecía de Morrigu, Mordredd el imparable. Justin, representa el origen de las leyendas heroicas, la esencia del héroe de hoy en día, la pureza del héroe cuyo principal objetivo es la victoria sobre el mal a cualquier precio. Por supuesto, todo ello hace que sea el único que se vea envuelto en una especie de estado febril que hará que surjan con bastante fuerza todos esos demonios internos que llevamos todos dentro.
Nuevamente la culpa tiene su peso en nuestro héroe, en este caso de forma directa, encarnada en un ente que no hará más que recordarle su peso, en el signo fatídico de los acontecimientos ocurridos al Imperio de Camelot ¿Cuánta culpa hará falta para poder doblegar el espíritu de un héroe en estado puro? En cuanto a la parte artística, destacar, sobretodo, la espectacularidad de la puesta en escena de la que hace gala un Simone Bianchi, desplegando todo su buen hacer para conseguir ese tono épico, tan necesario para la historia. Quizás, lo peor, es su torpeza narrativa, un tanto rígida, principalmente en las expresiones. Pese a todo, es una muy grata sorpresa.
KLARION
La brujería está presente en el mundo subterráneo de Klarion, un niño de aspecto pálido que siente una gran curiosidad por el mundo exterior, y que duda de las costumbres y leyendas de su propio pueblo. El Klarion actual es una recreación de Grant Morrison a partir del original creado por Kirby, cuya primera aparición se produjo en las páginas de la colección de The Demon en el año 1973.
Se nos presentará como un joven aventurero, impulsivo y rebelde que vive en una sociedad religiosa secreta localizada en el subsuelo de Nueva York, donde por nacimiento tienen marcado un destino de esclavización y servidumbre después de su muerte. Y es este desafortunado destino lo que acaba por marcar la vida de nuestro joven protagonista que, no muy conforme con todo esto, se agarrará a la esperanza de revelarse contra todo, sumergiéndose en un sentimiento de esperanza en el que poder hacer realidad sus sueños de liberación, en que haya algo sólido y tangible a lo que poder agarrarse y dé sentido a su vida. Algo que valga la pena por lo que revelarse y enfrentarse a ese poder fáctico que los tiene sometidos, hechizados con promesas de pureza si consiguen aislarse del exterior, temiendo el cambio. Pero, ¿y si prefieren ser impuros?
Todo ello dibujado por Frazer Irving, un dibujante un tanto desconocido que consigue una gran ambientación utilizando un estilo bastante particular, a lo que hay que añadir un color que, en muchos momentos, casi roza el bitono.
BULLETEER
La ciencia es la que consigue convertir a una chica normal en especial, alguien que no pidió sus poderes, y que se pregunta del por qué la gente tiene tanto interés por sentirse especial. Curiosamente, acaba por convertirse en el típico ejemplo de obtención de poderes sin desearlo en ningún momento, y esto acabará por ser algo que marcará mucho su personalidad y su comportamiento a partir de ese momento. Quizás ser un superhéroe no está tan mal, sobretodo con esos trajes de colores tan ajustados, esa fama que parece que pueda abrirte todo tipo de puertas. Pero claro, no todo es lo que parece, no todos acaban siendo grandes superhéroes a los que todos conocen y veneran.
Siendo las heroínas en muchos casos catalogadas como mujeres objeto, debido a ciertos comportamientos un poco distantes del que se supone que debe seguir cualquier héroe, da mucho que pensar a nuestra protagonista Bulleteer, un tanto asqueada por todo esto. Aspecto que en su caso es único y reconocible fácilmente, al tener su piel permanentemente cubierta de una capa de piel sintética superfuerte. Es curioso como Morrison utiliza un doble juego, entre lo que más odia la protagonista, el convertirse en una chica posturitas, y por otra parte, los continuos encuadres a los que le somete el dibujante canadiense Yanick Paquette en muchas de las viñetas, con un despliegue digno de la mejor época Image de Jim Lee, al que por cierto supera ampliamente en calidad de dibujo. Lo dicho, una miniserie en la que Morrison aprovecha para ponerse un tanto irónico con el universo superheroico, donde, incluso, introduce una convención de superhéroes a modo de guiño a los salones del cómic, algo que hizo también Alan Moore en la colección de La Cosa del Pantano, hace ya unos cuantos años.
FRANKENSTEIN
La venganza y la ira es sin duda la principal cualidad de Frankenstein. Basado en el clásico personaje de la literatura popular, siendo quizás el único que no siente remordimientos de culpabilidad de una forma clara, aunque, en el fondo quizás necesite de sus acciones para reforzar la idea del Frankenstein como ser individual, independiente de su creador, del que toma el nombre, sin duda un guiño a las raíces de las que tanto beben los propios cómics de superhéroes. Se nos presentará como un monstruo fuera de su tiempo, en lucha tenaz por un mundo del que parece que se ha encariñado. Es cierto que, quizás, el utilizar un personaje que es abocado a ese estatus de antihéroe de una forma irremediable, es algo sin duda muy del gusto del guionista escocés, encantado en todo momento de poder retorcer cualquier concepto clásico e intocable.
Si bien aquí la acción cobra el principal protagonismo, lo que sí viene muy marcado es esa sensación de cambio, vinculada a esa idea de transformación y renacimiento que está perfectamente reflejada en todo momento en la trama principal de Los siete soldados, y, por supuesto, en el propio Frankenstein. Además, ésta es una saga en la que la supervivencia, el cambio y la culpabilidad son uno de los motores que impulsan en todo momento la historia y, también, en parte, a todos y cada uno de los siete soldados, en mayor o menor medida, y de distinta forma a cada uno. Esta serie es, quizás, la que menos marcada tiene la sensación de culpabilidad, y el protagonista en ningún momento busca la redención, ni se siente redimido, pues es el único que, con el cambio, nunca llegara a ser mariposa, teniendo claro su permanente papel de gusano y antihéroe a la vista de la humanidad. Curiosamente será de los que tengan un papel fundamental en el transcurso de la trama. El dibujo corre a cargo de Doug Mahnke, dibujante con un estilo que intenta acercarse al de Frank Quitely, aunque sin conseguirlo, pero aun con todo, es una perfecta elección para plasmar a un personaje como éste y el estilo de narración de la propia trama.
MISTER MIRACLE
Mister Miracle representa la lucha por lo imposible, por superarse a uno mismo y a esos demonios internos que hay en cada uno. Este artista de las fugas es un personaje que busca siempre el más difícil todavía, y que, principalmente, va a tener que superarse y no ceder ante ese lado oscuro que está siempre presente y acechando en todo momento y lugar. Siendo ésta una historia que huele tanto al propio Kirby y a su cuarto mundo, aquí Morrison parece pedir el más difícil todavía, al enfrentarse al propio Kirby, retarlo en su propio terreno, en un asalto al que nadie gustaría protagonizar. Pero estamos hablando de Morrison claro está.
Mister Miracle es posiblemente la creación más conseguida de todas la que creo el rey Kirby en El cuarto mundo, con permiso de Darkseid, y ésta, es sin duda, la miniserie en la que sale más perjudicado el propio Morrison, pues al constante cambio de dibujante, después de un primer número dibujado por nuestro Pasqual Ferry, hay que decir que en ningún momento consigue la espléndida ambientación de la que hacia gala la serie original de El cuarto mundo, pero claro, los sustitutos de Ferry no tienen ni su calidad, ni demasiado tiempo para currárselo. A todo esto, hay que añadir que ya no estamos ante el clásico personaje encarnado por Scott Free, en este caso ocupará su lugar un afroamericano llamado Shilo Norman, con el que no sabes muy bien si es otra apuesta arriesgada de Morrison o un signo de respeto por el original. Es cierto que parte de la esencia esta ahí. El jugar con la muerte, enfrentarte a ella en todo momento y pretender a la vez escapar de una vida que siempre te obliga a cambiar, siempre te obliga a no parar en ningún momento, y todo para acabar llegando al final de esa espiral que es la propia muerte.
CONCLUSIÓN
En definitiva, un evento un tanto peculiar -del que os ahorraré los detalles de los números de inicio y fin de la saga, magníficamente dibujados por J.H. Williams III- que tratará de buscar la mirada del lector desde diferentes puntos de vista. Bien sea como homenaje a El Cuarto mundo de Jack Kirby, donde se apuesta por lanzar una serie de ideas en continuo, donde la aventura debería de conseguir imponerse a todo lo demás debido a todos los ingredientes con los que juega Morrison. También podemos verlo como una puesta al día del concepto superheroico, en un intento de retroalimentación partiendo desde los propios inicios e intentando distanciarse de ciertos conceptos nacidos de un universo no demasiado necesitado, a estas alturas, de ese oscurantismo que se originó a partir de la finalización del Watchmen de Alan Moore. Y por último, una reflexión un tanto lanzada al aire hacia el propio lector, incluyendo a los personajes tan abocados al cambio continuo a lo largo de toda la historia, en una especie de explosión y derribo con lo que poder deleitarse con el propio concepto del arte.
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