jueves, febrero 14, 2008

CRÍTICA: SÓCRATES EL SEMI-PERRO de Joann Sfar & Christophe Blain

Un neófito en la materia como soy con todo lo relacionado con Sfar y Blain, y después de que varias personas me hablaran maravillas de estos dos autores, tenía claro que algún día “pecaría” y “picaría” con alguno de sus innumerables títulos que tienen publicados aquí y todavía los que faltan por publicar, porque estamos hablando, no nos engañemos, de dos autores que son verdaderos “todoterrenos” a la hora de producir y publicar álbumes.

Y salomónico que es uno, y no sabiendo por quién empezar, decidí tomar una solución neutra que me permitiera disfrutar de ambos a la vez: opté por leerme los dos primeros álbumes de la serie de Sócrates, el semi-perro: Heracles y Ulises, publicados por la Editorial Sins Entido, que son los que de momento se han publicado en Francia por Editions Dargaud de esta serie que sigue abierta.

Todo hay que decir que también me decanté por este título a raíz de mi gusto por la temática grecorromana, su historia y su mitología, y por la curiosidad de cómo ambos autores habrían enfocado el manido tema de los mitos y leyendas clásicos de la antigua Grecia.

Aquí ya empezamos por introducir una variante al tema planteado, y es la inserción de un personaje ficticio nuevo, en este caso un perro, como narrador de la historia en primera persona, un semi-perro como él mismo se cataloga al ser la mascota de un semi-dios como es Heracles.

Por lo que he podido indagar, Sfar es propenso a utilizar el recurso de emplear animales con el don del habla para narrarnos las diferentes historias que nos plantea (lo vemos claramente en El gato del rabino, obra a la que también le tengo que hincar el diente, aparte de series como La Mazmorra donde los protagonistas son seres antropomorfos), como introductores del tema a tratar y como verdaderos aparatos donde volcar todo lo que le pasa a la cabeza al autor, aprovechando que lo que pueda razonar realmente lo dice un animal que, por lo que todos tenemos entendido, en principio es un “animal irracional” (esta aseveración última habría que discutirla mucho en los tiempos que corren, y habría que dilucidar quienes son realmente los “irracionales”, ¿no creéis?).

Sócrates acompaña a su “amo” en todas sus aventuras y correrías, siendo su conciencia y teniendo claro que no es un perro como los demás, pero actuando como si lo fuera en actitudes claras de sumisión hacia su amo, siendo su fiel aliado y su confidente, cosa que exaspera a veces a Heracles porque es capaz de razonar por su cuenta y él, en realidad, quiere a un perro que haga cosas de perro. ¿Es mucho pedir? Y Sócrates, como buen "filósofo" que es, busca constantemente el lado "razonable" de las cosas y actitudes, tratando de llevar por el buen camino a su hosco amo, intentando demostrar con palabras (pero no con hechos) que todo se puede llevar por un mejor cauce en la vida, con rectitud y firmeza, con sentido y buena orientación, pero llegando a la conclusión que él es un simple perro y su amo un humano, y como en toda relación de especies de este tipo, las palabras se las lleva el viento, y un perro, quiera o no, vive en sumisión respecto a su amo y protector.

En el primer tomo de la serie, pensamos que todo lo que razona Sócrates es sólo conocido por él mismo, dándose a entender que el autor le da el don de la palabra solamente para explicar al lector quién es Heracles, contarnos los diferentes “trabajos” a los que se debe enfrentar, y sus devaneos amorosos con cualquier hembra que se le ponga a tiro.

Heracles es el prototipo de hombre al cual se le ha dado un poder por ser el hijo de quien es, y el cual sólo vive para correr aventuras, superar las pruebas, seducir a las mujeres, y, por supuesto, comer y dormir. Es el “músculo”, mientras que Sócrates es la mente pensante, capaz de reflexionar como un humano pero sin serlo, ser coherente sin poder demostrarlo, ser un “filósofo” pero que es incapaz de poder huir de su verdadera condición.

Este largo circunloquio, o discernimiento pragmático de los hechos conocidos por Sócrates, propios o ajenos, que nos plantea Sfar lo lleva de una forma magistral, dando en la llaga en muchos aspectos de la naturaleza humana que un no-humano es más capaz de discernir. Diálogos y reflexiones con sentido, entre las mujeres y el semi-perro, donde por la naturaleza humana el hombre parece que está al margen de lo racional, siéndole más fácil llegar a lo irracional. Pero esta digamos "filosofía barata" que es capaz de transmitir y "ladrar" Sócrates, provoca también situaciones hilirantes que desmontan a veces todo lo que de certeza tiene el concepto moralizante y ejemplarizante de sus palabras y reflexiones.

Sfar utiliza, en el primer volumen, el recurso de citar constantemente máximas sobre la actitud del hombre hacia la vida y hacia los que les rodean, usando y citando como ejemplo, positiva o negativamente, a Heracles en boca de Sócrates, y para ello Blain necesita una única página aproximadamente por máxima, utilizando una composición clásica de las viñetas, 6 por página en 3 filas de 2. En el segundo tomo utiliza la misma composición clásica en cada página, pero esta vez, a diferencia del primer volumen, las viñetas son perfectamente cuadradas de lados totalmente rectos. ¿Un cambio consciente?

En cambio, en el segundo volumen, con lo conseguido por el guionista en el primer tomo que era ponernos en antecedentes de lo que se quiere narrar de ahora en adelante, ya vemos una narración con más acción, más en busca de la confirmación de los hechos, actitudes y precedentes de nuestros dos protagonistas vistos en el primero, y ya buscando la simple aventura por toda la Grecia Homérica, como si de una nueva "Odisea" se tratara, donde van apareciendo constantemente personajes históricos y míticos, entre ellos Ulises que da nombre a este segundo volumen, incluyendo también procronismos como el de Jonás y la ballena, que tienen su papel secundario claramente definido, pero a los que se les extrapola calificativos nuevos completamente desconocidos y diferentes para nosotros de lo que siempre hemos conocido de ellos. Y, aquí, Sfar pone en juego una impresionante capacidad de dar constantemente vueltas de tuerca a lo históricamente conocido, hechos, no nos olvidemos, que forman parte de la leyenda y donde las fuentes clásicas escritas fidedignas son conocidas por su escasez.

Todo esto ayudado por el potente, simple y esquemático al mismo tiempo dibujo de un Blain que nos demuestra que con trazo sencillo, una línea difusa pero clara, de fuerte y sucio sombreado, sin buscar en ningún momento el detallismo exacerbado, y usando unos colores planos (de Audrè Jardel), son suficientes para tratar una obra como ésta, que no busca la espectacularidad de las imágenes, que evita lo superfluo para potenciar y centrarse en el diálogo, siendo el dibujo un mero recurso que apoya la fuerza del guión sin imponerse en ningún momento sobre él, ya que se busca que el lector reflexione respecto a lo que se cuenta y no lo retenga en su retina meramente por lo que el dibujo en sí pueda aportar visualmente. Eficiente, eficaz y efectivo.

Pues nada, habrá que ir pensando en comprarse más obras de estos autores, aunque mucho me temo que, con ellos, no voy a dar abasto. Con estos artistas descubres una nueva forma de narrar y representar las cosas dentro del noveno arte, y esto siempre es una bocanada de aire fresco digna de saborear constantemente.

Y, para rematar la jugada, aquí os dejo algunos enlaces de posts que se han hecho en este blog sobre estos dos autores:


Un saludo cordial.

2 comentarios:

Mar dijo...

Estáis que os salís!!
Qué gustazo de lectura son estos dos tomitos y esperando el trecero con unas ganas...

Besitos

;-D

EduXavi dijo...

Sipi.
Desde luego, entre todos conseguiréis que me enganche a la lectura de estos dos jóvenes autores y su vasta obra ya publicada.