Siguiendo esta línea infantil me pregunté por qué no buscar libros de dragones pero para niños, en toda su variedad posible como cuentos, leyendas, cuentos ilustrados, juego-cuento... Y la verdad es que hay tanta variedad y todos tan bonitos y tienen tanto que ofrecer (para conocer a los dragones, para convivir con ellos, para educarlos o ser sus amigos, por su autor, por sus ilustraciones, su misterio e incluso miedo), que es muy difícil hacer una selección. Me hubiera gustado presentarlos todos, pero no puede ser. Así que he elegido tres de ellos. Estos tres libros son todos, de principio, libros dirigidos a los niños pero también los mayores los podemos disfrutar y aprender de ellos. Los tres libros tienen en común la relación que establecen niños y dragones, porque son los niños los protagonistas y son los que mejor comprenden a los dragones. Los tres presentan valores que los niños deben saber y los adultos no deben olvidar. Escritos en épocas muy distintas, por autores distanciados en el tiempo pero no en las intenciones de hablar a los niños de unos seres maravillosos y de transmitirles su cariño por los dragones. Y, por último, tienen en común unas estupendas ilustraciones, con unos ilustradores que han plasmado todo su arte para mayor gloria de los dragones y gran entusiasmo nuestro. Aquí los tenemos.
Dragón. Texto e ilustraciones de Jody Bergsma (Ediciones Obelisco). En el reino de Lugin, en plena tormenta de otoño, la reina ha dado a luz un hermoso niño. Cuando el rey lo sostenía en sus brazos, el búho blanco le proclama un reinado brillante y le dio el nombre de Langilor. Al mismo tiempo en el Bosque Oscuro, en el clan de los dragones, de un gran y brillante huevo, un bebé dragón rompió el cascarón. No se parecía a ningún otro: su color era de cobre y sus ojos brillaban como brasas. Se le puso el nombre de Saras.
El príncipe crecía con lentitud, amaba el silencio y le gustaba la paz de los jardines reales. Hablaba poco pero tocaba la flauta con gran habilidad. Todo lo contrario que el dragón Saras. Era fuerte y rápido y muy osado y atormentaba a los dragones más pequeños. Y cosa inaudita: ¡quería volar!
En el noveno cumpleaños de Langilor, los Consejeros Reales que temían que no fuera fuerte para ser rey, le regalaron armas, su padre un pequeño potro. Y lo mejor de todo: la propia reina de los duendes, Rhiannon, le regaló un arco y flechas que no erraban el blanco, un hermoso medallón y una profecía: debía mostrar su valor en una prueba para reclamar el trono. También en el bosque hay novedades. El Consejo de Dragones llama la atención a Saras y, ante su insolencia, lo destierran a la Montaña de los Cuervos. Un cuervo se burla del joven dragón y éste, enfurecido, le lanza ¡una llamarada de fuego! Saras comprende lo fuerte que es y quiso dominar el reino.
Pasó el tiempo y Langilor estudiaba y cabalgaba en su potro pero los Consejeros se quejaban de que no supiera utilizar las armas. Saras seguía haciendo desastres y los dragones querían detenerlo pues temían que el rey ordenara la muerte de todo el clan. El rey estaba preocupado por su reino pero los caballeros no conseguían nada contra este dragón volador y escupe-fuego. A los doce años de Langilor se reunieron los Consejeros Reales y concluyeron que Langilor debía retirarse y encontrarle un sustituto. Con gran tristeza Langilor se retira al jardín a pensar en su futuro cuando se le aparece un brillante cisne blanco que le dice que vaya en busca del dragón, él sólo. Armándose de valor decide seguir su consejo y marcha a la Montaña de los Cuervos.
Su esfuerzo no será en balde pues a pesar de las bravuconerías del dragón, Langilor utiliza su inteligencia y astucia para vencerle. Pero caen heridos los dos. Langilor es socorrido por los duendes y la reina Rhiannon le indica que cuide al dragón, al que tienen encadenado. Al sanar al dragón también el príncipe sanará. Langilor atiende al dragón, lo cura, charla con él y cuando el dragón está enfadado y no quiere hablar, toca la flauta para tranquilizarlo. Langilor gana en confianza y seguridad en sí mismo. Saras va curándose y suavizando su carácter pero ansía la libertad. Hasta que un día Saras, se siente fuerte para romper sus cadenas y escapar. Acude Langilor y lo llama: algo se mueve en el corazón del dragón y comprende que tenía en Langilor a su primer amigo. La vuelta a palacio fue de gran alegría y consideración hacia un joven que se había hecho amigo de un dragón y había demostrado su valor sin necesidad de violencia.
“Y así fue como el espíritu del fuego fue domado
en un reino entre dos mundos
y se creó una nueva alianza
entre hombres y dragones”.
Su esfuerzo no será en balde pues a pesar de las bravuconerías del dragón, Langilor utiliza su inteligencia y astucia para vencerle. Pero caen heridos los dos. Langilor es socorrido por los duendes y la reina Rhiannon le indica que cuide al dragón, al que tienen encadenado. Al sanar al dragón también el príncipe sanará. Langilor atiende al dragón, lo cura, charla con él y cuando el dragón está enfadado y no quiere hablar, toca la flauta para tranquilizarlo. Langilor gana en confianza y seguridad en sí mismo. Saras va curándose y suavizando su carácter pero ansía la libertad. Hasta que un día Saras, se siente fuerte para romper sus cadenas y escapar. Acude Langilor y lo llama: algo se mueve en el corazón del dragón y comprende que tenía en Langilor a su primer amigo. La vuelta a palacio fue de gran alegría y consideración hacia un joven que se había hecho amigo de un dragón y había demostrado su valor sin necesidad de violencia.
“Y así fue como el espíritu del fuego fue domado
en un reino entre dos mundos
y se creó una nueva alianza
entre hombres y dragones”.
Es una narración que nos lleva a los cuentos tradicionales. Contada con sensibilidad y con un buen ritmo y con detalles que le dan gran interés. Nos muestra que la bondad puede contra la maldad y la crueldad, que la amabilidad y la amistad son poderosas armas y que pueden convertir al más feroz enemigo en el mejor de los amigos. Ya vemos desde el principio el contraste de la crueldad del dragón con la sensibilidad del joven príncipe. La autora nos señala que no por ser sensible y amable, se es débil o cobarde. También nos recalca que el cariño y la amistad juegan a nuestro favor para llegar al corazón de los seres más malvados o crueles. Y uniendo inteligencia y cariño se pueden lograr lo que de veras deseamos.
La ilustración de Jody Bergsman nos muestra un mundo mágico en acuarelas de enérgicos colores, detallistas, con imágenes y símbolos del mundo de las hadas. El mundo celta se engarza rodeando y resaltando la imagen central con gran soltura y propiedad. Son imágenes de gran tamaño que nos permiten sumergirnos en un mundo de héroes bondadosos. Una gran combinación de un relato estupendo para mostrarnos la bondad de los seres con unas ilustraciones muy buenas que unen por un lado la gracia del mundo de las hadas y, por otro, el poder y la fuerza del mundo de los dragones.
Todos sabemos que los dragones son seres fieros y peleones y que la amabilidad no es precisamente su fuerte. Pero ¿qué pasaría si un dragón fuera justo todo lo contrario? ¿Existe realmente un dragón amable, sensible y que no acepta la violencia? ¿Será realmente cierta la leyenda que nos cuenta la lucha de San Jorge con el Dragón? ¿Es posible llegar a un entendimiento entre ellos dos? Estas preguntas ya se las planteaba en 1898 Kenneth Grahame. Hablemos un poco de este autor.
Kenneth Grahame nació el 8 de marzo de 1859 en Edimburgo (Escocia) pero, de muy niño, se trasladó a vivir con su abuela en Cookham, al sur de Inglaterra, a orillas del Támesis. Estudió en la escuela de St. Edward, en Oxford, pero no pudo asistir a la Universidad por falta de dinero. En 1879 empezó a trabajar en el Banco de Inglaterra llegando a ser su secretario y se retiró en 1908 por problemas de salud. Se casó en 1899 pero no tuvo un matrimonio feliz. Su único hijo, Alastair, siempre muy delicado de salud, se suicidó poco antes de cumplir veinte años, en 1920. Grahame tuvo una vida dura y tormentosa pero sus obras son luminosas, llenas de vida y de buenos sentimientos, como se demuestra en sus colecciones de relatos. Falleció en 1932. su obra maestra y más conocida es “El viento entre los sauces” publicada en 1908 (pinchad aquí para leer una adaptación de la misma que reseñó Susana en su momento), un clásico en la literatura infantil de todos los tiempos. Pero la colección de relatos “Dream Days” (1898) contiene una hermosa perla, una creación que merece toda nuestra atención: “El dragón perezoso”, que resolverá todas nuestras anteriores preguntas, en la versión ilustrada y adaptada por Inga Moore de la Editorial Parramón, 2004.
Hace muchos años en los Dows, vivían un pastor, su mujer y su pequeño hijo. El Muchacho cuando no ayudaba a su padre, pasaba la mayor parte del tiempo leyendo. Sus padres le querían mucho y estaban orgullosos de él pues sabían que todo lo que aprendiera en los libros le sería de utilidad. Leía todo lo que podía: historia natural y cuentos de hadas era lo que más le gustaba, y los iba alternando, una buena manera de leer. Una noche su padre volvió muy nervioso porque había un dragón en una cueva de las colinas. El Muchacho lo tranquilizó y dijo que él subiría a verlo y hablar con él, pues entendía de dragones. Cuando le vio le pareció muy grande pero pacífico, tumbado frente la boca de la cueva y admirando el paisaje. Charlaron y el dragón le dijo que estaba feliz en las colinas pero a veces un poco aburrido y puede que se quedara pues era muy perezoso, al contrario de los otros dragones que sólo hacían más que pelear. Coinciden por el gusto de la poesía pero el Muchacho le advierte que el pueblo puede ir a por él, por ser un dragón. El dragón no le da importancia y quiere volver a su poesía. El Muchacho tranquiliza a sus padres y les presenta al dragón. Y pasaron buenas veladas con el dragón contando historias y comentando poesía. Pero el Muchacho tenía razón y un dragón tan grande enseguida fue la comidilla del pueblo: no había hecho daño alguno pero era un dragón y, como tal, un azote, una peste y debían deshacerse de él. Pero no surgía ningún héroe y el dragón continuaba con sus historias y sus versos.
La ilustración de Jody Bergsman nos muestra un mundo mágico en acuarelas de enérgicos colores, detallistas, con imágenes y símbolos del mundo de las hadas. El mundo celta se engarza rodeando y resaltando la imagen central con gran soltura y propiedad. Son imágenes de gran tamaño que nos permiten sumergirnos en un mundo de héroes bondadosos. Una gran combinación de un relato estupendo para mostrarnos la bondad de los seres con unas ilustraciones muy buenas que unen por un lado la gracia del mundo de las hadas y, por otro, el poder y la fuerza del mundo de los dragones.
Todos sabemos que los dragones son seres fieros y peleones y que la amabilidad no es precisamente su fuerte. Pero ¿qué pasaría si un dragón fuera justo todo lo contrario? ¿Existe realmente un dragón amable, sensible y que no acepta la violencia? ¿Será realmente cierta la leyenda que nos cuenta la lucha de San Jorge con el Dragón? ¿Es posible llegar a un entendimiento entre ellos dos? Estas preguntas ya se las planteaba en 1898 Kenneth Grahame. Hablemos un poco de este autor.
Kenneth Grahame nació el 8 de marzo de 1859 en Edimburgo (Escocia) pero, de muy niño, se trasladó a vivir con su abuela en Cookham, al sur de Inglaterra, a orillas del Támesis. Estudió en la escuela de St. Edward, en Oxford, pero no pudo asistir a la Universidad por falta de dinero. En 1879 empezó a trabajar en el Banco de Inglaterra llegando a ser su secretario y se retiró en 1908 por problemas de salud. Se casó en 1899 pero no tuvo un matrimonio feliz. Su único hijo, Alastair, siempre muy delicado de salud, se suicidó poco antes de cumplir veinte años, en 1920. Grahame tuvo una vida dura y tormentosa pero sus obras son luminosas, llenas de vida y de buenos sentimientos, como se demuestra en sus colecciones de relatos. Falleció en 1932. su obra maestra y más conocida es “El viento entre los sauces” publicada en 1908 (pinchad aquí para leer una adaptación de la misma que reseñó Susana en su momento), un clásico en la literatura infantil de todos los tiempos. Pero la colección de relatos “Dream Days” (1898) contiene una hermosa perla, una creación que merece toda nuestra atención: “El dragón perezoso”, que resolverá todas nuestras anteriores preguntas, en la versión ilustrada y adaptada por Inga Moore de la Editorial Parramón, 2004.
Hace muchos años en los Dows, vivían un pastor, su mujer y su pequeño hijo. El Muchacho cuando no ayudaba a su padre, pasaba la mayor parte del tiempo leyendo. Sus padres le querían mucho y estaban orgullosos de él pues sabían que todo lo que aprendiera en los libros le sería de utilidad. Leía todo lo que podía: historia natural y cuentos de hadas era lo que más le gustaba, y los iba alternando, una buena manera de leer. Una noche su padre volvió muy nervioso porque había un dragón en una cueva de las colinas. El Muchacho lo tranquilizó y dijo que él subiría a verlo y hablar con él, pues entendía de dragones. Cuando le vio le pareció muy grande pero pacífico, tumbado frente la boca de la cueva y admirando el paisaje. Charlaron y el dragón le dijo que estaba feliz en las colinas pero a veces un poco aburrido y puede que se quedara pues era muy perezoso, al contrario de los otros dragones que sólo hacían más que pelear. Coinciden por el gusto de la poesía pero el Muchacho le advierte que el pueblo puede ir a por él, por ser un dragón. El dragón no le da importancia y quiere volver a su poesía. El Muchacho tranquiliza a sus padres y les presenta al dragón. Y pasaron buenas veladas con el dragón contando historias y comentando poesía. Pero el Muchacho tenía razón y un dragón tan grande enseguida fue la comidilla del pueblo: no había hecho daño alguno pero era un dragón y, como tal, un azote, una peste y debían deshacerse de él. Pero no surgía ningún héroe y el dragón continuaba con sus historias y sus versos.
Pero un día, en medio de gran fiesta y alegría llegó el propio San Jorge que les aseguró que les libraría de su enemigo. El Muchacho subió corriendo a las colinas para avisar al dragón. Éste estaba muy ocupado sacando brillo a sus escamas y no le prestó mucha atención y no quiere recibir a San Jorge ni quiere luchar: ya lo arreglará el Muchacho. Bajó muy preocupado y decidió hablar con San Jorge. Le explicó que el dragón era bueno y le gustaba la poesía y no había hecho ninguna maldad. San Jorge ha oído muchas historias de otro tipo pero al saber el comportamiento del pueblo, accede a hablar con el dragón y arreglar la situación. El dragón lo recibe con gran amabilidad y entre los dos, como ninguno de los dos quiere pelear ni hacerse daño, deciden que montarán el espectáculo de la manera más espectacular posible para contentar al pueblo. Así lo hacen y queda un bonito espectáculo donde nadie sale herido. San Jorge se dirige al pueblo y les convence de que el dragón es bueno y que ellos deben respetarlo también y no deben querer luchas de ningún tipo. Lo celebran con un gran banquete y un gran protagonista: el dragón.
Contado como un cuento de antaño, “El dragón perezoso” nos lleva a otros tiempos, donde lo maravilloso era posible. Nos presenta a un dragón atípico pues es amable, perezoso y amante de la poesía. Es hogareño y no le gusta pelear. Por eso San Jorge se da cuenta que a él tampoco le gusta pelear y que se pueden evitar las peleas siempre que se dialogue y se comprenda al otro. Es una nueva y bonita reinterpretación de la leyenda de San Jorge y el Dragón. Es un canto a la convivencia y al poder de la cultura. Un alegato contra los prejuicios, sobre seres o gente que no conocemos, sobre lo ruin que es hablar por hablar sin ningún tipo de base y, por supuesto, en contra de las peleas, pues no conducen a nada provechoso y sólo consiguen ampliar las diferencias.
Se nota el didactismo de la época en la que ha sido escrito al decirnos el autor que es de utilidad lo que el Muchacho aprende en los libros. Pero también nos dice que hay que leer de todo pues el Muchacho alterna cuentos de hadas y temas más serios. Son muy graciosos los diálogos entre el dragón y el Muchacho donde ya comprobamos la sensibilidad del dragón en contra de la violencia y a favor de la cultura, de la poesía, del saber.
Escrito en 1898 por Kenneth Grahame este relato ha sido adaptado por Inga Moore que lo ha redactado de manera más sencilla y comprensible para los niños de la actualidad pero sin perder el tono del antiguo vocabulario y con gran respeto por el original. También las ilustraciones son de Inga Moore que arropan y realzan la historia de un dragón perezoso. Son de gran detallismo, con dibujo cuidado, creando una atmósfera de leyenda, de dulzura, de amabilidad. Sus ilustraciones me han encandilado y, fueron en gran medida, la razón por la que elegí este libro para presentaoslo. Las expresiones del rostro del dragón a lo largo de toda la historia son inigualables: aburrimiento, amabilidad, picardía e incluso fanfarronería son expresadas de forma estupenda. Inga Moore ha ilustrado numerosos libros infantiles y una aclamada versión de “El viento entre los sauces” del mismo autor, Kenneth Grahame.
El tercer libro que os voy a presentar, lo elegí precisamente por tratar de dragones y porque todo su conjunto me llamó la atención: la historia, los dibujos, la edición. Pero desconocía al autor de las ilustraciones y me llevé una gran, grata, sorpresa. Richard Hook no es un ilustrador de libros infantiles sino un experto en temas militares e investigador de pueblos antiguos. Resulta que lo ¡he tenido en casa con “Pueblos del Pasado” de la Editorial Molino desde hace muchos años y yo sin enterarme! Eran publicaciones sencillas que narraban, más que guerras, la vida cotidiana y las costumbres de los pueblos del pasado. Recuerdo que Egipto me gustó mucho. Con las ilustraciones te enterabas mucho más y mejor de la vida de estos pueblos sin tener que leer todas las explicaciones. Ahora os cuento.
Richard Hook nació en Godstone, en el condado de Surrey, Inglaterra en 1938, falleciendo el 12 de enero de 2010. Gran ilustrador es reconocido como el mejor dibujante de samurais y gran experto en los indios de Norteamérica (cuentos y leyendas, vida cotidiana, batallas y guerras). En los últimos años formó un magnífico tandem con su hijo Jason, escritor, editor e investigador. Tuvo una inquebrantable afición por los temas castrenses, tal vez originado por los tomos que su abuelo le regaló de niño de “Historia de las Naciones” de Hutchinson, impresionado por su riqueza en imágenes de gran calidad. De gran versatilidad maneja muy bien temas de la Edad Media (sobre todo del ciclo artúrico), Moderna, del siglo XVIII de Europa y Japón, los ejércitos napoleónicos y la Era Victoriana o los temas relacionados con la Segunda Guerra Mundial. Con la Editorial Osprey colaboró durante más de treinta años, sobre todo en “Hombres de Armas”, “Samurai”, “Ejércitos 1550-1615”. Fue muchos años portadista de la revista “Military Illustrated” y en nuestro país lo conocemos más por “Pueblos del Pasado” de la Editorial Molino.
Muy interesado por la naturaleza y la vida salvaje desarrolló una gran pasión por los pueblos originarios de América del Norte. Gran experto en la materia en cuanto arte, vestuario, cultura, vida cotidiana o guerras, de tal modo que su obra fue aprobada por la Nación Oneida, con el regalo de una manta (máximo honor reconocido). Hombre muy familiar, tímido, con gran sentido del humor, le gustaba tocar la guitarra y pintar al óleo para su propio placer. Casado con Hilary, con tres hijos, Adam, Christa (también ilustradores) y Jason (escritor) y tres nietos, Lauren, Dale y Amber.
En contraste con su trabajo habitual, en 2003 quiso dedicar un libro infantil a sus nietos, en colaboración con su hijo Jason. El resultado es la maravilla de “¿Dónde está el dragón?” (Todolibro Ediciones).
Un niño va a ver a su abuelo con gran alegría. Su abuelo es carpintero y tiene el taller lleno de objetos curiosos y maravillosos y tallaba, porque le gustaban mucho, dragones. El abuelo le explica que es porque él, de niño, había visto y conocido a un dragón que vivía cerca. Como el niño se entristece por no haber visto nunca nada extraordinario, el abuelo le propone ir en busca del dragón de su niñez. Se inicia así la aventura de abuelo y nieto para encontrar al dragón. Pasan por diferentes sitios, van por el río y escalan montañas. Y ciertos seres misterios les siguen.
Es una historia sencilla y encantadora. La alegría del nieto por ver a su abuelo, el trabajo artesanal del abuelo, la ilusión de conocer al dragón, la ayuda y empuje del abuelo por conseguirlo, la confianza del niño en su abuelo, se unen a unos dibujos estupendos en los que Richard Hook vuelve a sus inicios con unos dibujos más infantiles pero no menos trabajados y bien realizados. Los detalles son magníficos y desde luego los vestidos y objetos de época nos recuerdan el gusto Richard Hook por la realidad, le verosimilitud.
Se nota el didactismo de la época en la que ha sido escrito al decirnos el autor que es de utilidad lo que el Muchacho aprende en los libros. Pero también nos dice que hay que leer de todo pues el Muchacho alterna cuentos de hadas y temas más serios. Son muy graciosos los diálogos entre el dragón y el Muchacho donde ya comprobamos la sensibilidad del dragón en contra de la violencia y a favor de la cultura, de la poesía, del saber.
Escrito en 1898 por Kenneth Grahame este relato ha sido adaptado por Inga Moore que lo ha redactado de manera más sencilla y comprensible para los niños de la actualidad pero sin perder el tono del antiguo vocabulario y con gran respeto por el original. También las ilustraciones son de Inga Moore que arropan y realzan la historia de un dragón perezoso. Son de gran detallismo, con dibujo cuidado, creando una atmósfera de leyenda, de dulzura, de amabilidad. Sus ilustraciones me han encandilado y, fueron en gran medida, la razón por la que elegí este libro para presentaoslo. Las expresiones del rostro del dragón a lo largo de toda la historia son inigualables: aburrimiento, amabilidad, picardía e incluso fanfarronería son expresadas de forma estupenda. Inga Moore ha ilustrado numerosos libros infantiles y una aclamada versión de “El viento entre los sauces” del mismo autor, Kenneth Grahame.
El tercer libro que os voy a presentar, lo elegí precisamente por tratar de dragones y porque todo su conjunto me llamó la atención: la historia, los dibujos, la edición. Pero desconocía al autor de las ilustraciones y me llevé una gran, grata, sorpresa. Richard Hook no es un ilustrador de libros infantiles sino un experto en temas militares e investigador de pueblos antiguos. Resulta que lo ¡he tenido en casa con “Pueblos del Pasado” de la Editorial Molino desde hace muchos años y yo sin enterarme! Eran publicaciones sencillas que narraban, más que guerras, la vida cotidiana y las costumbres de los pueblos del pasado. Recuerdo que Egipto me gustó mucho. Con las ilustraciones te enterabas mucho más y mejor de la vida de estos pueblos sin tener que leer todas las explicaciones. Ahora os cuento.
Richard Hook nació en Godstone, en el condado de Surrey, Inglaterra en 1938, falleciendo el 12 de enero de 2010. Gran ilustrador es reconocido como el mejor dibujante de samurais y gran experto en los indios de Norteamérica (cuentos y leyendas, vida cotidiana, batallas y guerras). En los últimos años formó un magnífico tandem con su hijo Jason, escritor, editor e investigador. Tuvo una inquebrantable afición por los temas castrenses, tal vez originado por los tomos que su abuelo le regaló de niño de “Historia de las Naciones” de Hutchinson, impresionado por su riqueza en imágenes de gran calidad. De gran versatilidad maneja muy bien temas de la Edad Media (sobre todo del ciclo artúrico), Moderna, del siglo XVIII de Europa y Japón, los ejércitos napoleónicos y la Era Victoriana o los temas relacionados con la Segunda Guerra Mundial. Con la Editorial Osprey colaboró durante más de treinta años, sobre todo en “Hombres de Armas”, “Samurai”, “Ejércitos 1550-1615”. Fue muchos años portadista de la revista “Military Illustrated” y en nuestro país lo conocemos más por “Pueblos del Pasado” de la Editorial Molino.
Muy interesado por la naturaleza y la vida salvaje desarrolló una gran pasión por los pueblos originarios de América del Norte. Gran experto en la materia en cuanto arte, vestuario, cultura, vida cotidiana o guerras, de tal modo que su obra fue aprobada por la Nación Oneida, con el regalo de una manta (máximo honor reconocido). Hombre muy familiar, tímido, con gran sentido del humor, le gustaba tocar la guitarra y pintar al óleo para su propio placer. Casado con Hilary, con tres hijos, Adam, Christa (también ilustradores) y Jason (escritor) y tres nietos, Lauren, Dale y Amber.
En contraste con su trabajo habitual, en 2003 quiso dedicar un libro infantil a sus nietos, en colaboración con su hijo Jason. El resultado es la maravilla de “¿Dónde está el dragón?” (Todolibro Ediciones).
Un niño va a ver a su abuelo con gran alegría. Su abuelo es carpintero y tiene el taller lleno de objetos curiosos y maravillosos y tallaba, porque le gustaban mucho, dragones. El abuelo le explica que es porque él, de niño, había visto y conocido a un dragón que vivía cerca. Como el niño se entristece por no haber visto nunca nada extraordinario, el abuelo le propone ir en busca del dragón de su niñez. Se inicia así la aventura de abuelo y nieto para encontrar al dragón. Pasan por diferentes sitios, van por el río y escalan montañas. Y ciertos seres misterios les siguen.
Es una historia sencilla y encantadora. La alegría del nieto por ver a su abuelo, el trabajo artesanal del abuelo, la ilusión de conocer al dragón, la ayuda y empuje del abuelo por conseguirlo, la confianza del niño en su abuelo, se unen a unos dibujos estupendos en los que Richard Hook vuelve a sus inicios con unos dibujos más infantiles pero no menos trabajados y bien realizados. Los detalles son magníficos y desde luego los vestidos y objetos de época nos recuerdan el gusto Richard Hook por la realidad, le verosimilitud.
Este libro esconde un secreto pues, a parte de la historia, a lo largo y ancho de las ilustraciones, observamos anomalías, relieves y brillos que nos marcan que hay algo que debemos descubrir. Tenemos una bonita historia, unas magníficas ilustraciones y, para redondear, el juego de ir descubriendo ciertas pistas que nos llevarán al dragón.
Todos estos libros van dirigidos a niños de unos 8/9 años. Nos presentan valores fundamentales como la amistad, la tolerancia, el valor, el estudio, la inteligencia, el cariño por nuestra familia, nuestros mayores. Son valores que no se agotan nunca, valores que se ponen de manifiesto con un ser grande, terrible y feroz como es el dragón. El dragón personifica lo que hay que vencer, superar y continuar adelante en la vida.
Pero en estos tres casos son dragones totalmente atípicos. Saras es un dragón malvado pero que se convence que la amistad es necesaria y la sensibilidad no está reñida con el valor o la inteligencia. El dragón perezoso de las Dows ya nos dice de entrada que no quiere saber nada de enemigos ni peleas. Le gusta la poesía y admirar el paisaje. Ante esta postura hasta San Jorge cede y se da cuenta que a él mismo tampoco le seduce la idea de tantas luchas, pero como es la tradición... Y, por último, el dragón que buscamos es el hilo entre abuelo y nieto, la unión de la inocencia y el mundo posterior. Son historias en las que los niños se ven reflejados, se sienten protagonistas y se comprometen a una vida mejor.
Esperando que os haya gustado esta pequeña selección para todos, hasta pronto.
Esperando que os haya gustado esta pequeña selección para todos, hasta pronto.
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