Una de las primeras a las que me aficioné fue a la de Enrique Fernández. Gracias a ella pude ir viendo, junto a un montón más de cosas interesantes, cómo iban apareciendo los dibujos de los personajes y escenarios del que por ahora es su último trabajo publicado: La Mère des Victoires. Al principio eran apenas bocetos y pruebas que el autor iba modificando, pero los ibas viendo crecer, tratando en vano de recomponer en tu imaginación el complejo rompecabezas con las pequeñas piezas que el dibujante iba dejando a tu alcance, como en una novela por entregas.
Como aficionada bastante pez en la materia, agradezco que Enrique mostrara de una manera tan didáctica el resultado del largo proceso al que se llega tras pasar del “storyboard”, al “rough line” y, por fin, al “color stage” en alguna de las páginas: ¡lo que puede llegar a aprender una leyendo los posts y los comentarios que sobre ellos se hacen!
Sabíamos que Éditions Delcourt, dentro de su colección Neopolis, dedicada a la ciencia ficción, publicaría el cómic en Francia a principios del año 2008, pero a finales del año anterior ya tuvimos la oportunidad de ver primero 10 y más tarde 20 páginas del álbum en la web de la editorial.
Si hay algo que me pone de mal humor es dejar inconclusa la lectura de una historia interesante. Habían pasado casi dos años desde que en el 2006 Enrique Fernández había posteado la primera referencia a la MDV, ¿cómo no íbamos a tener ganas de ver terminado el cómic, aunque fuera en francés, a sabiendas de que por ahora ninguna editorial tenía prevista su publicación en castellano? MDV se había convertido en uno de nuestros deseos publicables prácticamente desde que nació.
La acción de desarrolla en un país en donde la guerra es como un “reality show” en el que los de un bando (Boreal) se enfrentan a los del contrario (Epsilon) utilizando sofisticadas máquinas de guerra, siguiendo las directrices de una audiencia ante la cual se dirimen en directo los combates, fiscalizados por la acción de los patrocinadores (Pump, una bebida energética con un característico logotipo). La construcción de la “Mère des Victoires”, una máquina que podría cambiar el futuro de esta guerra y en cuyo proyecto ha participado activamente Kataoka Raijuro, capitán del panzer Noble 3, ya se ha llevado a cabo y todo está preparado para que el Comité Ejecutivo elija a la persona más capacitada para su mando. Contra todo pronóstico y por expreso deseo de los patrocinadores que prefieren caras nuevas y jóvenes que puedan atraer la audiencia de los de su edad, Kataoka es desplazado por un joven capitán, Melvin Anderson, el hijo de la Comandante Eva Anderson, la mujer con la que Kata mantiene una relación un tanto especial.
Pero no será ésta la única mala noticia que reciba “Monsieur Katana”: deberá dedicarse a la formación de “novatos”, junto con el sargento Gosta Janson, el fiel amigo que le acompaña siempre a pesar de su legendario “bonne humeur”, encontrándose al frente de un grupo de principiantes que desconocen que su capitán va a conducirles a una misión peligrosa que en ningún caso estaba dentro del programa.
Si tenéis la oportunidad de leerlo en francés, hacedlo, descubriréis una historia realmente buena que reúne todos estos elementos imprescindibles: acción trepidante, escenas bélicas, rivalidades, mucho sentido del humor, relaciones tormentosas, pasiones desenfrenadas e incluso “glamour”, con personajes muy expresivos, casi caricaturizados en ocasiones, protagonistas de situaciones cómicas que nos hacen reir y diálogos llenos de sarcasmo que nos hacen esbozar más de una irónica sonrisa.
Cuando Enrique Fernández escribió: “la verdad es que “en teoría” es una historia de amor y orgullo (así, en general, y sin adelantar nada)”, ya entonces nos estaba desvelando la trama y definiendo al protagonista: Kataoka Raijuro, en cuya carismática personalidad convergen modernidad y tradición y una peculiar estética japonesa (desde la coleta pseudo chonmage y la katana a la decoración del dormitorio) más propios de un samurai desaliñado, consecuencia sin duda de quebraderos de cabeza provocados por una elección desafortunada.
Tengo que reconocer que al tiempo que leía el cómic y miraba sus increíbles dibujos tenía la sensación de estar viendo una película de animación: el ritmo era vertiginoso unas veces, con viñetas llenas de dinamismo, personajes desgañitándose a gritos, panzers ejecutando arriesgadas piruetas, carros de combate explosionando, onomatopeyas... Otras, había una tensión latente que prácticamente podía palparse: planos panorámicos, primeros planos y planos detalle de miradas que derriten por unos motivos o paralizan y dejan helado por otros, silencios embarazosos... Lo mejor, el modo de narrar el transcurso del tiempo, la forma en que Enrique Fernández ha resuelto los flashbacks: la manera en que Kata vuelve a la realidad tras su primera discusión con Eva o cómo le llevan sus pensamientos hasta cierto momento no muy lejano tras oir el comentario de Anya (“Je déteste les pistonnés”), utilizando gamas cromáticas distintas para mostrar las diferencias entre un momento y otro.
Uno de los que más me han gustado: cuando Kata parte solo con su katana bajo la lluvia hacia el panzer de Epsilon. “C’est dans ce genre de situation qu’il est le milleur”, como dice Gosta, y mientras se dirige hacia su objetivo las viñetas con sus movimientos se simultanean con las de sus pensamientos, desarrollándose en paralelo acciones pasadas y presentes que el protagonista parece vivir y experimentar al mismo tiempo, consiguiendo en ambos casos, a pesar de la aparente contradicción, lograr sus respectivos propósitos.
Y lo mejor de lo mejor, como siempre, el color; ese color indescriptible que soy incapaz de definir, pero que lo llena todo de luz, claroscuros y reflejos. Perfecta la luz del sol al amanecer reflejándose en los edificios, los cambios cromáticos que marcan los tiempos de la narración, los colores cálidos de la pista de baile, los fríos de la nieve durante la noche, los verdes del agua del río en el que se sumerge el panzer, los de los paisajes nevados al anochecer y de la lluvia cayendo, el rojo de los momentos de ira y de alarma,...
Ahora sólo nos queda leer y releer, y mirar y remirar, y esperar pacientemente su próximo trabajo (¿Yulkukany?). Ése seguro que se publicará en castellano.
Para terminar os dejo con un Ex-libris que sobre La Mère des Victoires ha hecho la librería BD Fugue Café de Annecy y dos extraordinarias “dedicatorias de las buenas” que Enrique Fernández nos hizo a Edu y a mí, por las que le estaremos eternamente agradecidos.
2 comentarios:
tiene muy buena pinta, lo buscare. saludos. JORDIHEROE
Yo me he divertido mucho leyéndolo, te lo recomiendo. Si lo encuentras, no lo dejes escapar.
Un saludo.
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