Continuamos revisitando a, posiblemente, mi personaje favorito dentro del universo DC y, por qué no, el superhéroe en general que más me atrae y más sensaciones me ha aportado siempre, y lo haremos con una historia autoconclusiva conformada por un par de autores de los más importantes dentro del noveno arte, Grant Morrison a los guiones y Dave McKean a los lápices. Habéis acertado, hoy trataré de ofreceros mi opinión de una de las mejores obras de siempre acerca del Hombre Murciélago: Batman: Arkham Asylum.
Ésta es la típica obra que vuelves a leer de vez en cuando, a veces releyéndola sólo por encima, y siempre acabas admirando el magnífico trabajo visual a los lápices que en su momento realizó un inspirado McKean, volviéndote a quedar hipnotizado al mismo tiempo que resuellas de manera leve, con un nudo en la garganta pero con una sonrisa en los labios de oreja a oreja digna del mismísimo Joker, cada vez que te enfrentas a la propia historia en sí a raíz de los procesos mentales de un guionista tan singular como es Morrison.
En Arkham Asylum, un lugar sensato en una tierra sensata (Planeta DeAgostini), nuestro oscuro superhéroe debe entrar en al asilo de Arkham para enfrentarse a sus peores enemigos, encerrados e internados en este centro por él en multitud de ocasiones, que se convierte en un tour de force entre Batman y el Joker (apareciendo como secundarios el resto de enemigos por antonomasia del murciélago y que conforman una interesante galería como son Dos Caras, el Espantapájaros, el Sombrerero Loco, Croc…), el cual se ha autoproclamado adalid de sus compañeros de reclusión, para intentar demostrar a Batman que realmente los “cuerdos” son ellos y los otros que viven fuera son verdaderamente los auténticos “locos”. Al mismo tiempo Morrison nos ofrece una historia paralela, la del Dr. Amadeus Arkham, a través de sus diarios personales, fundador de esta institución para enfermos mentales en los años 20, que siendo una persona "cuerda" que intenta ayudar y curar a los locos, puede llegar a convertirse en uno de ellos, autodestruyéndose, por arrastrar un oscuro pasado que irá poco a poco desgranándose, porque la maldad es capaz de destruir la bondad, los sueños, la ilusión, la esperanza, convirtiéndolos en pesadillas, pesimismo, desconfianza… así como los otros psiquiatras de ahora que aparecen, que son usados como cobayas (o no) en este “baile de locos”, donde todos intentan jugar sus cartas para conseguir la mejor baza que les haga ganar la partida de ¿quiénes son los locos y quiénes los cuerdos al final de la partida?
En Arkham Asylum, un lugar sensato en una tierra sensata (Planeta DeAgostini), nuestro oscuro superhéroe debe entrar en al asilo de Arkham para enfrentarse a sus peores enemigos, encerrados e internados en este centro por él en multitud de ocasiones, que se convierte en un tour de force entre Batman y el Joker (apareciendo como secundarios el resto de enemigos por antonomasia del murciélago y que conforman una interesante galería como son Dos Caras, el Espantapájaros, el Sombrerero Loco, Croc…), el cual se ha autoproclamado adalid de sus compañeros de reclusión, para intentar demostrar a Batman que realmente los “cuerdos” son ellos y los otros que viven fuera son verdaderamente los auténticos “locos”. Al mismo tiempo Morrison nos ofrece una historia paralela, la del Dr. Amadeus Arkham, a través de sus diarios personales, fundador de esta institución para enfermos mentales en los años 20, que siendo una persona "cuerda" que intenta ayudar y curar a los locos, puede llegar a convertirse en uno de ellos, autodestruyéndose, por arrastrar un oscuro pasado que irá poco a poco desgranándose, porque la maldad es capaz de destruir la bondad, los sueños, la ilusión, la esperanza, convirtiéndolos en pesadillas, pesimismo, desconfianza… así como los otros psiquiatras de ahora que aparecen, que son usados como cobayas (o no) en este “baile de locos”, donde todos intentan jugar sus cartas para conseguir la mejor baza que les haga ganar la partida de ¿quiénes son los locos y quiénes los cuerdos al final de la partida?
Interesante la dualidad atemporal que mantienen los dos protagonistas de esta historia, Batman y Amadeus (dejando de lado, por un momento, la intervención del tercero en discordia, Joker), pero que protagonizan su propia historia paralela e intercalándose durante toda la narración, pasado y presente, de una doble personalidad en el tiempo de dos personas opuestas pero que se ven encerradas en una parecida situación en el claustrofóbico Asilo de Arkham como telón de fondo, asfixiante, que no te deja respirar, y causante de sus peores pesadillas. La importancia de un lugar capaz de supurar a través de sus piedras la locura que todo lo invade, pero intentando llegar a una respuesta que conteste la pregunta de: ¿la cordura está de puertas hacia dentro o hacia fuera de este "castillo de naipes" aislado que parece arrancado de las mejores historias de terror gótico de Poe?
Desde luego pocas parejas dentro del noveno arte podrían haber sido las más apropiadas para enfrentarse a una obra como es ésta, situada en un lugar como ese y con unos personajes, unos egos, como los de nuestros protagonistas.
Grant Morrison intenta realizar un estudio psicológico superficial, con un trabajo de campo utilizando diferentes teorías del psicoanálisis, desde Jung a Rorschach, de un personaje tan “psicoanalizado” hasta la saciedad en las últimas tres décadas como es Batman. Esta historia consigue atraparnos desde un principio por su fuerza sugestiva y esa magnífica recreación de un escenario de “locura” salido de las peores pesadillas de cualquiera y al que nunca nos atreveríamos a acercarnos ni a penetrar en este asilo para enfermos mentales, en este caso peligrosos villanos que padecen algún tipo de alteración mental que los convierte en enemigos aún más mortíferos y peligrosos, que no siendo dueños de sus actos según parámetros de procesos mentales normales, deben ser recluidos en centros especiales como éste para conseguir algún avance positivo en su tratamiento y cura que los convierta en personas corrientes inocuas para la sociedad. Es la eterna busca del ser capaces los seres humanos de lograr una cura de lo incurable, del siempre habrá una esperanza y del no estar todo perdido.
Desde luego pocas parejas dentro del noveno arte podrían haber sido las más apropiadas para enfrentarse a una obra como es ésta, situada en un lugar como ese y con unos personajes, unos egos, como los de nuestros protagonistas.
Grant Morrison intenta realizar un estudio psicológico superficial, con un trabajo de campo utilizando diferentes teorías del psicoanálisis, desde Jung a Rorschach, de un personaje tan “psicoanalizado” hasta la saciedad en las últimas tres décadas como es Batman. Esta historia consigue atraparnos desde un principio por su fuerza sugestiva y esa magnífica recreación de un escenario de “locura” salido de las peores pesadillas de cualquiera y al que nunca nos atreveríamos a acercarnos ni a penetrar en este asilo para enfermos mentales, en este caso peligrosos villanos que padecen algún tipo de alteración mental que los convierte en enemigos aún más mortíferos y peligrosos, que no siendo dueños de sus actos según parámetros de procesos mentales normales, deben ser recluidos en centros especiales como éste para conseguir algún avance positivo en su tratamiento y cura que los convierta en personas corrientes inocuas para la sociedad. Es la eterna busca del ser capaces los seres humanos de lograr una cura de lo incurable, del siempre habrá una esperanza y del no estar todo perdido.
Morrison puede que sea de los guionistas más capacitados para enfrentarse a un tipo de historia como ésta (sólo nos tenemos que detener un momento y recordar obras como Los Invisibles, El Asco, Doom Patrol, Animal Man…), tan oscura y tétrica, que marcó, junto a otros autores venidos de las islas, un punto de inflexión en este mundillo en la década de los 80 con el desembarco inglés de autores capaces de presentarnos los hechos de manera tan diferente a lo visto hasta ahora como fueron, naturalmente, el propio Morrison, pasando por auténticos talentos como Moore, Gaiman, Delano, Milligan... A la hora de enfrentarse desde una óptica diferente a las retorcidas implicaciones que mueven tanto a los superhéroes como a sus consiguientes némesis, en busca del yo interior, de hacer real lo irreal, de ir un paso más en la experimentación dentro del noveno arte que deje de lado esa interpretación más “light” de unos personajes que en el fondo son de carne y huesos, viven entre nosotros y tienen sus problemas personales seguramente más incrementados que los podamos tener nosotros al vivir, voluntariamente o no, otra vida secreta, como si de una doble personalidad se tratara.
McKean es de los ilustradores que en su momento marcó una época, tanto a la hora de enfrentarse a sus trabajos en el mundo del cómic (la mayoría de las veces de la mano de Gaiman), como a la hora de ser uno de los mejores portadistas del medio, con esos magníficos collages, mezcla de multitud de estilos y recursos gráficos provenientes de diferentes campos, que conforman toda una serie de interpretaciones oníricas y fantásticas, dentro del podríamos clasificar el mejor neosurrealismo, que nos retrotraen a otras realidades que no son las nuestras y que en The Sandman claramente parecían provenir del mundo de lo sueños, donde todo lo que llevamos dentro puede convertirse en realidad aunque no sea real, pero ¿dónde está realmente la línea que separa los mundos de la vigilia, de la duermevela y del sueño en este autor y, a la postre, en lo que nosotros percibimos? ¿y cuál es el punto de inflexión que lo convierte todo en agitada pesadilla?
McKean es de los ilustradores que en su momento marcó una época, tanto a la hora de enfrentarse a sus trabajos en el mundo del cómic (la mayoría de las veces de la mano de Gaiman), como a la hora de ser uno de los mejores portadistas del medio, con esos magníficos collages, mezcla de multitud de estilos y recursos gráficos provenientes de diferentes campos, que conforman toda una serie de interpretaciones oníricas y fantásticas, dentro del podríamos clasificar el mejor neosurrealismo, que nos retrotraen a otras realidades que no son las nuestras y que en The Sandman claramente parecían provenir del mundo de lo sueños, donde todo lo que llevamos dentro puede convertirse en realidad aunque no sea real, pero ¿dónde está realmente la línea que separa los mundos de la vigilia, de la duermevela y del sueño en este autor y, a la postre, en lo que nosotros percibimos? ¿y cuál es el punto de inflexión que lo convierte todo en agitada pesadilla?
McKean en esta obra es fiel al prodigioso don que tiene del uso de multitud de recursos para crear unas atmósferas sugestivas e hipnóticas que te hacen creíble el estar viviendo y sintiendo en tu piel la “locura” de los diferentes personajes que viven el una institución para enfermos mentales como ésta, un verdadero manicomio de mentes desquiciadas al cual penetramos de la mano de Batman para acabar discerniendo quién es el que realmente está más loco de todos, los que viven dentro o los que viven su "realidad" fuera. Todo esto conseguido con una personalísima composición de página atípica, con viñetas de diferentes tamaños continuamente intercaladas sin seguir los cánones clásicos, sin orden preestablecido, con uno perfecto uso del montaje que reúne técnicas pictóricas y fotográficas, en un alarde de hiperrealismo implícito en sus anatomías pero que se difumina como si de una pesadilla se tratara y que convierte esta obra en un relato lleno de brumas, misterio, terror y desasosiego.
Creo recordar que algunas veces se han oído voces discordantes sobre esta obra en algunos foros, como intentando conseguir justificando los medios un fin que no es creíble. A mi humilde entender, la historia no digo que pudiera ser mejorada en algún que otro aspecto (¿qué obra, una vez escrita y dibujada, no sería retocada por los propios autores una vez pasara un tiempo prudencial?), ser más clarificadora en algunos puntos, pero tiene todos los componentes para poder ser catalogada como una de las mejores novelas gráficas sobre Batman que soporta muy bien el paso del tiempo. En definitiva, una obra de las obligadas de tener en cualquier biblioteca que se precie, de las que dan empaque al noveno arte y que hay que revisitarlas de tanto en tanto para comprobar el potencial que atesora este arte.
Un saludo cordial.
Un saludo cordial.
1 comentario:
Excelente análisis!
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