Una de las criaturas fantásticas más recurrentes en los libros de fantasía épica son los elfos. El origen de esta figura literaria es muy discutido y confuso. Los elfos son una réplica de la Humanidad, con apariencia humana y grandes poderes. Pero su tamaño varía: considerados por mucho tiempo de pequeña estatura, rasgos hermosos y orejas puntiagudas. De carácter voluble, igual ayudan al hombre como le gastan bromas pesadas o son directamente perversos. No tienen moral ni religión como los humanos por eso no les importan las posibles malas consecuencias de sus actos. Todo esto nos lo indica la tradición: pequeños seres inmortales a quienes les gustan las fiestas y los bailes, traviesos y metementodo. Hasta que llegó J.R.R. Tolkien que, digamos, dignificó esta figura. Nos presenta a los elfos como seres de tamaño humano, inmortales, dotados de gran belleza, nobles, sabios, majestuosos que gustan de la música y de las estrellas. Inmortales pero que pueden morir de viejos, de enfermedad o bien por espada. Su longevidad les ha hecho ver muchas penas y dolores. Cuando la tristeza y melancolía les alcanza, parten en sus naves grises hacia el oeste de la Tierra Media. Su mirada trasmite toda su sabiduría y pena pero suelen ser inexpresivos, rígidos, pues su carácter poco tiene que ver con el nuestro. Tolkien distingue varias razas de elfos según su cultura: los noldor, los sindar y los silvanos, con sus propias características físicas y culturales. En el mundo de Tolkien también existen los semielfos, la unión de un humano y un elfo. Tienen gran importancia pues suelen ser grandes héroes y presentan las mejores virtudes y defectos de las dos razas. Recordemos a Elrond de Rivendel con la misión de defender las fronteras y detener el mal que acecha a los humanos, su sabiduría y buenos consejos. Es después de Tolkien cuando los elfos ganan dignidad moral y mayor presencia en la literatura fantástica.
En el mundo de Krin, de la Dragonlance, los elfos también son altos y majestuosos, dividiéndose en tres ramas: los silvanesti, los más nobles y de raza pura, llenos de soberbia y alejados del mundo; los qualinesti, más cercanos, más humanos y los elfos silvanos, del bosque, considerados por todos los anteriores como salvajes, sin civilización ni nobleza. En este mundo de Krin los semielfos no son bien considerados: son discriminados por los humanos y claramente rechazados por los elfos puros. Los elfos rechazan por completo estas uniones que consideran antinaturales. Un claro ejemplo lo tenemos en el Héroe de la Lanza, Tanis el Semielfo, en permanente lucha interior hasta que él mismo se acepta tal y como es.
En el universo de Reinos olvidados, R. A. Salvatore nos presenta una raza nueva de elfos: los elfos oscuros o “drows” de características muy diferentes. De piel negra y cabellos blancos, viven en las profundidades y su carácter es, como poco, malévolo.
En general los elfos se nos presentan como hermosos, majestuosos, valientes y sabios. También así los tenemos en “El ojo del cazador” de Dennis L. McKiernan o en la trilogía “La gema soberana” de M. Weis y H. Tracy. E incluso en la saga de Geralt de Rivia de Andrzej Sapkowski a pesar de estar en clara rebeldía contra los humanos.
En todas las novelas de fantasía que he leído, los elfos están bien tratados, bien considerados, tal vez con ciertos matices a favor o en contra de los humanos, con caracteres más o menos belicosos o sabios. Solamente en una de ellas no son bien recibidos ni bien considerados y sólo podía ser en el Mundodisco, en una novela de Terry Pratchett: “Lores y Damas” (Editorial Plaza y Janés, 2002).
“Lores y Damas” pertenece a la saga de brujas de Mundodisco. En estas novelas las protagonistas principales, las que intervienen para arreglar el mundo, según su opinión, claro está, que para eso son brujas, son la tríada formada por Yaya Ceravieja, de nombre Esmerelda, Esme para los amigos, Tata Ogg, madre de un numeroso clan al que controla con mano firme y la joven Magrat Ajostiernos, romántica y crédula, vestida de colores imposibles y con gran afición a los lazos y a los gatitos. Dominan el reino de Lancre que es tan pequeño “que no podías tumbarte en el suelo si no tenías pasaporte”, al que han puesto un joven rey, Verence, que según opinan Yaya Ceravieja y Tata Ogg, es el más recomendable para ocupar el puesto. La acción se inicia ocho meses después de la última novela de la saga de las brujas “Brujas de viaje” cuando han terminado su misión.
Las dos ancianas brujas, vestidas, eso sí, con recatados trajes negros, que ocultan algunas pasiones escondidas, regresan a sus cabañas y ponen orden a sus asuntos. La joven Magrat ha vuelto como prometida del rey Verence y se establece en palacio, con sus dudas y preguntas sobre su función de reina. En esto estaban cuando aparecen ¡Círculos de la Cosecha! en prados, en huertos y en lugares poco comunes. Eso sólo significa una cosa: hay demasiada proximidad entre los mundos, entre este mundo y el Más Allá. Y eso es peligroso, muy peligroso: los lores y las damas, los elfos, pueden regresar. Un mal que estas dos brujas no van a permitir. Saben que es una misión difícil porque sólo están ellas dos y no pueden permitir que Magrat como futura reina se involucre. Llamados de diversas maneras para no llamar su atención, los elfos vuelven cuando la mente humana desea su regreso. Sí, son hermosos, altos, rubios, majestuosos pero... malignos, indeseables y dañinos para el género humano.
Yaya Ceravieja es una bruja con amplios poderes y uno de ellos, del que más se enorgullece es “tomar en préstamo”, saltar a la mente de los animales, a los canales de inteligencia que hay a su alrededor y en contrapartida sabe que hay que pagar un precio, contribuir moralmente a retornar lo que se tomaba. Pagaba con la consideración y el respeto a estos seres. Pero los elfos no. Su inteligencia entraba y salía de una mente a otra como “una sierra mecánica, tomando, tomando, tomando”… “de forma depredadora, toda crueldad y gélida despreocupación, una mente que utilizaría a otros seres vivos y les haría daño porque era divertido. Así actuaban los elfos”.
Tampoco a Tata Ogg le gustan los elfos y eso que es más benévola y comprensiva que la vieja Esme. Ya una vez los habían combatido y eran tiempos con muchas brujas y bien preparadas. Lo hicieron con hierro, pues el hierro los anulaba por completo. El problema es que la gente ya no recordaba como era vivir con los elfos sueltos por el mundo. “No cabía duda de que la vida había sido más interesante en aquel entonces, pero porque era más corta. Y tenía mucho más colorido, siempre que te gustara el color de la sangre”. No se llamaba por su nombre, sólo “resplandecientes” o “el pueblo rubio” y ya se había olvidado del por qué de estos nombres, y sólo se acordaban de que eran hermosos. Tata Ogg sabía que no se podía confiar ni en trolls ni en enanos y eso que de vez en cuando había alguno que no estaba mal, para ser enano o troll. Pues de hecho son como nosotros pero no son hermosos ni tienen estilo. Pero nunca han sido un terror en la noche. De los elfos sólo nos acordamos de su hermosura y la manea en que se mueven, que cantaban, pero olvidamos acerca de qué cantaban. Su mirada decía que no eres nada, eres imperfecto, no tienes valor, eres un animal, una mascota, una presa. En cambio su olor es rancio, apestan, cosa que obliga a Tata Ogg a adelantar su baño para gran consternación y preocupación de sus vecinos. Lo que demuestra lo mal que están las cosas.
En una dura reyerta contra unos elfos, solventada con un preciso sartenazo de Tata Ogg, se toma prisionero a un elfo y es encerrado en las mazmorras de palacio. La explicación que da Yaya Ceravieja al rey Verence es de lo más clarificadora. El rey sólo ve un hombre delgaducho y con cara zorruna, no que fuera hermoso. Yaya le explica que eso sólo es cuando están conscientes pues parecen lo que cada uno quiere ver. Proyectan “glamour” y la gente deja de pensar con la cabeza. Los elfos ven las cosas de otra manera que la Humanidad. Cuando entran en un mundo, todos los demás pasan a estar abajo de todo. Toman lo que quieren y lo quieren todo y, como leen la mente, llegamos a pensar que tienen estilo, belleza, gracia. No tienen empatía con ningún ser, son crueles porque les divierte y no entienden la clemencia. No pueden entender que nada pueda tener sentimientos aparte de ellos. Verence acepta esta explicación por el gran respeto que tiene a las brujas, concretamente a Yaya Ceravieja.
Magrat no sabe nada del asunto, sólo debe preocuparse de aprender a ser reina pero el destino es cruel: encuentra una carta que le abre los ojos en el asunto de su matrimonio con Verence. Decide marcharse y dejar a todos. Pero no puede irse sin más, su conciencia le indica que tiene que ayudar a su pueblo, a sus compañeras y salvar a su prometido. Porque lo peor ha pasado: los elfos, en los que no creía, han entrado en el mundo, en su pequeño y destartalado reino, en su vida anodina y bastante mediocre. La reina de los elfos despliega su glamour y Magrat sabe que no puede enfrentarse a los elfos porque vale muchísimo menos y se da cuenta que lo interesante le sucede a otras personas. Siente vergüenza por su actitud frente a algo tan hermoso. Menos mal que también estaba Yaya Ceravieja con Tata Ogg y otros invitados. La fuerza mental y el amor por su tierra de Yaya, con la mente práctica y realista de Tata y el amor de Magrat por su rey, hacen que puedan derrotar a los elfos. La forma en que lo consiguen es una bonita manera de colaboración de todas las fuerzas vivas del reino de Lancre. Descubrir el desenlace final ya es cosa vuestra.
En esta parte de la saga de las brujas nos dan indicios de la juventud de Tata Ogg que “había
tenido una juventud bastante aventurera y no era muy buena contando, pero estaba prácticamente segura de que Jason era hijo suyo”. También tenemos indicios, no sólo del carácter de Yaya Ceravieja, sino de su opinión sobre la educación de los jóvenes: “No apruebo las escuelas. Se interponen en el camino de la educación“.
El tema central de “Lores y Damas” es la lucha contra los elfos pero hay en esta novela un elemento romántico que no tienen otras del Mundodisco. La bruja Yaya Ceravieja no siempre ha sido una anciana severa que siempre hace lo que debe. Fue una jovencita que tuvo su admirador en el actual archicanciller Ridcully. El punto erótico-festivo lo pone Tata Ogg con la relación que establece con el enano Casavieja. La cena romántica que tienen en la taberna “La Cabra y el Matorral” es de antología.
Terry Pratchett consigue en esta novela romper el tópico de los elfos hermosos y majestuosos, afables y sabios que ayudan a los humanos. Y la verdad es que impacta un poco a pesar de los momentos humorísticos e irónicos que siempre aparecen en sus novelas. Tal vez quiso en su momento romper esta dulce visión de los elfos o llevarnos a las raíces de sus orígenes donde no eran más que geniecillos traviesos y juguetones, o bien quiere llevarnos a la base esencial de que no son seres humanos y, al tener una mentalidad tan distinta a la nuestra, no pueden entendernos ni ayudarnos: sólo nos podemos ayudar entre nosotros.
Siempre es bueno tener distintos puntos de vista sobre las cosas y Terry Pratchett con “Lores y Damas” nos ofrece otra visión del Mundo de Fantasía, como siempre con buen humor, ironía, realidad de la buena, magistrales comparaciones y siempre buena literatura.
Saludos y ya me diréis.
2 comentarios:
Amigos Trazeros, Terry Pratchet nunca lo había leído, y en una cena lo recomendó el escritor Andreu Martín, que a su vez se lo exigió leer Ventura.
Así, que la cadena es larga.
Es una lectura obligada y fantástica, llena de imaginación.
Bueno, nos vemos pronto. Iván a por su sexto salón con 10 años y yo prefiero no decirlo, pero sólo falté al primero.
Hay un programa en la red, que trasforma un blog en un pdf, si lo lograís con el vuestro, quiero una copia.
Unos abrazo, y besos a este enorme equipo cualitativo.
José Andrés
Hola José Andrés: Yo conocí a Terry la tira de años y siempre me ha gustado por su humor, ironía y por que pone en solfa a todo y a todos. Me he hecho una gran forofa de él. Y que suerte la de Iván por ir tan pronto al Saló pero allí la novata seré yo: ¡este año por fin voy a ir!. Nos vemos y gracias. Saludos.
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