Hoy en el suplemento del períodico El País, Babelia, sale publicada una entrevista realizada por Raquel Garzón a Quino.
"Conozco a una señora en mi Mendoza natal que cuando se enojaba con su perro lo trataba de usted”, cuenta al teléfono Joaquín Salvador Lavado, Quino, y reímos ante la originalidad de ese desdén, que le sirve al papá de Mafalda para dibujar un chiste en el aire. Es la tercera conversación telefónica que mantenemos y falta una aún para que acceda a un encuentro cara a cara en su apartamento de Buenos Aires, a pocas calles del Obelisco, donde pasa la mitad del año (“mi mujer Alicia y yo seguimos al invierno: cuando el calor empieza aquí, volvemos a Italia”).
No resulta sencillo entrevistar al humorista gráfico más global y más querido de Argentina: es casi un tímido profesional. A pesar de haber cumplido 80 años y de ser homenajeado en cada ciudad que pisa por haber creado a esa niñita sabihonda, internacionalmente famosa y políticamente comprometida, que Umberto Eco calificó en 1969 como “una heroína iracunda”, las entrevistas le gustan tan poco como que le pidan autógrafos. Pero quiere la suerte que la cronista se llame como la mamá de Mafalda (“le puse Raquel en homenaje a mi dentista de muchos años”, contará luego el autor) y ese detalle sumado a la publicación en España de su nuevo título, ¿Quién anda ahí? (Lumen), justifican la excepción.
En ese libro Quino reflexiona desde el humor sobre los miedos de nuestro tiempo a partir de las últimas páginas que publicó en medios “y de algunos inéditos”. Irónico como siempre, pasa revista con agudeza y sensibilidad a situaciones tan diversas como reveladoras de la topografía contemporánea. Viñetas de muestra sobran: la oración nocturna de una señora —más consumidora compulsiva que creyente— que le ha conseguido a su Cristo un par de cascos conectados al micrófono desde el que reza, para que no pierda palabra de su ristra de peticiones; un terrateniente ante una videowall que vigila con cámaras la productividad de cada rincón de su campo; un detective que duda ante el puñal clavado en el ombligo de la víctima si está ante un caso de body piercing; un matrimonio desavenido porque el “hobby” de él consiste en “imaginar gorditas” o un alto ejecutivo que ve cómo el recambio generacional define que su puesto lo ocupe un crío que aún usa chupete. La selección incluye además una rareza: los escasísimos dibujos en color realizados en la carrera de alguien que, devoto del cine mudo, se ha expresado en blanco y negro.
Sentado frente a su escritorio —un tablero de dibujo rodeado de libros, retratos de sus afectos y una pequeña escultura de su criatura más famosa (“la hizo el mismo artista que realizó la estatua de Mafalda que hoy está en el barrio de San Telmo”)— , Quino nos recibe finalmente una mañana. Es amable, habla lentamente, le gusta reír y no escatima ternura cuando recuerda cómo llegó al dibujo: “Yo heredé el nombre y el oficio de mi tío Joaquín. Ver que de su lápiz salían montañas, árboles, personas… me maravillaba. Todos los chicos dibujan, pero yo seguí. Estudié un poco en Bellas Artes y dos años después cometí el error de creer que a los 15 ya lo sabía todo y abandoné. De eso me arrepiento cada vez que puedo”.
PREGUNTA. El título de ¿Quién anda ahí? sale de una página de humor en la cual un hombre habla del miedo: primero a salir de su ciudad, luego de su casa y, finalmente, de sí mismo. ¿Percibe el temor como una clave de esta época?
RESPUESTA. Sí, la situación de la seguridad se ha puesto muy problemática en la Argentina y el título del libro es una frase común, quizás la primera que pronunciamos cuando estamos en casa, de noche, y escuchamos un ruido que nos preocupa, que introduce cierta idea de peligro. Pero también sirve para uno mismo, para pensar y cuestionarse más allá de un hecho concreto: “Quién es este que soy, que da vueltas y anda”".
Para poder leer el resto de la entrevista, pinchad en el siguiente enlace:
Un saludo cordial.
1 comentario:
Como me gusta mucho el mundo de las historietas, una entrevista asi, no quisiera perdérmela. Cada dia comienzo en mi apartamento en buenos aires, leyendo el periódico por la parte de las historietas
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