Lo primero tiene difícil solución, al menos de momento, si bien intento sobrellevar el complejo de culpa visitando a menudo su blog.
Lo de Alberto Vázquez se ha podido solucionar satisfactoriamente porque quiso la casualidad, el destino, la divina providencia o, vaya usted a saber qué, que estuviera en las jornadas de CòmiCS de este año y que pudiera conseguir varias dedicatorias, una de ellas en el ejemplar de Freda que Edu me había regalado.
Freda, con guión de Kike Benlloch y dibujos de Alberto Vázquez, publicado por Edicions De Ponent, en su Colección Solysombra, en el año 2002, es una novela gráfica sobre la emigración gallega desde el punto de vista de un niño-adulto, Manu, que parte con diez años a Alemania y regresa con dieciocho a un país que ya no reconoce como suyo, dejando atrás lo que más quiere en este mundo.
Este tema, el de los españoles emigrados a Alemania desde finales de los años 50 a mediados de los 70, me era conocido porque muchos de mis compañeros de colegio, cuando los colegios eran nacionales y no públicos, habían vivido esta misma circunstancia. A veces se nos prevenía y predisponía contra aquéllos que, al haber marchado el padre al extranjero, vivían sólo con la madre, de manera que, carentes de toda "autoridad paterna" (sin la consabida frase de "ja voràs ja quan vinga el pare i li diga el que has fet"), podían acabar por convertirse en "alumnos díscolos e indisciplinados" a los que habría que empezar a temer.
Este tema, el de los españoles emigrados a Alemania desde finales de los años 50 a mediados de los 70, me era conocido porque muchos de mis compañeros de colegio, cuando los colegios eran nacionales y no públicos, habían vivido esta misma circunstancia. A veces se nos prevenía y predisponía contra aquéllos que, al haber marchado el padre al extranjero, vivían sólo con la madre, de manera que, carentes de toda "autoridad paterna" (sin la consabida frase de "ja voràs ja quan vinga el pare i li diga el que has fet"), podían acabar por convertirse en "alumnos díscolos e indisciplinados" a los que habría que empezar a temer.
Podía ocurrir que el matrimonio se marchara dejando a sus hijos con los abuelos. Al cabo de un tiempo solía regresar la madre con un nuevo hijo entre los brazos y, un poco más tarde, el padre en forma de cruel pesadilla para todos. En estos casos no nos prevenían, simplemente hablaban bajito sobre el tema y dejaban de hablar cuando entrábamos en la habitación, de manera que sólo acertábamos a escuchar un misterioso refrán que decía que "entre marido y mujer nadie se puede meter".
Muchas veces las familias se habían constituido allí mismo, en Alemania, entre españoles que se habían conocido trabajando, lo cual era habitual si tenemos en cuenta que generalmente vivían juntos en sus propias colonias apartados de los demás, manteniendo su idioma, sus costumbres, sus colegios, sus supermercados, porque tenían clarísimo que su estancia en ese país era algo meramente temporal y para la mayoría la intención era la de trabajar durante un tiempo y volver finalmente a España con sus hijos nacidos en impronunciables ciudades alemanas, como Liana e Inés (que era tan rubia precisamente por eso, claro).
Aunque yo a veces echaba de menos en mi familia un pasado tan interesante como el que contaba el padre de Inés, llegué a la conclusión de que también en casa teníamos ejemplos de desarraigo: mi propia madre era un ejemplo claro de eso que se llamaba "éxodo rural", que a la postre también era una forma de "emigrar", aunque no te ibas tan lejos.
Sólo cuando crecí me di cuenta de lo que debió suponer para los hermanos mayores de mis compañeros el haberse marchado con sus padres. Leer a Freda ha sido una forma de recordarlo y es este tipo de recuerdos el que te hace disfrutar de la lectura desde otra perspectiva.
Muchas veces las familias se habían constituido allí mismo, en Alemania, entre españoles que se habían conocido trabajando, lo cual era habitual si tenemos en cuenta que generalmente vivían juntos en sus propias colonias apartados de los demás, manteniendo su idioma, sus costumbres, sus colegios, sus supermercados, porque tenían clarísimo que su estancia en ese país era algo meramente temporal y para la mayoría la intención era la de trabajar durante un tiempo y volver finalmente a España con sus hijos nacidos en impronunciables ciudades alemanas, como Liana e Inés (que era tan rubia precisamente por eso, claro).
Aunque yo a veces echaba de menos en mi familia un pasado tan interesante como el que contaba el padre de Inés, llegué a la conclusión de que también en casa teníamos ejemplos de desarraigo: mi propia madre era un ejemplo claro de eso que se llamaba "éxodo rural", que a la postre también era una forma de "emigrar", aunque no te ibas tan lejos.
Sólo cuando crecí me di cuenta de lo que debió suponer para los hermanos mayores de mis compañeros el haberse marchado con sus padres. Leer a Freda ha sido una forma de recordarlo y es este tipo de recuerdos el que te hace disfrutar de la lectura desde otra perspectiva.
Kike Benlloch (A Coruña, 1974), que ha trabajado como redactor y guionista para televisión, cine, radio, prensa, cómic o videojuegos, y como productor para Culturagalega.org en el Portal de Internet do Conselho da Cultura Galega, uno de los miembros fundadores del Colectivo Polaqia y director de Barsowia (la revista de BD de este colectivo) y colaborador en una caterva de publicaciones, ha construido una historia convincente. Narrada en primera persona, en ella nunca sabemos si el que nos la cuenta es el adulto taciturno en el que se ha convertido o el niño que no pudo ser (ahora aparecen los textos en mayúscula, ahora en minúscula). El protagonista, Manu, crece entendiendo que debe abandonar la plaza del pueblo en la que jugaba con sus amigos y olvidar el rostro del abuelo para adentrarse en solitario en un mundo desconocido que no entiende y al que se enfrenta en silencio hasta que encuentra un alma gemela que le comprende, alguien que se ha dado cuenta de su existencia antes de percibirla él mismo, su compañera de pupitre, Freda, que no sólo le ayuda a integrarse en un país que no es el suyo sino que le descubre el amor en esa edad tan difícil de vivir en todas partes del mundo como es la adolescencia. Sin embargo, a pesar de ir al colegio con ellos, de aprender su idioma y de intentar integrarse, no por ello deja de ser un “gastarbetter”: pertenece al grupo de los que han venido a trabajar, así que a los trece años debe dejar los estudios y trabajar de aprendiz en una fábrica de tabacos en donde conoce a emigrantes de otros países.
Cuando los padres deciden volver a España, lo que el Manu adulto no es capaz de entender, i de aceptar, es un nuevo desarraigo, y es que ya le ha tocado vivir dos veces esa sensación de abandono: la primera vez cuando deja atrás su infancia, la segunda, más traumática, cuando se deja atrás a sí mismo para no volver a encontrarse a pesar del intento de rebelarse y regresar a Alemania, enfrentándose al hecho de que ha perdido su única oportunidad.
Alberto Vázquez (A Coruña, 1980), uno de los autores gallegos de BD más nominados y galardonados en la actualidad, cofundador del Colectivo Polaqia, colaborador y director de fanzines y autor en solitario de “Alter ego” (Polaqia, 2002) y “Psiconautas” (Astiberri, 2006) ha encontrado la forma justa de plasmar gráficamente el guión de Benlloch, ha sabido captar perfectamente la idea de separación en esta historia tan triste a través de expresivos dibujos en blanco y negro, cuyas formas simplificadas parecen enmarcados en contundentes viñetas, tan diferentes de lo que está haciendo ahora.
Alberto Vázquez (A Coruña, 1980), uno de los autores gallegos de BD más nominados y galardonados en la actualidad, cofundador del Colectivo Polaqia, colaborador y director de fanzines y autor en solitario de “Alter ego” (Polaqia, 2002) y “Psiconautas” (Astiberri, 2006) ha encontrado la forma justa de plasmar gráficamente el guión de Benlloch, ha sabido captar perfectamente la idea de separación en esta historia tan triste a través de expresivos dibujos en blanco y negro, cuyas formas simplificadas parecen enmarcados en contundentes viñetas, tan diferentes de lo que está haciendo ahora.
Me ha gustado la forma en que Vázquez muestra los enfados de Manu, su “enfurruñamiento”, la tristeza de los personajes, sus miradas perdidas, sus silencios; como plasma metafóricamente el terrible dolor de espalda de los padres y el de sus propias heridas en el alma, esa sensación de que te cae el mundo encima, que te hundes cada vez más en la desesperación o que te vence esa impresión de estar siempre de paso, como un eterno viajero en un tren. Pero es magnífico también cuando es capaz de hacerte percibir con sus dibujos un montón de sensaciones: olores, sabores, sonidos,…, cuando expresa los momentos de felicidad de ambos jóvenes o cuando es capaz de narrar visualmente la música fluyendo, la sonrisa de Freda, su complicidad, el vacío de la despedida, las palabras que se sienten y nunca se dicen, esa dificultad en expresar los sentimientos, ese sentirse distinto e incomprendido.
Freda fue seleccionada para el catálogo "White Ravens" elaborado por la Internationale Jugendbibliothek de Munich en el año 2004 para la Feria Internacional Infantil y Juvenil de Bolonia, que recogía los mejores 250 libros del mundo de aquel año. Dicha selección ya constituía en sí un premio que, francamente, merecía. La simbiosis perfecta entre texto y dibujo dio lugar a una historia hermosa, llena, sin embargo, de una terrible y contagiosa melancolía. Como la vida misma.
3 comentarios:
Un tema muy muy interesante, que a todos directa o indirectamente nos ha tocado vivir y que parece que está a ahí olvidado hasta que aparecen post como este que hacen que te apezca conocer més de este tema. Seguro que incluyo este tebeo en mis lecturas estivales. Te recomiendo sobare este tema la película "1 franco 14 pesetas" de director español Carlos Iglesisas que retrata de forma muy tierna la emigración española en Suiza, con sus arraigos y desarrigos.
Gracias por tu comentario y por recomendarme la película. No la he visto, pero me han hablado muy bien de ella. Si te ha gustado, seguro que también te gustará Freda. Siempre hay cuestiones que, no sabes muy bien por qué, te determinan a la hora de elegir una lectura u otra y precisamente este tema, el de la emigración y el desarraigo, lo estamos viendo cada día.
Un saludo.
Susana.
Saludos y espero tus próximos post, siempre tienen algo de especial, esa manera de iniciar los post con una mezcla de vivencias vividas y buena literatura siempre son entrañables.
Un saludo.
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