Publicado por la Editorial Astiberri.
Quizás esta no sea el tipo de obra que suela llamar la atención entre el aficionado mayoritario, pero lo que sin duda aporta al medio un autor como Baudoin es incontestable. Ya con más de veinte años de dedicarse al cómic, el referente que supone para la gran mayoría de los autores independientes de la BD es tan importante que, hoy en día, posiblemente muchos de estos autores no se percibirían de la misma forma sin la aportación de éste, debido a la gran influencia que ha supuesto indiscutiblemente en sus obras.
Hay quienes piensan que el lenguaje del cómic es internacionalmente uniforme, y que esto nos permite hablar con cierta comodidad sobre cualquier tipo de obra. Lo cierto es que es un lenguaje en constante evolución, con sus piruetas narrativas y sus recursos sacados de otros medios transversalmente. Aunque, por otra parte, principalmente suele apoyarse de unos pilares ya asentados, gracias a esos autores que han marcado de una forma importante el lenguaje del noveno arte.
Piero es sin duda una de esas obras que han aportado su pequeño granito de arena. Partiendo de un punto de vista autobiográfico, Baudoin nos invita a un viaje a su infancia, al lado de su inseparable hermano Piero, ambos aficionados al dibujo. Básicamente seremos partícipes de poder descubrir esas experiencias y sensaciones que suele tener un niño de esa edad.
Intencionadamente el autor centra esas sensaciones en el dibujo, en la pasión que tiene junto a su hermano por él, llegando hasta tal punto en el que sus vidas no se podrían entender sin la aportación de éste. Y esto lo hace valiéndose de pequeños pasajes de su vida cotidiana, de sus obsesiones, de una forma de entender la vida, sencilla pero extremadamente emotiva, apasionada y, por supuesto, llena de imaginación, una imaginación que hace que sueñen despiertos y, sobretodo, contagien al lector haciéndolo participe de todo ello.
Respecto al dibujo, Baudoin tiene un trazo sencillo, sucio y sin preocuparse de plasmar los detalles, con esa perfecta combinación de dibujos esquemáticos y de línea espontánea, con dibujos en los que utiliza texturas, consiguiendo trasladar ese juego de luces y sombras con gran consistencia. Y lo hace siempre utilizando de manera magistral el mismo tipo de plumilla, de trazo predominantemente fino. Hay que destacar cómo consigue plasmar los diferentes rostros de los personajes, con unos ojos a los que Baudoin consigue hacer que desprendan todo tipo de sensaciones, valiéndose principalmente de miradas y gestos, a través de los cuales veremos reflejados, en todo momento, lo que pretende comunicarnos.
Con la esperanza que se comiencen a editar muchas de las obras que aún están inéditas en nuestro país, donde sólo se ha editado otra obra suya como es El Viaje, también por Astiberri, sólo espero que haya conseguido contagiar, a más de uno, con un autor al que no se le puede discutir su manera de construir historias aparentemente sencillas, pero de una gran belleza interior.
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