La primera vez que vi “Laura” fue por televisión hace ya un montón de años, cuando los televisores eran mayoritariamente en blanco y negro. Se trataba de una película policíaca, un clásico del cine americano de los años 40, género al que cogí mucha afición desde pequeño. Lo cierto es que tampoco había mucha más variedad y mi conocimiento sobre el cine no era aún muy extenso.
Así que, como decía, empecé a ver la película y a meterme de lleno en una historia típica de cine negro, la historia de un detective de homicidios (encarnado por Dana Andrews) que tiene que investigar el asesinato de una hermosa joven, de nombre Laura (maravillosa Gene Tierney) y que da título a la cinta. Siguiendo los esquemas del género, el duro detective investiga el pasado de la chica a base de preguntar por ella a todos los que la conocían.
Así que, como decía, empecé a ver la película y a meterme de lleno en una historia típica de cine negro, la historia de un detective de homicidios (encarnado por Dana Andrews) que tiene que investigar el asesinato de una hermosa joven, de nombre Laura (maravillosa Gene Tierney) y que da título a la cinta. Siguiendo los esquemas del género, el duro detective investiga el pasado de la chica a base de preguntar por ella a todos los que la conocían.
De este modo se crea un pequeño círculo alrededor de lo que fue la vida de Laura a través de las opiniones y los sentimientos de sus más allegados. Pronto comprendemos que esta joven en su camino hacia ganar una buena posición social había sido capaz de despertar una especial atracción en los hombres que la rodearon y sin dejar indiferente a las mujeres que no habían logrado competir con ella.
Poco a poco, esa misteriosa atracción se va haciendo dueña de nuestro detective que, a medida que pasa el tiempo y va profundizando más y más en el caso y en la personalidad de Laura, se vuelve obsesivo con el personaje de la difunta.
Dicha obsesión alcanza su punto álgido con la visión del retrato de la chica, idealizada imagen que domina el salón de su casa y donde el detective de homicidios queda atrapado por esa imagen y por los recuerdos de un amor que nunca existió y que él hubiera deseado en su monótona vida. De un modo u otro, todos los hombres que la conocieron, de una u otra forma, han quedado atrapados por su embrujo.
En cierta forma, yo me quedé también prendado de la belleza que desprendía el personaje, y no sabría decir por qué. Una belleza como la de Laura, una joven morena con aire inocente y vulnerable, no era el típico personaje de mujer fatal de larga cabellera rubia y enormes pestañas al que el cine negro más clásico nos tenía acostumbrado.
En unas pocas líneas, ésta es la trama de este clásico de 1944, película que yo casi clasificaría de culto y de la que no voy a revelar nada más, por si a estas alturas alguien todavía no la ha visto.
La película está basada en una novela policíaca homónima del escritor norteamericano Vera Caspary, no tan conocido como otros de los grandes nombres del género, pero que sirvió de base de partida para que Otto Preminger realizase una de sus más conocidas obras y que a través del éxito obtenido, se le permitiese desarrollarse como creador de forma más libre e independiente. Una historia en principio policíaca que pronto se interesa más por aspectos psicológicos relacionados con los personajes que la pueblan.
El reparto de la película fue muy cuidadosamente elegido para darle entidad a la historia, ya que unos actores no adecuados o sin la suficiente credibilidad en sus personajes harían que la película no se sostuviese. Una vez visionada, el acierto fue pleno. Dana Andrews interpreta al detective McPherson obsesionado por la joven asesinada; Clifton Webb es el misógino escritor Waldo Lydeker convertido en mecenas; como secundario de lujo, Vincent Price, haciendo del novio de la tía de Laura Shelby Carpenter.
Y como personaje femenino principal, Gene Tierney como Laura, perfecta en el papel que la lanzaría al estrellato. A partir de esta película, se convirtió en mi actriz favorita del cine clásico, y aunque la haya visto en otros títulos, creo que es en esta película donde apareció más bella que en ninguna otra.
Este es uno de mis títulos favoritos, de esas películas de las que siempre me acuerdo de nombrar cuando me piden que haga una pequeña lista. Es una de esas obras maestras que de vez en cuando me gusta volver a visionar y que no me canso de verla, porque sigue conservando el hechizo de la primera vez que la vi.
"LAURA" (1944) de Otto Preminger, con Dana Andrews, Gene Tierney, Clifton Webb, Vincent Price y Judith Anderson. Editada en DVD por 20th Century Fox.
1 comentario:
Soy muy seguidor de Preminger, y Laura es una de las películas de cabecera. No se si has visto la versión normal u otra que tengo yo con muchos extras, y que necesita una revisión por mi parte. Lo bueno es que ya no hay que ir a filmotecas o cines de arte y ensayo para recuperar clásicos como tuve que hacer yo, con Preminger en el 91. Salen cuidadas versiones en DVD, que se disfrutan más que en los cines de media pantalla.
Un saludo,
José Andrés
Un saludo
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