Director: Ingmar Bergman.
Año: 1982.
Duración: 197 min.
País: Suecia.
Reparto: Gunn Walgren, Ewa Froeling, Jarl Kulle, Erland Josephson, Allan Edwall, Boerje Ahlstedt.
Distribuidora: Cameo Media
Ganadora de 4 Oscars.
Supongo que para muchos, el nombre del sueco Ingmar Bergman les sonará un poco, sobre todo últimamente, después de haberse producido su reciente fallecimiento hace poco más de medio año, algo que salió en todos los medios, bien fuera en prensa escrita, Internet o televisión. Sí bien es verdad que nunca fue un director de masas, al igual que el también fallecido por las misma fecha, Michelangelo Antonioni, sí es cierto que es uno de los que mayor significado para el cine ha supuesto su larga carrera de más de cincuenta años dedicados a su segunda gran pasión, pues su primera siempre fue el teatro. Siempre demostró ser una persona incansable, pues a sus incontables filmaciones para cine o televisión, hay que añadir sus documentales, sus cortometrajes, sus guiones y sus obras de teatro o literarias.
Principalmente, Bergman suele asociarse al cine intimista, un cine en el que el mayor peso lo tiene la utilización de primeros planos, junto con el impacto que suele producir la desnudez de los secretos más inconfesables por parte de cualquier personaje que se asome en sus historias. Personajes capaces de detener la cámara, de conseguir hacer sentir a uno todo tipo de sensaciones, con historias impactantes y violentas, tanto físicamente como, sobre todo, emocionalmente. Su cine siempre se ha caracterizado por una realización austera y de pocas filigranas en la dirección, demostrando un cierto desinterés por el encuadre, por lo estético o por la riqueza cromática ante la cámara. Pero en Fanny & Alexander se desmarca un poco de lo anteriormente dicho, e intercala elementos esenciales para la cámara, con adornos cinematográficos que en ocasiones solo sirven para despistar al espectador y no aportan nada importante a lo que realmente es su fuerte, el lenguaje dramático y descarnado con el que demuestra estar más a gusto durante toda su carrera. Curiosamente es F&A la más cara y recargada de todas sus filmaciones, donde la influencia de Luchino Visconti y su visión sobre la sociedad de clases se palpa en todo momento, aunque su punto de vista no coincida del todo con el maestro de los ambientes glamurosos.
Aunque se dice que F&A podría servir perfectamente como espejo de la niñez del propio Bergman, esta historia es, sin duda, una representación bastante conseguida de la infancia que muchos niños sufrieron a tan tierna edad, en esa etapa de la historia donde la religiosidad formaba parte, de una forma desmedida, de la educación de muchos niños que veían cómo esa rigidez moral a la que se veían sometidos sólo servía para inculcarles, de forma forzosa, ciertos valores para nada recomendables y alejados del tan necesario afecto de sus seres más queridos. Aquí, en esta historia ambientada en la Suecia de principios de siglo XX, todo esto incluso está más acentuado de lo normal, pues los dos hermanos protagonistas de ocho y diez años, y pertenecientes a una familia dedicada al teatro, sufren además la pérdida de su padre, y la madre vuelve a casarse con un pastor protestante de falsa e hipócrita moral, demostrando al poco tiempo del enlace un carácter bastante severo y cruel hacia ellos que hará que cambie de forma radical la vida que llevaban hasta ese momento. Todo esto dramatizará, más sí cabe, esa falta paternal que tienen, además de acabar afectando la relación que tienen con su madre.
Si algo ha caracterizado su cine son las fuertes relaciones entre sus personajes, principalmente de tipo familiar, y, sobre todo, maternal, algo que, sin duda, viene como consecuencia del fuerte vinculo que el propio Bergman tenía con su madre y que, sin duda, marcó el enfoque de muchas de sus historias. Esa fuerte relación también estará presente en F&A, donde se nos retratará con pasión esos vínculos familiares que servirán como resorte para activar los mecanismos necesarios y siempre presentes en la mayoría de las relaciones humanas. Amor, violencia, humor o sexo. Miradas de incredulidad, de miedo, de deseo, de autoritarismo, de fidelidad e infidelidad, pero, sobre todo, de esperanza. Todo puede ser, todo es posible, y Bergman reconstruye con gran precisión esa realidad.
Con todo esto, Bergman consigue también aportar elementos bastante enriquecedores que complementan ese estilo tan suyo de construir historias, y que no es otro que las aportaciones humorísticas que nos van salpicando durante muchos momentos del metraje, y que se agradecen muy mucho, con las que además de pasar buenos y divertidos ratos, consiguen suavizar y, no sé si atreverme a decir que, incluso compensar en parte sus verdaderas intenciones, su exhibición desmesurada sobre sus sentimientos y obsesiones. Todo ello envuelto de una gran coralidad que sabe llevar perfectamente de la mano a todos y cada uno de los personajes, enriqueciendolos más si cabe a los ya de por sí bien construidos personajes.
Pues eso es todo, si queréis descubrir al cineasta por el que posiblemente más adoración tiene Woody Allen, solo tenéis que acercaros a F&A o a cualquiera de sus otros conocidos largometrajes y descubrir a un director que vale mucho la pena. Si ya lo conocéis, estoy seguro que sobran estas palabras.
2 comentarios:
Contra gustos, no hay disputas.Yo siempre me quedaré con El Septimo Sello y el Manantial de la Doncella.
Ese Bergman, en BYN, que fue otorgado el rey de los intelectuales..
US
JA
José Andrés, un día de estos tengo que volver a ver El Séptimo Sello y Fresas salvajes, dos de sus mejores películas, además de ser las que le dieron fama mundial, sobretodo El Séptimo Sello, muy distinta a F&A, pero es lo que tiene Bergman, si te gusta su cine, tienes muchas para elegir de entre toda su filmografía. En cuanto al Manantial de la Doncella, me apunto tu recomendación, pues esa no la he visto todavía.
Un saludo.
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