lunes, agosto 03, 2009

RECORDANDO A: BUDDY LONGWAY de Derib

Día arriba o día abajo (y, más concretamente, el próximo 7 de agosto), hace ahora tres años empezó la andadura de este blog; Trazos en bloc sigue siendo una bitácora modesta, en la que se tratan aspectos básicamente del mundo del cómic, pero donde también tienen cabida las novelas, algo de cine e, incluso, un poquito de música.

Los gustos bastante diversos de l@s TraZer@s hacen que estén reflejadas prácticamente todas las tendencias del cómic, el de superhéroes, el manga, el cómic independiente, con una mayor incidencia en el europeo y nacional.

En este tiempo, con más de 230.000 visitas, nuestra mejor recompensa ha sido conseguir un buen número de amigos -unos en persona y otros virtuales-; a todos los que habéis dedicado un ratito de vuestro tiempo a leernos y hacer algún comentario y al “alma mater” (o sea The Boss) por animarnos y achucharnos para que seguir adelante: muchísimas gracias.

Para celebrar este tercer aniversario, durante los próximos días vamos a hacer un recordatorio o re-difusión de una entrada elegida por cada TraZer@... empezamos con Giuseppe (o sea, el que os escribe):

Uno de los post que más me siguen gustando es “Recordando a: Buddy Longway”, una breve reseña sobre una de mis lecturas favoritas de la infancia, y que de alguna manera ya existía en mi cabeza hacía mucho tiempo antes de plasmarlo -con mayor o menor fortuna- en la pantalla del ordenador.

Más de dos años después de su “primera publicación”, lamentablemente no ha hecho falta hacer modificaciones: sigue sin ser editado dignamente en España, y los comentarios reivindicativos sobre otras series de la editorial Bruguera de la misma época también continúan siendo válidos. Únicamente hemos añadido alguna ilustración más de Derib.

En el western de principios de los años 70 encontramos algunos films como “Pequeño Gran Hombre” (Arthur Penn, 1970), “Un hombre llamado caballo” (Elliot Silverstein, 1970) o “Las aventuras de Jeremiah Johnson” (Sydney Pollack, 1972) que muestran historias sobre la Conquista del Oeste desde un punto de vista más cercano a los indios, se cargan el mito del salvaje sediento de sangre, a héroes de las guerras indias como el carnicero del Teniente Coronel G.A. Custer (el rango de general le fue otorgado de forma provisional durante la Guerra de Secesión americana), y resultaba que los “pieles rojas” perseguían nada menos que su supervivencia física y cultural como pueblo al oponerse al avance de la frontera impuesta por los “blancos”.

A la estela de estos vientos de cambio encontramos en el cómic europeo dos series que siguen esta línea. La más destacada y conocida es la protagonizada en algunas de sus miniseries por el Teniente Blueberry, de Charlier y Giraud, y la otra, que recordarán sólo los jóvenes que pasan de los 30 añitos, Buddy Longway, obra de uno de los grandes autores del cómic franco-belga: Derib, alias de Claude de Ribepierre, que, aunque nacido en Suiza, desarrolla su carrera profesional en Bélgica, siempre con Editions du Lombard.

Las aventuras de Buddy Longway están absolutamente influenciadas por una de las películas citadas anteriormente: Jeremiah Johnson. Se trata de un joven trampero que se instala en las Black Hills y sobrevive gracias a la caza y al comercio de pieles, toma como esposa a una india sioux, Chinook, y forma una familia, tiene dos hijos: Jeremy (posible homenaje a la película ¿?) y posteriormente Kathleen. Asistimos al mestizaje de culturas y a la forma de vida de los indios y sus tradiciones; algunas aventuras muestran la visita a la familia por parte materna, al nomadismo en función de las migraciones del búfalo y su caza (recurso fundamental del que obtenían alimento y vestido) y la forma en que despiden a sus muertos (“El enemigo”).

Las historias recogen el respeto a la naturaleza, así como sus peligros (osos y tejones en “El enemigo”), cómo se construía una cabaña de troncos, el aprendizaje de los hijos de Buddy para montar a caballo o tirar con arco. Veremos crecer a los pequeños Longway, pero también envejecer al matrimonio, algo que no era demasiado habitual ver en los tebeos de la época (el Crispín de Trueno o el Pedrín de Roberto Alcázar parece ser que tenían el síndrome de Peter Pan: no podían-querían crecer).

Los peligros más grandes llegan con los forasteros, vendedores de licor a los indios (en el álbum “Agua de fuego”) o forajidos escapando de la justicia (“Pasaron tres hombres”).

El dibujo de Derib también fue cambiando a unas caracterizaciones más realistas, ganando expresividad, y mejorando los detalles. Una evolución similar a la seguida por Giraud en Blueberry.

En las páginas de este western seremos como un antropólogo que convive con los pueblos de las praderas, ejemplo de cómic que contiene un factor no demasiado habitual: la pedagogía, con esa forma de aprender que no se percibe, de la que no hay que estudiar, la que más cala en una persona que crece. Entender que no hay culturas superiores y que es posible la convivencia pacífica entre ellas, y comprender la necesidad de tener una relación ecologista con la Madre Tierra. Todo ello sin dejar de ser un cómic emocionante y entretenido que le ha permitido llegar a los 20 números en Francia.

Se podría decir que casi todos los que eran niños o jóvenes en aquellos años sabíamos (gracias a Derib y, por supuesto, a otros cómics que leíamos entonces) qué era un tipi (tienda india), una squaw (mujer india), un papoose (un niño), un mustang (caballo) o un grizzly (oso americano). ¿De que sirve saber estas cosas? Eso que lo responda cada cual; en mi caso, pienso que me resulta, al menos, igual de beneficioso para mi acervo personal como pueda serlo conocer términos como sable-láser, hiper-espacio o katana.

Editados los primeros 8 números por la desaparecida Bruguera en su revista Zipi y Zape Especial y en formato álbum en la colección Bravo, no tuvo nunca, por tanto, una edición en condiciones en España (rotulación mecánica, parte del episodio en color made in Bruguera y el resto en un seudo blanco y negro con algunos grises, y color carne para los personaje) y es prácticamente imposible de encontrar.

Similar suerte corrieron otras estupendas series de Editions du Lombard como Chik Bill, Rich Hochet, Johan y Pirluit o Corentín que también aparecían en Bruguera y que parecen estar marcadas por haber sido publicadas en cómics baratos y de mala calidad, no teniendo en este país un reconocimiento similar, por supuesto merecido, al que disfrutan, por ejemplo, las colecciones de Dargaud que publicaba Grijalbo (Valerian, Blueberry, Blake & Mortimer, Astérix, XIII, Iznogud, etc.) lanzadas entonces en tapa dura y a un precio evidentemente más elevado, que siguen en el mercado y gozan de bastante buena salud.

De forma paralela, Derib siguió con la temática india en otras dos series, “Celui que est né deux fois”, inédita en España, y “Yakari”, un niño indio que, con mayor dosis de humor y con animales parlantes, estaba enfocada a un público más infantil. Editado por la Editorial Juventud en tapa dura, todavía se puede conseguir en ferias de ocasión y mercadillos al astronómico precio de 2 euros.

No sé si alguna editorial (léase Planeta) se plantearía lanzar a Buddy Longway o alguna otra serie del impresionante catálogo de Du Lombard en coleccionables de éstos que están surgiendo últimamente y que permiten obtener de forma completa (o casi) algunas de las mejores series del cómic europeo. Yo sería uno de sus seguros compradores, por un ejercicio de nostalgia, pero también como un reconocimiento a su calidad.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

No te olvides de Tex y sobretodo de Ken Parker, ambos de la editorial Bonelli y con cientos de historias publicadas, e incluidos entre los más grandes de la historia del comic europeo, y que comparten temática con los anteriormente citados.
A mi también me encantaría que publicasen Johan y Pirluit de una puñetera vez.
!!!Exigimos Johan y Pirluit ya!!!

Anónimo dijo...

Gracias Ximo por la puntualización, tengo que reconocer que no he leído prácticamente nada de Tex y muy poco de Ken Parker (de Milazzo y Berardi) y debe ser casualidad pero eran aventuras sin indios.

Anónimo dijo...

"...pero también como un reconocimiento a su calidad."

Pues no eres el único que reconoce su calidad:

http://www.actuabd.com/spip.php?breve1901

En resumen: Que han nominado a Derib a un prestigioso premio de literatura juvenil.

Yo reconozco que aunque leí sus historias de niño y Buddy Longway destacaba (pero de laaargo) ante otras historias compañeras de revista, nunca lo he releído. Así que gracias por este ejercicio de nostalgia, la próxima vez que vea en una librería un álbum de Buddy Longway me lo pensaré muy mucho antes de devolverlo a la estantería...

Toni dijo...

Buddy Longway ,que recuerdos........el album del El enemigo debe de andar por las estanterias de la casa familiar.

Yo tambien sería otro comprador. Faltaría más!!