domingo, agosto 09, 2009

EL CIELO SOBRE BERLÍN - ¡TAN LEJOS, TAN CERCA! - Una escenografía del alma humana hecha por Wim Wenders

Ya hace tres añitos del nacimiento de Trazos en el bloc. Recuerdo que fue justamente antes del viaje al Salón de A Coruña junto con EduXavi. La idea que me propuso en un principio me resultó de lo más interesante, acabando por convertirse en un viaje que un grupo de personas hemos compartido junto a nuestro amor por los comics y demás aficiones. Para celebrar todo esto, nuestro compañero Giuseppe lanzó la idea de que cada uno eligiera un post de entre todos los que habíamos hecho. Difícil elección. Pues bien, como no conseguía decantarme por ningún post sobre cómics, al final he decidido que no sea sobre cómics, sino sobre cine, y en particular sobre dos pelis por las que siento bastante debilidad cinéfila. Por cierto, curiosamente este año volveremos a repetir la experiencia salonera en A Coruña y en tierras gallegas, con todo lo que ello conlleva. Ya me entendéis: disfrutar de un maravilloso salón que, por supuesto, estará acompañado por un buen vino gallego y una tapa de pulpito, y de ahí hasta el infinito...

TOCANDO EL CIELO DESDE LA DISTANCIA

Cuando el niño era niño, caminaba con los brazos abiertos. Quería que el riachuelo fuera un río, el río un torrente y un charco fuera el mar. Cuando el niño era niño, él no sabía que era un niño. Todo él era alegría y todas las almas eran una. Cuando el niño era niño, no tenía opinión sobre nada. No tenía costumbres, se sentaba en el suelo, corría por doquier, tenía un tirabuzón en el pelo y nunca hacía muecas al hacerse fotos. Cuándo el niño era niño, era el momento de hacerse una pregunta ¿Por qué yo soy yo, y no soy tu? ¿No es la vida bajo el sol un mero sueño? ¿No es lo que yo veo, oigo y huelo, nada más que el reflejo de un mundo delante de otro mundo? ¿Existe realmente el mal, y gente que de verdad es mala? ¿Cómo puede ser que yo, que soy yo, antes de serlo, no lo fuera? ¿Y que algún día yo, que soy yo, deje de ser lo que soy?

Con este toque tan poético comienza la historia de unos ángeles que oyen los pensamientos de la gente, son testigos de lo que sienten, y sienten la necesidad de tener un alma más allá de su existencia, para así poder sentir el peso de la humanidad. Necesitan esquivar la infinidad de su sentencia divina, poder atarse a la tierra, sentir sus pasos, y no tener que pronunciar como siempre “hasta la eternidad”.

Wenders consigue aproximarnos su concepción sobre el mundo, en una historia que refleja de manera perfecta ese sentimiento hacia el espíritu humano, a través de la mirada de dos ángeles que necesitan sentir emociones, no solo como espíritus divinos que son, siempre en silencio y distantes, sino como seres frágiles e imperfectos. Ángeles apasionados por la condición humana, atraídos por el ahora, y no por el para siempre. Que puedan mentir, mentir sin parar, y no saber lo que va a pasar, en lugar de saberlo todo siempre, sin poder hacer nada para cambiarlo.

¿Qué brutal sería el mundo, si pudiésemos verlo a través de los pensamientos de la gente? Quizás sería una mirada confusa, sincera, demasiado poética o demasiado visceral, pero lo que sin duda haría es mostrarnos la condición humana a través de unos ojos apasionados, dentro de un sin fin de monólogos e imágenes en constante ebullición.

Ambos largometrajes están filmados con bastantes toques estéticos que buscan sobretodo la belleza interior, en contraste, principalmente, con ese entorno donde todo parece estar rodeado por un gris perpetuo, apuntillado por esa maravillosa fotografía en blanco y negro durante gran parte del metraje, donde las nubes berlinesas parecen invadirlo todo, tapando constantemente al sol, y consiguiendo dar un cierto toque divino, casi celestial. Todo ello acompañado de unos buenos diálogos, unas voces en off, y unos sonidos que parecen sacados de las entrañas de una ciudad que, suena a veces a terrenal, y a veces a celestial. A veces tan cerca, y a veces tan lejos.

Una de las cosas realmente conseguidas es su estilo introspectivo, desconcertante en un principio, con todos esos pensamientos cruzándose ante nosotros en difícil comunión. Una vez superada esa cierta fase de confusión, poco a poco nos veremos envueltos en una especie de voyeurismo, al que nos veremos arrastrados irremediablemente. Será como si levantásemos la cabeza y nos viésemos arrastrados a un mundo que conseguirá meterse en nuestro interior y, sobre todo, conseguirá hacernos reflexionar del por qué de las cosas, esas cosas que siempre están ahí, sólo con abrir los ojos, para que se puedan convertir en nuestro propio mundo, el que realmente es importante.

Si bien es cierto que la historia nos arrastra fácilmente hacia ese lado que es, en parte, maravilloso y que debe dar sentido a nuestra existencia, hay que remarcar lo importante que es, también, el análisis que se hace sobre la naturaleza tediosa con que nos esforzamos en dar a todas las cosas, ese aspecto aburrido, vacío y agotado con que nos empeñamos en convertir todo, como si estuviésemos camuflándolo, para no darnos cuenta de todo ello. Tal y como dicen los ángeles protagonista “¿Quizás lo único que busquemos sea un remolque de felicidad?.

Que El cielo sobre Berlín es una de los mejores largometrajes de Wenders, no lo duda nadie. Que también ha sido importante para fortalecer el cine de autor en los últimos tiempos, eso tampoco lo dudamos (recordemos que se rodó poco después de su más conocida y exitosa peli, como es "París, Texas"). Lo que no se acaba de ver es la intención que tenía Wenders al rodarla, dando la sensación que fue un poco improvisada con, entre otras cosas, un final de continuará que da pie a pensar que, quizás, no acababa de estar satisfecho con el resultado, y que aún no había encontrado algo que llevaba buscando durante el rodaje. Algo que quizás si encontraría con su continuación que, por ciento, llegó al cabo de seis años, con el titulo de ¡Tan lejos, tan cerca! Ésta es una continuación en toda regla, tal y como acaba una, continua en la otra.

En esta segunda parte, mucho menos redonda que su antecesora, habrán ciertos cambios. Ha caído el muro de Berlín (ahora es cuando deberían sonar los Pink Floyd), y entramos en un periodo de grandes esperanzas que poco a poco se van convirtiendo en decepciones. Toda esta inocencia de un pueblo como el alemán, falto ya de optimismo, se reflejará también en nuestro ángel protagonista.

Descubriremos como su mirada cambiará por completo, como se verá afectado por las acciones de los demás, como se verá afectada su esperanza, su optimismo por su nueva vida, la cual empezará a pasarle factura. Esa armonía con la que vivía en un principio, acabará convirtiéndose en un mundo distante, violento a sus sentidos, sucio y decepcionante. Está tan cerca de lo que desea, pero en realidad tan lejos. Quizás solo sea cuestión de tiempo, pero el tiempo es precioso.

Por último, destacar de ambas pelis, lo impactantes que son los planos que vemos, cuando los ángeles estan encaramados en el monumento berlinés del Angel de la Victoria, impresionantes. También es destacable la actuación de los dos actores que encarnan a los dos ángeles, Otto Sander y Bruno Ganz, junto al papel que tiene un Peter Falk haciendo de sí mismo, está magnífico, pero claro, si es que es Colombo, como no iba a estarlo. Y curiosas son las apariciones de Nick Cave y Lou Reed, con actuaciones en una sala berlinesa, dándole una atmósfera verdaderamente inquietante y conseguida.

Y ya sabéis, si habéis conseguido llegar hasta el final de este texto, y no las habéis visto ya, intentar verlas, aunque sea la primera parte. La segunda lo dejo a la elección de cada uno, vosotros mismos.

EL CIELO SOBRE BERLÍN
DIRECTOR: Wim Wenders.
AÑO: 1987.
DURACIÓN: 128 min.
PAÍS: Alemania.
REPARTO: Bruno Ganz, Peter Falk, Solveig Dommartin, Otto Sander, Curt Bois, Hans Martin Stier, Elmar Wilms, Lajos Kovacs, Bruno Rosaz.
DISTRIBUIDOR: Filmax.

¡TAN LEJOS, TAN CERCA!
DIRECTOR: Wim Wenders.
AÑO: 1993.
DURACIÓN: 140 min.
PAÍS: Alemania.
REPARTO: Bruno Ganz, Peter Falk, Solveig Dommartin, Otto Sander, Nastassja Kinski, Martin Olbert, Aline Krajewski, Monika Hansen, Rüdiger Vogler, Willem Dafoe, Horst Buchholz.
DISTRIBUIDOR: Cameo.

3 comentarios:

Alfred Orgot dijo...

Gracias por postear comentarios tan buenos como este que no necesitan contarle a uno toda la pali para decir cuán hermosa es.
El Cielo sobre Berlín es mi favorita, pura poesía hecha filme.
Leer el post, pensando en la peli, en la vida, en el maravilloso mundo de la niñez y escuchar, por pura casualidad, al mismo tiempo "bach's air on a G string" del Modern Jazz Quartet ha sido, como decía JLB, un trocito de paraiso en la tierra... Paraíso melancólico, claro, pero Paraíso

Ishtar_K dijo...

Me alegro de que esta película no haya pasado desapercibida. Tiene un algo diferente. Es curioso, todo y que es de hace bastante tiempo justo este año la vi y también hice una entrada en mi blog. Si te apetece echarle un vistacillo: http://elcazasuenyos.blogspot.com/2009/06/el-cielo-sobre-berlin.html

La segunda me gustó más. Es más cercana a los humanos. Eso sí ninguno de los dos finales me acaba de convencer. ¿Tú qué opinas?

María dijo...

Me encanta como has descrito la película, totalmente de acuerdo con tus comentarios y preparandome para ver la segunda, gracias por compartir, saludos.