¿Quién dijo alguna vez que los mitos de nuestro imaginario no se podían reinventar? Naturalmente que se pueden, para eso son, al fin y al cabo, meras ficciones, fantasías, mitos y leyendas que no tienen una base histórica concreta y real, que no se basan en hechos constatables y que son factibles de que cada uno emplee su imaginación como mejor se le adapte.
Y qué son los cuentos si no eso. Literatura de ficción, historias fantásticas, relatos todos ellos que surgieron de la mente de algún estudioso, escritor o cuentacuentos capaz de recrear un mundo imaginario que nos haga vivir otra realidad diferente a la nuestra y nos haga soñar con hechos imposibles o impensables.
Pues eso es, nada más y nada menos, que Fábulas, la extraordinaria (re)creación de Willingham que se ha atrevido a ejercer lo "políticamente incorrecto" para transformar los cuentos y relatos de nuestra infancia en otra cosa muy diferente a lo que estamos acostumbrados a leer, oír y ver sobre ellos.
Porque, ¿nadie se ha preguntado nunca qué fue de cada uno de los personajes que poblaron nuestro imaginario infantil/juvenil? ¿Dónde fueron a parar, qué fue de sus vidas después del "...y vivieron felices y comieron perdices"? Pues eso es lo que hace la magistral pluma de Willingham, adaptar unas historias en un contexto actual, rejuvenecerlas, modernizarlas y transformarlas en unos personajes más de cualquier relato de ficción o no de hoy en día.
Esto mismo lo podemos ver también en la serie de películas de animación de Shrek, o en Erase una vez... un cuento al revés, o en las magníficas historias de Castle Waiting, o en un sinfín de relatos, historias y adaptaciones que pululan por ahí readaptando a los clásicos infantiles y juveniles, y todo para que la imaginación que teníamos cuando éramos niños no se pierda y esas aventuras e historias que nos hacían soñar de pequeños, resurjan de sus cenizas y nos atraigan de nuevo readaptándolas para un público que, por suerte y por desgracia, ahora se ha convertido en "adulto".
¿Y realmente esta nueva interpretación, reinvención, readaptación, como le queramos llamar, de los cuentos clásicos de siempre es (o nos parece) lícita? ¿Podemos aceptar como nuestros y verdaderos estos cuentos que siempre los hemos conocido de otra forma y son parte de nuestros mejores recuerdos de infancia? Siendo aún más concretos, ¿podemos considerar al Lobo Feroz o al Zorro como los "buenos" de la película esta vez? ¿O Jack el de las Habichuelas Mágicas o Ricitos de Oro como los "malos" de esta "nueva" Historia de los Cuentos?
En mi humilde opinión, todo en esta vida es factible de ser cambiado, adaptado o transformado a los nuevos tiempos o simplemente darle a la Historia un nuevo y diferente aire fresco, para así "modernizar" lo clásico y hacerlo más atractivo a la nueva mentalidad de los nuevos lectores. Y también a cualquier historia de ficción se le puede dar radicalmente otra vuelta de tuerca si el público así lo requiere y lo acepta. Porque, al igual que muchas veces tal o cual leyenda, cuento o historia la podemos interpretar y remozar de esta o aquella manera, y sacarle o no un doble sentido, todo relato puede volver a reescribirse y convertirlo aún más atractivo y, posiblemente, más realista, y volver políticamente correcto lo incorrecto, o al revés.
Entrando ya en materia de lo que hoy nos reúne aquí, el Fábulas de Willingham es un claro exponente de que una "vida de cuento" se puede transformar en cruda y real como la vida misma.
Fábulas es una colección del sello
Vertigo de la
Editorial DC que aquí fue publicada en una primera etapa por
Norma Editorial y, una vez hubo el cambio de derechos editoriales sobre la
DC, fue la
Editorial Planeta DeAgostini la encargada de continuar una serie que hubiera sido un crimen dejarla aparcada, porque a medida que avanza gana en calidad e interés.
Como cualquier larga serie que se precie, Fábulas empezó situándonos en el terreno de algo que era difícil de exponer y explicar así de buenas a primeras, tanto al lector veterano como al nuevo, narrándonos las historias de multitud de personajes de los cuentos tradicionales, tanto humanos como antropomorfos, que tuvieron que huir de sus "Tierras Natales", ahí donde todas las fábulas residían en sus respectivos mundos, de la persecución de "El Adversario", no teniendo más remedio que esconderse y mezclarse entre los "Mundanos" (nosotros) para así huir y protegerse del enemigo. Las fábulas humanas pudieron mezclarse e integrarse entre nosotros, creando su "Villa Fábula", y barrios adyacentes, en Nueva York y las fábulas no humanas residiendo todas ellas en la "Granja", en las afueras, donde podían pasar inadvertidas de nosotros los humanos.
En esta serie hay personajes de cuento que tienen un papel verdaderamente protagonista, que componen el núcleo principal de esta historia, y, luego, cada una de las restantes fábulas supervivientes de la huida de sus lugares de origen, tienen un papel secundario e incluso terciario, que permiten completar todas ellas este amalgama de historias y situaciones, siendo muchas de ellas fácilmente reconocibles por nosotros los lectores aunque tengan el mero papel de figurantes.
Willingham sabe darle a la trama un aire fresco, divertida a la vez que dura, pero sabiendo elegir cada momento, y que cada uno parezca que forme parte de un cuento. Lees, más bien devoras con avidez cada una de sus páginas, y más cuando ya la historia, que desde un principio nos quería contar, va cogiendo forma y ya se va encaminando hacia unos derroteros fácilmente identificables, que te acercan a los personajes, los conoces, parece que te son cercanos, les suceden cosas que a nosotros nos sucederían sin más y acabas cogiéndoles un cariño que no veas, porque cuentos serán, sí, pero contados por un magnífico contacuentos que te comunica hechos y situaciones "reales" como la vida misma, pero, eso sí, sin dejar nunca de lado ese toque "fantástico".
En el apartado gráfico, entre la multitud de dibujantes que han contribuido a plasmar gráficamente las ideas de Willingham, hay que destacar por encima de todos al que, por méritos propios, se ha convertido en el dibujante fijo de la serie, Mark Buckingham. En esta obra, Mark está que se sale. A cada número que ilustra vemos claramente un dibujante que está en constante evolución. Un trazo suave, una línea clara, sin estridencias pero haciendo espectacular el dibujo, muchas veces ayudado por esas magníficas composiciones de página que se acrecientan a medida que transcurre la obra, con unos marcos y cenefas que enmarcan las viñetas o las meras ilustraciones, en un alarde de sapienza a la hora de utilizar todos lo efectos que están en su mano para que la historia que nos cuenta sea un verdadero "cuento de hadas".
Y qué mejor para confirmar esto que acabo de decir que utilizando las mismas palabras que
Mark escribió para que formaran parte de la exposición sobre su trabajo en
Fábulas en el pasado
Expocómic:
"Habiendo dedicado un cuarto de mis veinte años de carrera a un único título de cómic, notarás muchos cambios en el estilo y la estructura, ya que aproveché de un entorno de trabajo estable lleno de apoyo, para evolucionar como artista. Partiendo de un comienzo más conservador, experimenté elementos de diseño decorativo y con la composición, que eventualmente condujo a mis ahora familiares "márgenes de página", una característica distintiva de Fábulas desde el arco argumental "Tierras Natales". El estilo de dibujo también ha cambiado considerablemente, de una aproximación mas ligera e ilustrativa, a mi más moderno, minimalista y dinámico estilo, con un gran énfasis en el uso del negro".
Yo si tuviera que destacar un arco argumental en concreto, donde tenemos a un Mark en su máximo esplendor plástico, sin duda me quedaría por dos fantásticas historias del arco de las "Tierras Natales", "La muerte y los impuestos" y "El síndrome de San Jorge", donde la carencia de las viñetas y sus correspondientes calles da una frescura inusitada a estas páginas, que Mark, junto al finísimo entintado de Steve Leialoha, que sabe perfectamente captar el trazo de Buckingham e incluso mejorarlo, consigue transmitirnos a nosotros los lectores, consiguiendo que los momentos, por ejemplo, del Chico Azul con el Dragón sean inolvidables.
Por lo tanto, una serie que es una gozada poder leerla y disfrutarla, donde muchos personajes a los que siempre habíamos creído intocables han sido transformados en algo totalmente diferente y nuevo, como si todos esos cuentos que nos leían o leíamos de pequeños no hubieran tenido un final definitivo, y hubiera existido siempre un "...continuará", que nos hubiera transportado a historias y aventuras nuevas y diferentes, que seguramente nos hubieran alegrado la existencia y los hubieran transformado aún en más cercanos a nosotros, evolucionando con los tiempos y demostrando que lo de colorín, colorado, este cuento "no" se ha acabado.
Y, a partir de ahora, esperar ansioso que Planeta publique el resto del material USA, para ver hacia que derroteros nos conduce Willingham, y comprobar si en los cuentos existen los finales felices o no. ¿Habrá moraleja final? El tiempo lo dirá.
Un saludo cordial.