
En el apartado gráfico, en XMF 16 a 20 USA, y con la única excepción del 18, Tom Grummet cede los lápices a Graham Nolan, un buen dibujante que no va a superar sus trabajos con el Caballero Oscuro -tal vez porque el título mutante se ajusta menos al estilo por el que es más conocido- pero al menos sí a dejar un buen sabor de boca.
Gran parte del protagonismo de XMF 18 USA recae sobre Nathan, hijo de Scott Summers y Madelyne Pryor, que en esta continuidad jamás fue enviado al futuro para regresar convertido en un viejo soldado cyborg de plana personalidad y todavía más plano diseño, sino que continúa siendo un niño.

Y visto lo visto en este tebeo es una pena, porque en las manos adecuadas Nathan hubiera podido humanizar y enriquecer muchísimo al autocompasivo ‘slim’, un personaje cuyo autismo emocional venimos padeciendo los lectores desde hace décadas. Ello por no hablar de las posibilidades de un niño cuyo padre, al igual que su tío, se cuentan entre los mutantes más poderosos del mundo, cuya madre es la Reina Duende, y cuyo abuelo es el líder de los Saqueadores Estelares.

La serie sigue con la trepidante incursión de Furia, Daisy Dugan, Dientes de Sable y Gambito (horrible traje, por cierto) en las instalaciones del Consorcio, una buena historia que abarca XMF 19 y 20 USA. Si Claremont hace un buen trabajo de caracterización con Furia tampoco se queda atrás con Dientes de Sable, un personaje que en un determinado momento fue objeto de cierta explotación por parte de la editorial con su presencia multiplicándose por las series X y hasta algún título propio, pero que pocas veces ha sido dotado de la profundidad que aquí le da el Patriarca Mutante con apenas unas pocas pinceladas.
Lo que sigue es ya la conclusión de este Volumen I con el primer encuentro serio entre los mutantes y el Consorcio con En esa Buena noche, una saga de tres partes que comprende XMF 21 a 23 USA. No sé si fueron las prisas por cerrar algunos de los sub-argumentos de la serie antes de dar inicio al Volumen II, lo tópico del argumento tanto en su planteam

Mención especial para el sorprendente papel que juega cierto Vengador a lo largo esta recta final, lo que atribuyo a un nuevo alarde de esa libertad que procura al escritor el hecho de estar escribiendo una serie fuera de toda continuidad, al tiempo que me planteo de nuevo si hace un par de décadas se hubiera atrevido a hacer lo que hace con él. Por otra parte, de haberse publicado esta historia en los ’90, podría haber dado pie al crossover definitivo entre Mutantes y Vengadores en lugar de aquel poco afortunado Lazos de Sangre que no creo que ni los más viejos recuerden.
Este libro 3 de Panini llega a su fin con el XMF Annual (2010) 1 USA, protagonizado por Lobezno y Jean Grey, que a pesar de no aportar demasiado al título a nivel argumental no deja de ser una lectura agradable, debido sobre todo al bonito dibujo de Sana Takeda.

De un tiempo a esta parte criticar al escritor con mayor o menor fundamento se ha convertido en una costumbre, pero lo cierto es que si hacemos un recorrido a lo largo de lo que ha sido la serie tras su marcha vemos que a pesar de la notoriedad de algunas de las firmas implicadas y la gran calidad de los dibujantes que han desfilado por ella (Romita Jr., Pacheco, Davis,…) poco hay que iguale siquiera el trabajo previo de quien fue su verdadero creador con la salvedad de alguna saga inspirada como La Era de Apocalipsis o esa muy honrosa excepción que han sido los Astonishing X-Men de Joss Whedon.

La clausura de la serie es una mala noticia porque supone perder nuestra última oportunidad de disfrutar de un tipo de tebeo que ya no se hace y de unos personajes que llevan años en el limbo a la espera de que algún hábil escritor -como hiciera Wedon-, sea capaz de encontrar sus voces y hacerlas sonar con la intensidad y el brillo de antaño.
Ojala Marvel recapitule y no dé el carpetazo definitivo a la serie. Y, si finalmente no es así, al menos Chris Claremont nos habrá dejado cuarenta números y un par de especiales que contienen argumentos más que suficientes como para pasar a formar parte de la leyenda por derecho propio.
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