Siempre se ha dicho que la Historia, con el paso de los años, ha ido dejando un rico poso con el que poder construir grandes dramas. Una de las épocas que más convulsionó a la sociedad estadounidense fue sin duda la de los años donde entró en vigor la ley seca de 1919. Una ley que prohibía la venta, importación o fabricación de bebidas alcohólicas, aunque curiosamente no el consumo. No sabía el senador Michael Volstad, impulsor de la nueva reforma, hasta qué punto iba a nacer una nueva nación, según sus propias palabras. La importación clandestina y la fabricación que por supuesto estaba edulcorada, provocó un gran auge del crimen organizado, atraídos por el altísimo precio que adquirió dicho producto en el mercado negro. La todopoderosa mafia hizo valer todo tipo de métodos para hacerse con el poder, corrompiendo a toda clase de estamentos que fueran necesarios para ello.
La visión que durante muchos años ha ido dejando la ficción sobre la mafia y, más concretamente, sobre algunos de sus más importantes mafiosos, nunca va a poder desprenderse de esa leyenda erigida a su alrededor, adquiriendo una mayor densidad con respecto a la que la propia historia nos ha dejado realmente. Ahora, gracias a una de las últimas grandes series que nos ha traído HBO, cuya localización va saltando de Atlantic City a Nueva York o Chicago, se sigue tejiendo esa tela de araña alrededor del mito de todos y cada unos de esos históricos personajes tan atrayentes y que funcionan tan bien en la televisión seriada. Curiosamente, aquí van a ser usados como secundarios de auténtico lujo: Johnny Torrio, Arnold Rothstein, Jim Colosimo, Charlie Luciano o un joven Al Capone van haciendo acto de presencia como piezas de ajedrez de cierto peso que acabaran por dejar el protagonismo de la partida a los supuestos secundarios peones en el tablero de la trama. Principalmente nos encontraremos con manipulaciones tanto sociales como políticas, fraudes, extorsiones, racismo, traiciones, venganzas y, como no, las habituales luchas de poder. Y para la plasmación de todo ello HBO se ha asociado con dos grandes nombres muy vinculados a esta temática. Por una parte, su creador y guionista Terence Winter, el que fuera alumno aventajado de David Chase, el creador de esa serie que marcó época, como fue Los Soprano. Por otra parte, dándole ese habitual toque personal, tenemos a Martin Scorsese (Uno de los nuestros, Malas Calles), uno de los directores que mejor y más contundentemente ha sabido plasmar el universo gansteril en la gran pantalla. En realidad solo dirige el primer episodio, pero los nombres de todos y cada uno de los continuadores en la dirección no pueden dejar indiferente a nadie debido a la amplia experiencia que tienen dirigiendo televisión por cable (The Wire, Roma, Los Soprano, Rubicon, Mad Men, True Blood, Juego de Tronos, The Pacific) y donde hay que destacar sobretodo a Timothy Van Patten. Todo un seguro.
"Nunca dejes que una verdad se entrometa en una gran historia" afirma con cierta filosofía Enoch “Nucky” Thompson, protagonista principal de esta historia y republicano hasta la médula. Personaje inspirado en gran medida en un tesorero de Atlantic City llamado Enoch L. Johnson, con el que comparte casi todo, desde su vida y milagros, por decirlo de cierta forma, hasta la sonoridad de su apellido. Y es que, según para qué fines, nunca ha estado más acertada una frase como ésta, en definir la esencia de gran parte de esta historia. Nucky es un hombre de buenas maneras, según lo ven sus votantes, aunque tan corrupto como largo es el día, sin que haya negocio del que no saque tajada. El representante que tiene que velar por sus ciudadanos es el mismo que se aprovecha de ellos sin ningún miramiento. No hay funcionario que no le pague por conservar su puesto. Justicia, sanidad, policía, bomberos o aduanas. Todos le pagan y todos le votan. La gente lo ama. Tiene el control de todo. Desde casinos y prostíbulos, hasta el mercado clandestino del alcohol, además de bares y restaurantes. Ahí es nada. Ya tenemos el personaje a partir del cual se asientan los cimientos con el que poder construir toda gran historia. Lo curioso en todo esto es que incluso alguien como el corrupto tesorero es capaz de sufrir una dualidad ética que le lleva del acto más cruel al más piadoso.
Pero Boardwalk Empire es sobretodo una serie seductora hacia el espectador. Primero con esos increíbles ojos azules que te cautivan desde un buen principio, partiendo de una profundidad de campo realmente embellecedora, con un muy trabajado vestuario, unos excelsos decorados, una magnífica y acertadísima banda sonora y, por supuesto, con una fotografía superlativa, de las que hasta hace poco solo pertenecía a cierto coto privado de la gran pantalla. Segundo por su fuerte personalidad, transmitida, no por su historia, para nada original y sin demasiada frescura, sino más bien por su amplio y consistente reparto del que hace gala. Y es que si hay algo en lo que sobretodo destaca esta serie es en la magnífica evolución de muchos de sus personajes. Planos y no demasiado dimensionales aparentemente en un principio, aunque enriquecidos con el paso de cada capítulo, donde los hechos y sobretodo sus distintas interrelaciones servirán de perfecto caldo de cultivo para humanizar y darles complejidad, hacerlos más sólidos y consistentes hacia el espectador, a la vez que van haciéndose más débiles e inseguros tal como van arraigándose sus relaciones entre ellos.
Y en tercer y último lugar, por sus delicadas curvas. Pero que importante son las curvas en la seducción y ésta serie las tiene en su justa medida. Cuando decimos delicadas es debido a que no usa los habituales subidones de ritmo que tanto puede gustar al espectador en busca de emociones. Tampoco usa prácticamente elipsis o cliffhangers con los que conseguir despertar cierto interes, cambiar el ritmo narrativo o llegar al clímax. Y no utiliza para nada los flashbacks y flashfordwards tan utilizados a veces. Y no, tampoco nos referimos a las curvas de cualquiera de las bellezas que aparecen a lo largo de la serie, que las hay incluso vertiginosas. Más bien, como decíamos anteriormente, son curvas delicadas, suaves y resultonas, atrapando con delicadeza al espectador, habitualmente más impulsivo y voraz, deseoso del golpe de adrenalina al ver una curva pronunciada sobre la que lanzarse. Normalmente el espectador suele disfrutar del golpe de efecto, con el consiguiente subidón y esperar al siguiente, sin tiempo de asimilación. Y realmente a lo que no está preparado es a verlo venir, a sentirlo desde antes, durante y después de que se produzca. Eso duele más. Mucho más. Y Boardwalk Empire tiene, una vez pasados un pocos capítulos, unos cuantos de ellos.
"Todos tenemos que decidir por nosotros mismos, con cuantos pecados podemos vivir". Una frase como ésta resume perfectamente la serie y a muchos de los protagonistas que van desfilando por una historia como es ésta. Construida a partir de unos hechos reales avocados al conflicto, que sirven como hilo conductor perfectamente hilvanado para la televisión y en forma de serie catódica, curtiéndose con el paso de cada capítulo y valiéndose de una buena cantidad de subtramas, siempre demostrando una gran calidad marcada con fuego gracias al sello de HBO y a una ambición narrativa tan propia de la cadena de cable. En definitiva, estamos ante una serie que contiene potentes imágenes y una planificación de planos muy trabajados, junto a largos travellings que te acaban atrapando, siempre partiendo de un diseño de producción, una ambientación y una escenografía en los que la cadena de cable no ha escatimado ningún recurso necesario para ello.
2 comentarios:
Grandísima serie, sí señor, ambientada en una época sumamente atractiva para el espectador, donde el cine nos ha dado grandes momentos si de gansters nos referimos y que ahora, de la mano de la casi nunca defraudadora HBO, podemos disfrutar de ellos gracias a un producto de gran calidad para la pequeña pantalla... desde luego las series están ganándole y comiéndole el terreno a marchas forzadas (si no es que lo ha hecho ya) al cine, ofreciéndonos productos, historias y actores dignos del séptimo arte de siempre.
Soy la fan número 1 de esta serie. Me encanta la trama que propone y la forma como Boardwalk Empiredesarrolla la historia. Cada personaje es un mundo distinto con interesantes matices que no estabas esperando. El personaje de Nucky es una obra maestra, no deja de sorprenderme como un mismo sujeto puede ser tan corrupto y al mismo tiempo tener una fachada de excelenete político. Recomiendo esta serie con los ojos cerrados.
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