martes, marzo 11, 2008

CRÍTICA: LA REVOLUCIÓN DE LOS PINCELES de Josep Busquet & Pere Mejan

Esta obra me ha hecho recordar aquellas películas que cuando era pequeño veía por las únicas cadenas que teníamos en casa, la primera cadena de TVE y la UHF, donde, en un riguroso blanco y negro (hasta que no tuve once años la vida la veía siempre en B/N, la vida que se desarrollaba naturalmente en la “caja tonta”), veía las innumerables películas y series que entonces hacían de “capa y espada”, donde talentosos espadachines (los mosqueteros, los piratas, los bandoleros, el Zorro...) se batían en duelo, es igual que fuera detrás de una iglesia, en la cubierta de un barco pirata, o en esos oscuros y tenebrosos callejones de urbes y puertos, y que a mí me tenían "enganchadísimo" al sofá para luego, iluso de mí, intentar imitarles con mis “maestros” mandobles de espada, que más parecían garrotazos inhábiles propios de un patoso con la muñeca boba.

En esta “Revolución de los Pinceles” he tenido la sensación de revivir esas aventuras donde siempre destacaban los diestros y caballerosos espadachines franceses, donde el honor estaba por delante de toda consideración, donde los duelos a vida o muerte eran demasiado frecuentes, donde, a falta de otra, la justicia divina que determinaba quién debía o no morir era necesaria, suficiente y aceptada por todos. Eso sí, aquí se esgrimen tanto espadas como pinceles, y aunque nuestros protagonistas no sean diestros espadachines, sólo el mero hecho de hacer referencia a la manera de hacer justicia de la época hace que mis recuerdos de antaño vuelvan a mi cabeza. Acción a raudales entonces y ahora, donde el ritmo frenético de esta lectura te deja "pegado" al sillón orejero irremediablemente.

Es una historia entretenida, pero dura al mismo tiempo, que nos plantifica lo que somos capaces de hacer en ciertos momentos de nuestra vida cuando se entrometen y abusan de aquello que más nos gusta, nos importa o nos da de comer, donde la camaradería sale a relucir ante las injusticias de los poderosos, donde la dignificación de una profesión y su consecuente reconocimiento del trabajo bien hecho, hace que muchas voces se alcen para que la obra de un artista sea reconocida, y de ser un trabajo meramente artesanal de autores anónimos sea reconocido y encumbrado al nivel de arte. Y de esto trata La Revolución de los Pinceles, de reconocer a esos artistas anónimos que dedican toda su vida a realizar e intentar vivir de su pasión, de aquello que mejor saben hacer, que es dibujar, pintar y escribir, y sabiéndonoslo contar, al mismo tiempo, con una narrativa secuencial lo que de otra manera no se podría hacer, combinando palabras con imágenes, conformando unas viñetas que narrativamente hablando nos contarán la historia que su autor/es nos quieren transmitir, de esa manera y no de otra, encumbrando esta forma de expresión artística, que para nada es menor, y debe estar por derecho propio al mismo nivel que lo son las consideradas como artes mayores. Y qué mejor momento que el de la Francia de la Revolución Francesa en ciernes donde el pueblo se alzó contra sus opresores para conseguir la dignidad que hasta ese momento carecía por “deseo divino” y ser capaces de pensar y decidir por sí mismos, sin que decida el dónde o el cómo has nacido.

Nuestros protagonistas, junto a otros autores de cómic, realizan una verdadera revolución, cual Revolución Francesa, porque, lo creamos o no, estamos en ese pleno París de finales del siglo XVIII, donde unos hipotéticos autores de la “BD” reciben un duro golpe por la muerte de uno de sus compañeros a causa de unas tiras humorísticas donde se ponía a “caldo” a cierto personaje de la aristocracia (no sé yo, pero esto me suena que ha pasado varias veces por estos lares, donde muchas veces el humor crítico parece que algunas veces no es muy bien encajado y se le da más importancia de la que tiene o de lo que en realidad simplemente es, una representación de humor gráfico para reírnos un rato de nosotros mismos).

De una manera folletinesca, a un ritmo desenfrenado, Busquet nos pone en situación en el contexto donde se desarrolla la acción, ayudado como no por esas “pinceladas” que aporta Mejan con esa forma de representarnos los hechos, como si verdaderos folletines impresos de la época fueran (sino más el personaje principal, Philip, se dedica a estos menesteres), con un gran uso de la plumilla como si de carboncillo se tratara o lápiz de punta gruesa fuera, que da un toque de claroscuro perfectamente conseguido para las diferentes escenas, con unos personajes sacados del más puro estilo Association (o como sacados de una serie francesa, vista desde la distancia, naturalmente, que siempre se me quedó en la retina desde pequeño, Érase una vez el hombre), de un Larcenet, un Peeters o, incluso, de un Bravo, pero con un estilo propio que sabe captar muy bien el estilo Bande Dessinée de la nueva hornada de artistas franco-belgas, que es perfecto para una historia que ocurre en la Francia del Absolutismo.

Sentimos el olor a vino rancio que desprenden esas tabernas lúgubres donde nuestros protagonistas se reúnen para conspirar y beber, andamos por esos callejones oscuros donde malandrines embozados se esconden de la luz de la luna para cometer sus fechorías, visitamos esas casas, mansiones y palacios donde la alta nobleza cultiva su refinamiento y sus aficiones más extravagantes (vean si no el palacete de Chambordeaux donde el marqués colecciona ¡¡¡páginas originales de tebeos!!!), y hasta nos impregnamos de ese olor a imprenta cuando nos hacen una visita guiada de una ¡¡¡editorial de tebeos!!! de la época. Y toda una serie de, digamos, procronismos y ficciones perfectamente integrados en el contexto de una época que iba a cambiar la manera de ser y de pensar de los hombres, libres de toda atadura servil hacia sus respectivos señores, donde todos son iguales y nadie es superior o inferior por cuna. Una mezcla hábilmente elaborada por los autores que hay que agitar previamente antes de degustarla y saborearla.

La edición que nos ofrece Dolmen Editorial, dentro de su línea Siurell, está muy bien presentada, pero tampoco le hubiera quedado mal un formato álbum BD dentro de Siurell Gold, que hubiera quizá potenciado la riqueza del dibujo de Mejan, y que yo, no sé por qué, me lo había imaginado de esa guisa cuando se anunció su futura publicación.

Todo el proceso creativo de esta obra y más información lo podéis ver y leer en los siguientes enlaces:

http://tinteroespumoso.blogspot.com/
http://josepb.blogspot.com/
http://pamipipa.blogspot.com/
http://www.dolmeneditorial.com/noticias_ficha.php?IdNot=177
http://www.dolmeneditorial.com/noticias_ficha.php?IdNot=182

En definitiva, otra obra más de autores nuestros, que desde el magnifico trabajo que hace Jorge Iván Argiz dentro de su línea Siurell para Dolmen, de promoción de nuevos talentos de aquí, posibilita que nosotros disfrutemos de nuevos valores del cómic de nuestros país, que a lo mejor de otra manera no podrían salir a la luz y que demuestra que tenemos una riquísima cantera que tiene un brillante porvenir, y que, con el trabajo que hacen pequeñas editoriales como Dolmen, posibilita que estos jóvenes artistas no emigren al país vecino y que puedan ganarse la vida (como los protagonistas de nuestra historia) dignamente y con reconocimiento aquí en nuestra tierra.

Un saludo cordial.

4 comentarios:

Jorge Iván Argiz dijo...

¡Muchas gracias por la reseña! ¡Me alegra que os haya gustado!

La verdad es que los dos autores realizan un trabajo muy bueno.

EduXavi dijo...

Agradecer a los autores el haberme hecho pasar un buen rato y animarles a que continúen formando este tándem y que vean la luz sus innumerables proyectos que tienen ya en mente.
Y gracias a ti, Jorge, por el magnífico trabajo que haces con la línea Siurell, el cual se ve reflejado, claramente, en las buenas historietas autóctonas que publicáis.

Josep Busquet dijo...

Gracias por la reseña y los animos. Me alegro de que te haya gustado el tebeo :)

EduXavi dijo...

Gracias a ti, Josep... ahora esperemos tener pronto noticias vuestras de nuevos proyectos que vean pronto la luz.