Felipe Hernández Cava y Bartolomé Seguí lo han vuelto a conseguir con este primer volumen de Hágase el caos, Lux, una historia que será publicada en dos partes por Norma Editorial. Hernández Cava gracias a un guión que está a la misma altura de aquella otra obra con la que ganaron ambos autores el Premio Nacional de Cómic 2009, Las serpientes ciegas (podéis leer su reseña pinchando aquí), una historia de intriga y de espionaje, con trasfondo político y regusto algo fantasioso, pero situándonos en esta ocasión en un contexto post II Guerra Mundial y aconteciendo los hechos ahora en la capital del Támesis, manteniendo ese toque de género negro enmarcado en unos hechos históricos concretos. Bartolomé Seguí porque ha sabido acertar nuevamente con un estilo de dibujo que ya abrió camino en la anterior obra conjunta antes mencionada, por no decir que lo supera, perfecto para reproducir visualmente con exactitud el ambiente londinense de la perpetua y opaca niebla.
Nos situamos en el Londres de principios de 1953, unos meses antes de la visita del Mariscal Tito a la capital inglesa. El protagonista principal de esta historia, Alexander Ostojic, inglés de origen serbio, se prepara para, supuestamente, asesinar a mismísimo Mariscal Tito... a partir de este dato tan importante, nuestro protagonista se retrotrae en el tiempo para contarnos como comenzó toda esta historia que le impulsó a encontrarse en esta complicada y delicada situación a mediados de marzo del 53.
Con esa perfecta ubicación y con tan intrigantes preliminares comienza una historia de espionaje pura y dura marca de la casa, porque si algo nos ha demostrado Hernández Cava, sobre todo desde Las serpientes ciegas, es que borda como nadie este tipo de tramas que obligan al lector a estar pegado a cada una de las páginas para, poco a poco, ir desenmarañando el hilo conductor que desemboque en la resolución del misterio que tan en vilo nos va dejando a medida que vamos llegando al final del tomo y que, en esta ocasión, nos deja más que en la anterior obra con un enorme interrogante al continuar la historia en un segundo volumen, parece ser que en esta ocasión cambiando radicalmente de escenario y país. Y como muy bien nos apunta el propio guionista "... en “Hágase el caos” los personajes hablan mucho (lo siento por Bartolomé, que se ha visto un poco más constreñido que de costumbre). El lector, cuando termine el segundo álbum, comprenderá el porqué: en esta ocasión, más que en otras, todo se cifra en las palabras, esas palabras a las que la memoria de unos y de otros se aferran, a veces con demasiada vehemencia, para explicarse a sí mismos y explicar su tiempo”.
El hecho histórico que da pie a poder contar esta trama es el de la visita del Mariscal Tito a Inglaterra. Hernández Cava como buen conocedor del tema y de este periodo concreto de la Historia europea nos plantifica con tremenda amenidad cómo estaba en ese momento, a comienzos de la década de los 50, la situación de la República Federal Popular de Yugoslavia a través de la conversación que mantiene nuestro protagonista con el profesor Ibisevic, contextualización necesaria para que el lector sepa hacia dónde se encamina esta historia y por qué acontecen los hechos que poco a poco se van deshilvanando y que intentan aclarar el asesinato (o mero accidente) de Sofia Banovic, la madre de Alex: desde el origen de lo que fue el Reino de Yugoslavia, formado a raiz del desmembramiento del Imperio Austro-Húngaro por el Tratado de Versalles una vez finalizada la I Guerra Mundial, un conglomerado de varios pueblos, etnias y religiones bajo el dictamen del Reino de Serbia, así como su posterior desaparición con la invasión nazi durante la II Guerra Mundial y la nueva reaparición del país bajo el mando comunista del Mariscal Tito hasta su muerte acaecida en 1980.
Bartolomé Seguí continúa con ese estilo que tan rentable le ha resultado en su anterior obra de un uso de una paleta oscura y sucia de colores apagados que, ahora más que nunca, se amoldan a la perfección a la hora de recrear un clima y una atmósfera tan característica como es la de las Islas Británicas (mención aparte merece el comentario de una densa niebla cargada de polución que cubrió todo Londres a finales de 1952 y que provocó la muerte de más de 8.000 personas a causa de complicaciones respiratorias, como muy bien nos recalca el propio Seguí). Seguí nos tiene acostumbrados a una composición clásica con multitud de viñetas que, o por los extensos guiones de Hernández Cava (como el mismo reconoce y hemos comentado más arriba) o por querer saber expresar lo que es más fácil y clarificador hacerlo con una profusión de imágenes, dan como resultado una densidad de imágenes necesarias para crear ese ritmo cinematográfico ideal para narrarnos una típica historia de género negro de intriga y misterio, por lo que también resultaba necesario que el formato elegido utilizado por Norma Editorial, aparte de mantener una cierta coherencia con el anteriormente publicado de Las Serpientes Ciegas por BD Banda, sea el del álbum francés de gran formato (y no por nada Norma imprime ambos álbumes con Dargaud, publicando este primero con solo unos meses de diferencia en ambos países), y así poder apreciar con rigurosidad el proceso de composición de cada viñeta y más cuando éstas están creadas con tonalidades realmente oscuras y de cierta opacidad cromática... aunque este uso de cuatro tiras de viñetas por página tiene el hándicap de que el detallismo con el que nos obsequia Seguí en cada viñeta no se puede apreciar en toda su intensidad por el mencionado uso de muchas y pequeñas viñetas por tira/página. Para solucionar en cierta manera esta, digamos, pequeña “deficiencia”, os recomiendo que os paséis por el blog de Bartolomé Seguí y admiréis el trabajo de este autor a través de las numerosas viñetas que cuelga en su blog.
Y, si con esto no os quedáis satisfechos y queréis ver con más detenimiento el proceso creativo de este autor, podéis degustar el proceso de coloreado de una viñeta por parte de Seguí pinchando en este enlace.
Naturalmente, y como ya pasó en la anterior obra, la documentación fotográfica cobra nuevamente vital importancia y relevancia por parte de ambos autores y, para esta obra, el libro cabecera y de consulta obligada ha sido los libros de fotografías de Robert Frank sobre Londres.
Ahora solo nos resta esperar la pronta publicación del siguiente álbum para dar por concluida esta bilogía que, por lo que parece, su escenario se trasladará a otras islas, las Balares (y más concretamente Palma de Mallorca), que serán magníficamente retratadas hasta el más mínimo detalle por un Seguí conocedor y natural de estas islas. ¿Cambiará el cromatismo y las tonalidades utilizadas a trasladarse a un lugar de clima tan diferente al londinense?... ya lo veremos (o podéis ver un avance nuevamente consultando los numerosos posts que va publicando en su blog Seguí, donde podemos ver unas cuantas imágenes de este segundo volumen, y tendréis una idea de por donde van los tiros)... pero, mientras tanto, disfrutemos e intentemos hacer nuestra esta historia de Cava & Seguí introduciéndonos en una densa niebla que oculta terribles misterios y asesinatos.
Un saludo cordial.
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