miércoles, septiembre 29, 2010

CRÍTICA: DIOS EN PERSONA de Marc-Antoine Mathieu

Si un nombre está en boca de millones y millones de personas... ese es el de Dios. Históricamente hablando, multitud de civilizaciones y pueblos han invocado al Dios monoteísta... Dios es loado y alabado por multitud de religiones... multitud de nombres y pronunciaciones para referirse siempre al mismo ser omnisciente, omnipresente y omnipotente... Por lo tanto, según estas premisas, Dios puede ser el ser más conocido por todos sin haber sido nunca visto por nadie (en teoría, claro).

Después de esta breve exposición, nos encontramos ahora con esta obra del francés Marc-Antonie Mathieu, Dios en persona, magníficamente editada por Ediciones Sins Entido, y que gira en torno a Dios hecho Hombre (hoy en día)… Un tema tan difícil de discernir y definir, ¿qué enfoque va a tener?, ¿qué es lo que se busca realmente con este tema?, ¿de qué estamos hablando verdaderamente?... vamos a ver y determinar en pocas palabras de qué va todo esto… esperando ser lo más claros y concisos posible.

Mathieu nos introduce en la premisa de qué pasaría si Dios decidiera reencarnarse, después de milenios de existencia, en un ser humano de su creación a su imagen y semejanza... ¿cómo reaccionaría la gente ante este hecho? ¿qué implicaría para la vida de cada uno de los seres vivos saber que Dios existe y es de carne y hueso? ¿continuarían “viéndolo” con los mismos “ojos” que hasta ahora? ¿sería un hecho curioso y sorprendente, al mismo tiempo que irrelevante, como tantos otros hoy en día en esta sociedad de la información o sería un hecho de tal envergadura y relevancia que podría cambiar de forma radical la manera de pensar, ver y actuar de las personas?

Un ser que se hace llamar Dios DIOS (nombre y apellido) aparece de repente un buen día de la nada y la gente comienza a dudar si creer o no en él. Partiendo de un primer momento de reticencia y verdadera estupefacción, poco a poco este personaje, alrededor del cual girará toda esta historia, se convierte en foco de atención de todo el mundo y, cómo no, de los medios de comunicación que poco a poco verán en él una potencial fuente de ingresos a la cual explotar para enriquecerse... pero, ¿es todo lo que parece a simple vista o hay algo más que se nos quiere ocultar detrás de todo ello?

Pero, a pesar de ser el protagonista principal Dios, realmente esta obra habla del poder fáctico de los medios de comunicación, trata de la influencia que estos imprimen en nuestras vidas, de cómo podemos o no cambiar de idea según la información que recibamos de ellos, pudiendo creer a pies juntillas lo que nos intentan hacer creer y ver aunque pueda que la información que nos es enviada esté manipulada o sesgada en parte o en todo. A partir de una noción, de un concepto, de una simple idea ellos pueden crear un mundo entero que gire entorno a ella y darle la importancia que se crea conveniente en ese momento o no… Dios se convierte en esta diatriba en esa idea buscada por los grandes conglomerados mediáticos para que influya de tal manera en toda la población, potenciales receptores que somos todos hoy en día, en esta sociedad de la comunicación a tiempo real y del consumismo que nos inhunda por todas partes, de todo tipo de información a cualquier precio, y verlo por tanto de otra forma a la vista hasta ahora que posibilite que cambiemos de opinión en muchos puntos y aspectos, y nos veamos inmersos en un bucle sin salida que nos haga ser partícipes imperterritos de lo que nos ofrecen y convertirnos en creyentes a la postre de los intereses creados desde más arriba, del poder manipulador que se pueda encontrar en la sombra.

Y todo ello rodeándolo de una pseudofilosofía que haga posible y creíble que lo que aquí se ve llegue a ser considerado enseguida y al unísono como cierto y verdadero, que no quede lugar a la duda y a la pérdida de fe, envolviendo al personaje en un envoltorio que lo proteja y lo aleccione, convirtiéndolo, si no lo era ya, en un ente intocable e infranqueable que está más allá del bien y del mal, para que así lo consideremos como si él fuera la máxima superior a la que creer y seguir.

Y vemos una fuente en sí inagotable de posibilidades reales, de poder explotarse esta idea, este concepto, utilizando todos los recursos y los medios al alcance, como formando parte de un experimento globalizador que pueda y sepa llegar a la gente y, de paso, que reporte unos beneficios extraordinarios: a través de una película histórica basándose en hechos reales algo manipulados, como invitado estrella de la televisión, como personaje de teatro, como noticia de alcance de los informativos, como protagonista de su propio cómic, de sus propias novelas de ficción, de sus propias biografías autorizadas, de servir de inspiración para el Arte en mayúsculas más vanguardista, incluso con su propio parque de atracciones temático… hasta incluso su propio juicio mediático para discernir y esclarecer qué hay de verdad detrás de todo ello y si Dios es culpable o no, directa o indirectamente, de los problemas de la humanidad creada por él y, todo ello formando parte de un meticuloso, estudiado y elaborado plan de marketing, con su estudio de mercado, como vendiendo un producto con todo el aparato propagandístico a su alrededor, en definitiva, como si una verdadera estrella del firmamento hollywoodiense estuviéramos refiriéndonos... ¿simple carnaza para un público hambriento capaz de devorar lo que le echen?... pero, ¿qué hay de verdad en todo ello? ¿y a qué precio es puesto a la venta este "producto"?

Y Mathieu lo consigue y lo muestra con un dibujo sencillo y minimalista, de representación de grandes espacios que magnifiquen la totalidad del ser frente a la multitud, de un blanco y negro riguro y sin tamices de ningún tipo, sin alarde y artificios de ninguna manera, sólo resaltando la trascendencia e importancia de los momentos y las situaciones puntuales para provocar en el lector que ellos crean estar ante una situación en cierta manera histórica e importante por sí misma... marionetas en cierto modo protagonistas de un gran circo mediático de variedades, todo ello envuelto con una finísima capa de ironía, desmitificadora del concepto de poder y superioridad misma.

Y, en el fondo, esta misma idea “mercadotécnica” es la que ha utilizado, en cierto modo, el propio Mathieu para crear esta obra que hoy tenemos en nuestras manos... una historia basada en Dios para saber y poder captar la atención del lector y posible comprador, que va más allá de una simple historia en viñetas, intentando decirnos (o no) unas cuantas “verdades” sobre la existencia de Dios, resultar al mismo tiempo un producto de entretenimiento que haga pasar un buen rato de lectura y, porque no, de reflexión, para llegar a la conclusión que no hay ningún tema, por inverosímil que pueda parecer, que no pueda escapar al “ojo” siempre crítico y riguroso del lector más exigente y del escritor más avezado... todo en esta vida es revisable y criticable, pudiendo darle la vuelta a la tortilla siempre que uno quiera y pueda...

… al fin y al cabo, todo forma parte de la misma finalidad: fabricar ideas nuevas e interesantes para conformar un entretenimiento diferente y atractivo... crear un producto que sepa llegar al receptor... causa y efecto... el principio de causalidad llevado hasta el extremo más básico y simple... se encuentre o no en uno u otro lado de la ténue línea que separa lo real de lo irreal.

Y Mathieu parece que haya conseguido darle un punto más a esta idea... una obra recomendabilísima de leer, que te hará reflexionar sobre multitud de conceptos que parecen velados y puedan dar la sensación que están en un segundo plano o semiocultos, pero que seguro que no te dejará indiferente después de una primera lectura, posibilitando que pueda obligarte a que empieces una segunda para conseguir entrever y entresacar los dobles sentidos seguramente no percibidos en la primera.

Un saludo cordial.

7 comentarios:

dennel dijo...

Lo conseguiste: melapunto :-P

Iñaki dijo...

Idem, entre el carcelero y vd me han convencido, a la saca del mes entrante!

EduXavi dijo...

Dios mío... el poder mediático de la red de redes... ¡¡¡DIVINO!!! ;-D

Anónimo dijo...

Ya me lo he leido. Un coñazo que no hay por dónde cogerlo. Bueno sí, por el dibujo del autor, que es lo único que se salva.

EduXavi dijo...

Siento que no te haya gustado... comprendo que sea un cómic que para algunos le pueda resultar indiferente, para otros una lectura más de muchas y, para otros, una manera de enfocar un tema de una manera curiosa y novedosa... Y tengo que decir que, aunque el dibujo tiene momentos realmente acertados, puede que no sea lo fundamental de esta obra, y sí la manera que tiene de enfocar y mostrarnos un tema como es el poder imparable e implacable de los medios a la hora de influenciar sobre las personas, traten el tema que traten (en este caso con un concepto y una figura con tanta fuerza como es la de Dios)... es lo que se califica como el cuarto poder.

Octavio B. (señor punch) dijo...

imprescindible, de coñazo, nada (eso sí, si buscas acción non-stop o humor de tartazo y culada, este no es tu cómic, que resulta una lectura tan apasionante como densa)

EduXavi dijo...

Yo no lo hubiera expresado mejor, Sr. Punch... un cómic que hay que cogerlo con calma y leerlo detenidamente.